Los líderes mundiales de la ultraderecha festejan el resultado de las elecciones en Estados Unidos.
Rony Corbo
Con 71 millones de votos y 295 convencionales, Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos. Su rival, la demócrata Kamala Harris, recibió 66 millones de votos, pagando el precio del gobierno guerrerista que integró con Joe Biden, y a sus indefiniciones de poner fin al genocidio israelí en Gaza y Oriente Medio.
El Partido Republicano tendrá además el control de ambas cámaras, senadores y representantes y ya detenta mayoría en la Suprema Corte, por lo que Trump no tendrá problemas en implementar su programa conservador.
Los politólogos no pueden explicar, como en la autodenominada “modelo de democracia mundial”, un expresidente que intentó un golpe de Estado, fue condenado por delitos de fraude y de abuso sexual, que está acusado de decenas de cargos criminales, que habla de manera racista y misógina, y que hasta advirtió que podría ser un dictador por un día se convierte en presidente nuevamente.
La “edad de oro” de EEUU
Al dirigirse a los militantes republicanos que lo esperaban Trump dijo: “Quiero agradecer al pueblo estadounidense el extraordinario honor de haber sido elegido su 47.º presidente y su 45.º presidente. Lucharé por ustedes, por su familia y por su futuro. Cada día lucharé por ustedes y con cada aliento de mi cuerpo no descansaré hasta que hayamos conseguido el EE.UU. fuerte, seguro y próspero que nuestros hijos merecen y que ustedes merecen. Esta será verdaderamente la edad de oro de EE. UU” destacó, agregando que “ganar el voto popular fue muy bonito. Hemos logrado la más increíble hazaña política, la victoria política, que nuestro país nunca antes había visto, nada como esto”.
El político republicano recordó que durante su primer mandato presidencial “no hubo guerras” y prometió que cuando se convierta de nuevo en el inquilino de la Casa Blanca no habrá nuevos conflictos armados. “No más guerras durante mi mandato. Ellos dijeron que voy a iniciar una guerra. No voy a iniciar una guerra. Voy a detener las guerras”, aseveró Trump.
En las elecciones de EEUU, no sólo ganó Trump y el Partido Republicano. También triunfó una amplia franja ideológica que va desde el centro hacia la extrema derecha y que incluye a neoliberales, neoconservadores, populistas, nacionalistas, aislacionistas y anti globalistas, a los que se suman distintas corrientes que no dudan en proclamar a viva voz el supremacismo, el racismo, la xenofobia, y el antisemitismo presente, desde siempre, en la compleja historia estadounidense.
Trump ha logrado canalizar con su discurso xenófobo un amplio movimiento policlasista, de trabajadores pobres y desempleados, junto con clases medias y empresarios que sueñan con recuperar su nivel de vida. El 18% de la población de EEUU vive en la pobreza, por lo que hay 40 millones de pobres, de los cuales más de 15 millones son niños.
Hay 28 millones de personas sin ningún tipo de seguro médico y sin asistencia, y más de 800 mil personas viven en las calles. A todos ellos el discurso antiinmigrante y la construcción de un muro en la frontera con México, los captó Donald Trump.
Esta elección presidencial hasta la fecha ha costado 15.9 mil millones de dólares, los cuales se recaudan mediante aportes a la campaña, con un rol clave de los multimillonarios. Elon Musk, el hombre más rico del planeta, contribuyó con 130 millones de dólares a la campaña del también multimillonario Donald Trump quien dijo que tendrá un destacadísimo papel en su gobierno.
El senador republicano, James David Vance con 39 años, será el vicepresidente. El exsoldado y “enemigo de Trump” de quien llegó a decir que era el “Hitler de los EEUU” se ha posicionado incluso a la derecha de Trump en temas como el aborto, o el derecho de los inmigrantes.
Vance creció en el seno de una modesta familia monoparental en “una región del nordeste de Estados Unidos profundamente marcada por el declive industrial, base de votos de Trump. Se alistó en el ejército y posteriormente estudió Derecho en una de las universidades más prestigiosas del país antes de emprender una carrera en Silicon Valley. Se convirtió en la figura del movimiento de la “Nueva Derecha”, jóvenes conservadores que intentan llevar el movimiento aislacionista y antinmigración a su forma más radical.
El festejo de la ultraderecha internacional
El presidente israelí Benjamín Netanyahu fue el primer mandatario extranjero en llamar al presidente electo para felicitarlo, al que le siguieron muchas llamadas.
Desde Argentina (Javier Milei), Italia (Georgia Meloni), El Salvador (Nayib Bukele) o Hungría (Viktor Orban), los mandatarios celebraron la victoria de Trump, con mensajes y llamados a los que se han sumado otros líderes ultranacionalistas de todo el mundo como el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
El regreso de Trump a la Casa Blanca probablemente desafiará el orden global establecido, aumentará su rivalidad con China, y condicionará a los países de la OTAN, a gastar al menos 2% del presupuesto en el área militar. En el apoyo a Ucrania en su guerra contra Rusia, Trump insistirá en que Europa aporte lo mismo que EEUU a Ucrania, aunque es posible que interceda para iniciar conversaciones de paz, ya que dijo que acabaría con esa guerra en un día.
Trump continuará ayudando a Israel, en su guerra contra Hamás y Hezbollah debido al apoyo del sionismo a su campaña.
Para América Latina y el Caribe es de esperar el apoyo a los gobiernos amigos de Milei, Bukele y Noboa, un enfriamiento de las relaciones con Brasil y un combate a Cuba, Venezuela y Nicaragua, definida por Trump como el “eje del mal”. Por otra parte, en el intento de contener el declive de Estados Unidos, Trump intentará frenar la presencia China en nuestro continente, con un claro “estás con ellos o nosotros”.