En estos días vamos a compartir con ustedes, cumpliendo con lo que ya es tradición desde el 2011, es decir hace diez años, el Anuario de El Popular. En él mostramos como miró y reflejó el año El Popular, a través de sus tapas, editoriales y de algunas de las ediciones especiales que realizamos.
Este año que pasó podemos decir que hubo, en el enorme dinamismo y riqueza de la dialéctica de la lucha de clases en nuestro país, en el continente y en el mundo, cuatro grandes ejes en los que se articuló la cobertura de El Popular: la pandemia, sus impactos, la insuficiente y equivocada respuesta del gobierno de la coalición de derecha encabezada por Lacalle Pou; la restauración conservadora, su ajuste neoliberal, los impactos económicos y sociales sobre el país y sobre nuestro pueblo; la repuesta del movimiento popular uruguayo, sus propuestas, sus luchas, en todos los planos y en todo el país; la campaña que logró la hazaña democrática de juntar, en estas condiciones, 800 mil firmas y habilitar un referéndum para anular 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC).
En muchas de nuestras notas reflejamos las denuncias del impacto de la restauración conservadora y su ajuste neoliberal. Especialmente el deterioro de las condiciones de vida de una parte importante de nuestro pueblo, con 100 mil pobres más y decenas de miles enfrentando el hambre con las ollas populares; la caída de los salarios y las jubilaciones y pensiones; el aumento de los impuestos, dos puntos del IVA al consumo con las tarjeta de débito, para las y los trabajadores; el aumento desquiciado de las tarifas públicas, por encima de la inflación y obviamente por encima de los salarios; el fracaso de la política de combustibles instrumentada por la LUC; la entrega escandalosa del Puerto por 60 años a una trasnacional belga; la campaña permanente contra ANTEL, las medidas para beneficiar, vergonzosa y directamente, a las trasnacionales que le compiten, por ejemplo con la portabilidad numérica incluida en la LUC; el debate parlamentario y la Rendición de Cuentas de ajuste y recorte sobre la salud, la educación, la vivienda y las políticas sociales. Junto con su contracara: el aumento de los depósitos bancarios en más de 5 mil millones de dólares, entre las cuentas en el exterior y en nuestro país; la reducción de impuestos para los más ricos; las ganancias disparadas de sectores como la ganadería, la producción de granos de exportación, la farmacéutica, el plástico, los bancos, que ya recuperaron los niveles pre pandemia e incluso los superaron.
Es decir, la concreción en la práctica del objetivo explícito de gobernar para “los malla oro”, ese pequeño segmento de nuestra población, que, históricamente, concentra la riqueza y el poder.
Pero esto tuvo respuesta de nuestro pueblo. El año que pasó hemos reflejado y ayudado a construir las luchas de nuestro pueblo. A pesar de la pandemia, del miedo a los contagios, de las restricciones, el año pasado vivimos el enorme 8 de marzo; uno de los 1° de Mayo más grandes de la historia y con mayor dimensión nacional; el 20 de Mayo enorme y en todo el país, continuado con las inauguraciones de sitios de memoria, la batalla judicial y la enorme marcha de diciembre contra el proyecto de Cabildo de Abierto de otorgar prisión domiciliaria a los torturadores; el 14 de Agosto con miles de estudiantes en la calle; los paros generales del PIT-CNT con enorme respaldo, particularmente el del 15 de setiembre con la presencia de las y los trabajadores de la ciudad y el campo desbordando Avenida del Libertador.
En esas luchas populares, todas ellas trascendentes, tuvo un protagonismo central el movimiento sindical, con los paros generales ya señalados, en apoyo y respaldo a todas las movilizaciones del movimiento popular, y muy especialmente, en los conflictos y victorias como la del SUNCA en UPM2 y en los Consejos de Salarios, los nuevos convenios de la UNTMRA, la FOICA y el SOYMA, la gran pelea de SUTEL, FANCAP y el SUPRA, defendiendo las empresas públicas y el puerto.
En el 2021 también hubo instancias de construcción y fortalecimiento de las herramientas principales del bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios. Los Congresos del PIT-CNT, del Frente Amplio y de la UJC, el día del Comité de Base, los 101 años del PCU, las elecciones internas del Frente Amplio, con la gran votación general, el gran respaldo a Fernando Pereira y la gran elección de la 1001 que la coloca nuevamente como primera lista, expresan, en distintos niveles, el fortalecimiento de las herramientas populares en el año que pasó.
Especial destaque merecen, y mucho más cuando la derecha y el poder las quieren ocultar y hacer olvidar, las victorias populares en las elecciones de la Universidad de la República; para los representantes docentes en el CODICEN y las Asambleas Técnico Docentes y estudiantiles en el Consejo de Formación en Educación; y la de los representes sociales en el directorio del BPS.
Hay que recordarlo nuevamente, no dejar que se olvide, si unimos estas elecciones a las del Sindicato Médico del Uruguay, donde también fueron derrotadas las listas impulsadas por la derecha y el gobierno, podemos decir que cada vez que la derecha y las clases dominantes confrontaron en las urnas con el movimiento popular perdieron.
La pandemia del COVID 19, central en todo el año pasado, sobre todo en la primera mitad, por el pico de contagios y muertes en Uruguay, ocupó un lugar destacado en tapas y editoriales. Mostramos sus impactos, la negativa del gobierno de derecha a adoptar las medidas que hubieran impedido un golpe tan brutal, en vidas, en salud y en aumento de la pobreza.
Las propuestas de la Intersocial, repetidas varias veces, fundamentadas, serias, respaldadas con grandes movilizaciones en la calle, que tenían como elementos centrales tomar medidas de resguardo para la población con mayor riesgo, priorizando la vida y la salud sobre la acumulación de capital, para ello había una serie de propuestas, la fundamental, una renta básica de emergencia para los sectores más vulnerables.
La soberbia del presidente Luis Lacalle Pou encerrado en su burbuja, hablando como protagonista casi único en cuidadas puestas en escena diarias en sus cadenas nacionales de radio y televisión diarias, hablando de “perillas” y “malla oro”, agravó la crisis, hizo que esta fuera peor de lo que debería haber sido.
Lacalle Pou y la derecha utilizaron la pandemia para aplicar su restauración conservadora y beneficiar a los sectores del poder con menos resistencia popular. Suena duro dicho así, pero fue lo que ocurrió. En ningún momento hubo disposición para recoger ninguna de las propuestas centrales realizadas por la Intersocial y el Frente Amplio. Incluso hubo meses enteros sin ninguna respuesta.
Esa respuesta, con discursos demagógicos sobre la “libertad responsable”, la utilización de la ciencia para revestir de seriedad sus planteos, llevaron a que Uruguay tuviera uno de los niveles más altos del mundo de contagios y una tasa de mortalidad altísima por varios meses.
Esa actitud se repite hoy. Cuando, variante Ómicron mediante, el COVID recrudece, crecen los contagios en el mundo entero y en Uruguay, en todo el planeta los gobiernos toman medidas de protección a la población y de apoyo económico a los sectores más vulnerables, Lacalle Pou, auto erigido en ejemplo de no se sabe qué cosa, vuelve a hacer de la presidencia una virtud.
Insólito, de nuevo en su burbuja de soberbia, dice que la mejor manera de hacer es no hacer.
En el mundo, según la Universidad John Hopkins, que es una de las instituciones que ha llevado con más seriedad este conteo, van 320 millones de personas infectadas por el virus y 5.200.000 muertes. Si más de 5 millones de muertes. En Uruguay ya hubo más de 6 mil muertes.
Ante una pandemia de esa gravedad, según Lacalle Pou, lo mejor es que el gobierno no haga nada. Será una frase que pasará a la historia.
Contra esa soberbia y ese desprecio por la inteligencia y el sacrificio de nuestro pueblo, es que hay que construir unidad, organización popular, organizar la lucha y levantar perspectiva, con una línea unitaria y de masas. También contra esa soberbia fue que construimos la hazaña democrática de juntar 800 mil firmas para habilitar un referéndum y anular 135 artículos de la LUC.
Este 2022 ya está siendo un año de muchas luchas, pero hay una central, que las sintetiza todas, tenemos que construir la victoria del SI rosado el 27 de marzo. En eso estamos.