Inauguración de laboratorio de detección de COVID 19 en el CURE en Rocha. Foto UDELAR.

No recortar: potenciar y acercar

Por Gonzalo Perera

Desde estas páginas siempre hemos dado la batalla de las palabras, tratando en particular de hacer conciencia sobre contenidos profundamente ideológicos, que se van deslizando cotidianamente, inadvertidamente, desde los diversos niveles del discurso público.

Un punto en el que hemos hecho siempre énfasis es en resistir el concepto de “gasto social”, proponiendo como alternativa “inversión social”. Pues el dinero que se destina a políticas de salud, educación, promoción del empleo y mejora de condiciones de convivencia, es la mejor de las inversiones, que a distintos plazos, nos beneficia a todos.

En momentos que el gobierno nacional proyecta la presentación de una ley de presupuesto quinquenal bajo una notoria consigna de recortar (eufemísticamente, “ahorrar”), esta precisión cobra más vigencia e interés que nunca.

Adicionalmente, en estos días puedo aportar un ejemplo más que evidente de la visión de, por ejemplo, la Educación y la Investigación como excelentes inversiones. Con una doble ventaja: es un ejemplo que tengo muy cerca, pero donde yo nada aporté, por lo que puedo analizarlo con la más absoluta libertad de no sentirme juez y parte.

El pasado Viernes 31 de julio, en la sede Rocha del Centro Universitario Regional del Este (CURE, de aquí en más) de la Universidad de la República, se inauguraba un laboratorio destinado a hacer diagnósticos de COVID-19. Este laboratorio se une entonces a una red nacional montada sobre las bases de la infraestructura de la Universidad de la República (Facultad de Ciencias, Centro Universitario Regional Litoral Norte, ahora el CURE) y de otras instituciones dedicadas a la investigación (Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, Instituto Pasteur). La contención de la pandemia, que actualmente en buena parte reposa en una capacidad de testeo que multiplica por diez la que existía al inicio de la misma, está siendo posible gracias a esas capacidades públicas de investigación instaladas, además de, obviamente, a la cobertura universal y fortalecida capacidad de atención y prevención, aportada por el Sistema Nacional Integrado de Salud, por la extensión y calidad de la atención a nivel primario de ASSE, con las RAP, que trabajan en el territorio y con la comunidad. En fin, disculpas por el paréntesis, pero no viene mal recordar esta herencia bendita que el gobierno actual recibió del Frente Amplio.

Pero volviendo al laboratorio COVID-19, el mismo fue posible porque se instaló a partir de las capacidades de un laboratorio pre-existente, como lo es el laboratorio de Ecología Molecular, dirigido por la Dra. Cecilia Alonso. La Dra. Alonso declaraba en una entrevista de “La Diaria” que la instalación del laboratorio COVID-19 llevó tres meses de intenso trabajo con múltiples apoyos que resultaron cruciales, pero que su laboratorio de Ecología Molecular, llevó diez años de muy duro esfuerzo sin el cual no hubiera habido milagro. Pero además, también enfatizó que resultó un aporte imprescindible el de personal capacitado para trabajar en la Salud, con muestras de riesgo biológico, y que ello fue posible porque en la Sede Rocha del CURE está presente la Licenciatura en Enfermería de la Facultad de Enfermería, que obviamente brinda idoneidad en tal sentido.

A partir de este testimonio protagónico se deduce claramente que si entre 2007 y 2010 no se hubieran alineado la perseverancia de la comunidad, como la expresada en la Comisión Pro-Universidad de Rocha, la voluntad del gobierno departamental de Rocha, la del gobierno nacional (ambos frenteamplistas), la del Parlamento (con mayoría frenteamplista) y la del gobierno universitario, como para decidir crear el CURE, dotarlo de una estructura edilicia y de laboratorios de alta calidad en Rocha, instalar equipos de investigadores como el de la Dra. Alonso y diversas carreras universitarias, como la Licenciatura en Enfermería, hoy nos estaríamos perdiendo parte de esta capacidad nacional de enfrentar a la pandemia que tanto enorgullece al actual gobierno.

Atención, esto no sólo pasó en Rocha, que es el ejemplo planteado, sino que ocurrió en buena parte del interior. Además, nadie menosprecia el aporte, desde las organizaciones de la comunidad, como desde las Juntas Departamentales u otros niveles de incidencia, de destacados ciudadanos nacionalistas, batllistas, etc., para que esta descentralización haya sido posible. No sólo no la menosprecio, sino que la reconozco a título expreso, cada vez que puedo. Pero es evidente, y el caso de Rocha lo ejemplifica bien, que el rol jugado por el FA desde diversos niveles de gobierno, fue absolutamente crucial para esta democratización del acceso a la enseñanza universitaria y potenciación de la investigación en todo el territorio.

La pregunta del millón es: si en la ley de presupuesto en discusión hoy, se apuesta al recorte y no se sostiene la capacidad nacional de generación de conocimiento y su descentralización territorial…

¿De qué nos estaremos privando, amputando, de aquí a 10 años?

Ud. me dirá que 10 años es mucho tiempo y que el gobierno debe enfrentar la enorme crisis social, económica, el brutal desempleo, etc., que vive el país. Obviamente estamos de acuerdo que es esencial y prioritario atender la emergencia con medidas realmente urgentes. Pero un gobernante debe también pensar a 10 y a 20 años, si no más que un gobernante, es un conferencista o comentarista cotidiano. Porque así como hoy cosechamos la siembra de hace 10 años, si hoy no se siembra, en 10 años no habrá cosecha. Pero además, no se trata sólo de combatir pandemias. Para generar más y mejor empleo, se necesita mayor desarrollo tecnológico nacional. Cuidado: no pensemos en la tecnología como sinónimo de robots o instrumental sofisticado, también son tecnología las técnicas naturales de control de plagas, de mejoramiento genético, de preservación de la calidad ambiental, etc., que pueden ser aplicadas no sólo por grandes inversores, sino por pequeños emprendimientos familiares, cooperativos.

Ud. me dirá que me estoy anticipando con el temor a los recortes. Mire, si la consigna central del Presupuesto es “recortar” y uno de sus artífices es Isaac Alfie, ciertamente lo mío es solamente buena memoria. Si además la ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación), una fuente muy importante de financiación de la investigación en el sentido más amplio en el Uruguay, está “temporalmente con ventanillas cerradas”, esto es, no abriendo ningún nuevo llamado concursable: ¿Ud., no desconfiaría?

Finalmente, pero no menos importante, hay que recordar que la Educación es un sistema. Porque me centré en lo que más conozco, en investigación, en la enseñanza universitaria, pero, si no tenemos muy buenas condiciones de estudio para los alumnos, de trabajo y formación de los docentes de todos los niveles de la Enseñanza, tampoco hay milagro: es indispensable invertir en la Educación Pública. Punto.

No es hora de recortar, sino de potenciar capacidades y acortar distancias. No es golpe bajo, sino testimonio sincero, compartir que se me han caído las lágrimas cuando algún flamante egresado universitario rochense me ha dicho que estaba viviendo lo que nadie en su familia siquiera soñaba.

Hacer realidad los sueños de nuestra gente, no podarlos, no pasarles con la tijera, es misión de todo gobierno democrático.

Defender, hacer posible los sueños que nuestra gente aún ni siquiera se imagina para sí, es el deber de la izquierda.

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