“Padre Artigas, aquí está tu pueblo”

Hace 53 años, el 26 de marzo de 1971, el general Líber Seregni, pronunció su primer discurso público como candidato presidencial del Frente Amplio.

Lo hizo en el acto político más grande de la historia hasta ese momento, en el mismo acto en el que el FA alzó por primera vez su bandera.

Seregni señaló los ejes del programa del Frente Amplio, destacó la unidad como una conquista central, la contradicción oligarquía-pueblo, reivindicó el antimperialismo, las raíces artiguistas y la necesidad de llevar el pueblo al poder.

Una necesidad popular y colectiva

“Nunca nuestro país presenció un acto como éste. Jamás hubo un acto político de esta envergadura. Esto es el Frente Amplio. Pero cabe preguntamos: ¿Cómo y por qué ha sido posible el Frente Amplio? ¿Cómo surgió este incontenible movimiento popular que tardó tanto en nacer y ha sido tan rápido en propalarse? Tiene que haber profundas razones que lo expliquen. (…)

Esta multitud que está aquí, que aquí se ha congregado, esa multitud que se mueve a lo largo y a lo ancho de todo el país, porque somos conscientes que estamos abriendo una nueva época en la vida del Uruguay: Sabemos que el Frente Amplio abre una etapa histórica en la vida de nuestra sociedad. Porque el Frente Amplio no es una ocurrencia de dirigentes políticos; el Frente Amplio es una necesidad popular y colectiva del Uruguay (…). Tampoco el Frente Amplio es una resolución circunstancial de partidos o grupos políticos; por el contrario, ellos han interpretado una exigencia que estaba en la calle; han dado forma y cuerpo a un sentimiento y a una urgencia de todo nuestro pueblo. Por eso el Frente Amplio desencadenó tan rápidamente este movimiento popular de adhesión, de participación y de militancia. Porque interpreta una necesidad objetiva de nuestra sociedad. (…)

La sangría emigratoria

¿Cuál es la situación actual del Uruguay? ¿Cuáles son los rasgos más notorios de lo que nos está pasando? Ante todo, un hecho hiriente y brutal, aunque sea el más silencioso. El Uruguay, nuestro Uruguay se ha transformado en un país de emigración. Los uruguayos emigran. Emigran por miles y por miles. (…)

Porque la nuestra es una inseguridad global, que afecta a todos los ámbitos de la vida. Se limitan las libertades públicas, desaparece la libertad de prensa, ocurren encarcelamientos masivos sin justificación alguna, se ataca con ensañamiento a la enseñanza tanto a nivel universitario como secundario. (…) El país vive una situación de violencia como no conoció desde la época de las guerras civiles. Es si la crisis más profunda de la historia del país. Y de eso debemos tener muy clara conciencia porque estamos en tiempo de decisión. (…)

Dos etapas de frustración

Desde el término de la Segunda Guerra Mundial, pueden distinguirse dos etapas diferenciadas, dos políticas económicas distintas. La primera, que comienza al término de la Segunda Guerra Mundial y se clausura en el año 1958, corresponde al esfuerzo por industrializar al país. La segunda que va desde el año 1958 al año 1964, parece animada por el intento de fortificar nuestra agropecuaria. Esos dos enfoques sucesivos y distintos, terminaron los dos en callejones sin salida, con características distintas, con enfoques distintos, no lograron renovar y movilizar creativamente al país.

¿Por qué no tuvieron salida? ¿Por qué se frustraron? En última instancia la contestación es muy sencilla: las dos vías tomadas no enfrentaron el obstáculo decisivo para el desarrollo nacional, y ese obstáculo es la oligarquía, es decir, la trenza bancaria terrateniente y de intermediación exportadora, el grupo social que domina y acapara la tierra, el crédito, los canales de comercialización de nuestros productos. Sus centros de poder siguieron intactos, determinando nuestra economía, estrangulando al país, beneficiándose de las energías de nuestro pueblo, apropiándose y desviando el esfuerzo nacional.

(…) El país siguió estancado y el deterioro siguió avanzando. Porque está claro, los grupos dominantes están ligados a poderosos intereses extranjeros, son la expresión interna de nuestra dependencia de las grandes potencias capitalistas, de esas potencias que nos fijan precios, que nos imponen términos de intercambio adversos. Así, en los últimos años, se agudizó el endeudamiento externo y las ataduras al Fondo Monetario Internacional.

Es entonces la realidad urgente, el empobrecimiento colectivo, lo que obliga a enfrentar de una buena vez a la rosca que nos aprieta. La disyuntiva de hoy es muy clara: o la oligarquía liquida al pueblo oriental, o el pueblo oriental termina con la oligarquía. (…)

Y vinieron los últimos tiempos. Los políticos blancos y los políticos colorados quedaron relegados y la oligarquía tomó directamente el gobierno. Esto nunca había sido tan visible, tan descarnado y tan claro. Los grupos económicamente dominantes estaban dispuestos a todo para reducir al pueblo oriental y se abrió así una era de violencia, la que estamos viviendo. La violencia comenzó desde arriba. La estructura de dominación oligárquica quedó al desnudo; decretó que era la «hora del garrote» y, como siempre, cínicamente, culpó del desorden a las masas estudiantiles y a las masas obreras.

Medidas de seguridad para mantener intacto el privilegio

Hubo acá un cambio fundamental, cualitativo. No se buscó una modificación del campo económico: no se propuso un nuevo modelo para el desarrollo. Las transformaciones se centraron en el campo político y en el campo social. Para mantener intactas las estructuras del poder económico, para mantener los privilegios de la oligarquía, era necesario terminar con el régimen de libertades públicas y con el régimen de seguridades sociales. La congelación de salarios y las Medidas de Seguridad provocaron la polarización social. La clase media y la clase obrera se vieron diezmadas económicamente. Pero, además, se las marginalizó, se las dejó al costado del camino. Este proceso, que se acompaña de un Poder Ejecutivo que consolida su primacía total sobre el Poder Legislativo, está ligado necesariamente a la descomposición de los partidos tradicionales.

¿Por qué? ¿Qué es lo que ha pasado con esas dos grandes fuerzas históricas de los partidos tradicionales? ¿Qué se ha hecho de sus sectores más populares?  (…) Siempre hubo, dentro de cada uno de los partidos tradicionales, un ala conservadora y un ala popular, y en las últimas décadas la mayoría, el control de cada partido, lo tuvieron los sectores más populares. Pero los partidos tradicionales fueron siempre un compromiso entre el pueblo y la oligarquía. Pero ahora, ya no pueden serlo más. La oligarquía controla totalmente a ambos partidos, porque no tiene otro partido que contra el pueblo, y el pueblo ya no tiene lugar en los viejos lemas.

Este es el hecho actual de relevancia histórica. Los hombres progresistas y populares del Partido Colorado y del Partido Nacional, de clara y firme militancia política, que quieren ser fieles a su pueblo, comprendieron que tenían que romper el cascarón vacío de los viejos lemas y unirse con las otras fuerzas populares y progresistas, que ya no importan los cintillos; que no son válidas las vallas con que quisieron separarnos, que la única línea divisoria está entre quienes quieren mantener un orden como el actual, un régimen caduco, opresor, antipopular, y aquellos que desean los cambios que el país exige; que de un lado está la oligarquía blanca y colorada, y del otro lado el pueblo, blanco, colorado, democristiano, comunista, socialista, independientes. Esa es la verdad y ésa es la definición de la hora actual.

El Frente Amplio heredero de la tradición artiguista

Es por esto que el Frente Amplio no es una simple suma de partidos y de grupos; es la nueva conciencia que levantará un nuevo Uruguay. Aquí está el pueblo, que no ha perdido la fe ni en sí mismo ni en el destino del país. Nunca se abrió un cauce tan ancho para la unidad popular como en estos momentos. Nunca, salvo con Artigas. También junto a él el pueblo oriental se unió, para enfrentar a la oligarquía y al imperialismo de la época. Y hoy volvemos a lo mismo. Por eso el pueblo, por eso el Frente Amplio es el legítimo heredero de la tradición artiguista y toma sus banderas y su ideario.

Y no es que cada ciudadano, que cada grupo o partido pierda u olvide sus tradiciones partidarias. Las guarda y las cuida celosamente, porque esas tradiciones sirvieron para construir el Uruguay, pero las integra y las une en un sólo haz, porque la fuerza del Frente Amplio está en que asume las mejores tradiciones uruguayas para construir un Uruguay mejor. (…)

Es el pueblo consciente de su destino, seguro de su decisión. Es el último, el definitivo intento del Uruguay para buscar salidas legales, democráticas, pacificas. Somos el Frente Amplio una afirmación pacifica; pero no nos dejaremos trampear nuestro destino.

No queremos la violencia, pero no tenemos miedo a la violencia. Nosotros no queremos ni el caos ni el desorden. El régimen actual no es el orden, sino el «desorden establecido». Nosotros sí queremos cambios radicales en la vida económica y social del país. Son los que no quieren cambiar las cosas, los agentes de la violencia y los agentes del desorden. (…)

Qué se propone el Frente Amplio

Las bases programáticas son públicas y todos las conocen. Pero quiero fijar su orientación, el espíritu que las anima. (…)

El país tiene una inmensa capacidad subutilizada, mal utilizada, desperdiciada. La primera es el hombre. ¿Cómo realizar al hombre en el cumplimiento de sus funciones sociales, para que éstas lleguen al máximo de su eficacia? Partiendo de aquí, las metas adquieren toda su importancia.

Los puntos críticos de los que tenemos que desamarrar al país, para que éste despegue con fuerza, para que crezca con vigor. Tenemos que desamarrar y cortar con el latifundio; tenemos que desamarrar y cortar con la banca privada; tenemos que desamarrar y cortar con el complejo de succión de la exportación. Estos son los aspectos principales, fáciles de visualizar, pero fortalezas que el pueblo tendrá que conquistar con luchas y sacrificios, porque hoy, o el pueblo elige su sacrificio para salvarse, o la oligarquía lo sacrifica a sus intereses. Todo esto exige temple, conciencia, responsabilidad, la mayor seriedad en las decisiones. Y para esto, el instrumento del pueblo será el gobierno, el gobierno del pueblo al servicio del pueblo, con la participación y contralor del pueblo. (…)

Estos son los tres objetivos, que no son independientes entre sí, sino que conforman una unidad indisoluble. Sobre esa base se levantará el resto del edificio. Esa es la base de nuestra estrategia: reforma agraria, nacionalización de la banca, nacionalización del comercio exterior, y siempre partiendo del criterio rector que es el hombre uruguayo.

Autodeterminación y no intervención

Esta política interna de autodeterminación se manifiesta también en la concepción que el Frente Amplio tiene de la política internacional.

Porque lo nacional y lo internacional son dos aspectos de una sola política. De ahí que nos basemos en nuestro plan nacional de autodeterminación, de liberación nacional. Este principio de autodeterminación se conquista con la energía de cada pueblo. Esta es nuestra regla fundamental e indiscutible: el principio de autodeterminación de los pueblos. La autodeterminación significa libertad de los pueblos para crear por sí mismos, con su propia fuerza y elección, su propio destino. (…) Esto nos lleva, en el plano internacional, a dos corolarios necesarios. El primero, es la no intervención. Es un principio defensivo ante las amenazas y presiones extranjeras; es el repudio a las intervenciones extranjeras. El principio de la no intervención debe ser una constante intangible de nuestra política internacional. Pero no basta con proclamarlo, con declararlo; exige, como única garantía, la vigilancia y la militancia popular. Pero no basta con la no intervención. El otro corolario necesario a la autodeterminación es la activa solidaridad latinoamericana. La autodeterminación exige la ruptura de nuestras formas de dependencia: la económica, la política, la cultural, la científica. Estamos en América Latina y América entera es víctima de la misma dependencia, de los mismos poderes. Nuestra lucha es común con nuestros hermanos latinoamericanos. También lo fue cuando Artigas, Bolívar y San Martín. Y porque aquellas luchas terminaron con el exilio de Artigas, Bolívar y San Martín, es que emprendemos ahora la segunda emancipación latinoamericana, y esto nos lleva a la solidaridad con todos los movimientos de liberación nacional que hoy se levantan en América Latina. Solidarios hoy, como fuimos solidarios ayer. Es el camino hacia la Patria Grande que soñaron nuestros próceres. No los evocamos en vano. Simplemente retomamos su política a la altura de nuestro tiempo y de nuestras necesidades.

La revolución la hacen los pueblos

Y aquí no se trata de importar o exportar revoluciones. Esto es un planteo falso, o calumnioso de la oligarquía. La revolución es lo único que no se puede exportar o importar, porque la revolución la hacen los pueblos, y un pueblo no se importa ni se exporta. Los pueblos son raíz permanente en cada uno de sus países. Cada uno tiene sus características y debe resolver sus problemas de acuerdo a ellas. Lo otro es invento y recurso de los contrarrevolucionarios, de la oligarquía, del imperialismo.

Por otra parte, no se trata de imitar a Cuba, a Perú, a Bolivia, a Chile ni a ningún otro país. Es imposible porque cada pueblo tiene su realidad histórica. Nadie va a inventar el camino de Uruguay, sino nosotros mismos, los orientales basados en nuestra manera de ver y en nuestras realidades. Renunciar a ello sería renunciar a nosotros mismos. Somos y queremos ser orientales. Todo esto es muy claro. Nuestra política internacional está necesariamente ligada al proceso de liberación de América Latina. El proceso de liberación de América Latina está ligado al de todos los pueblos oprimidos del Tercer Mundo. Esa es nuestra posición. Nuestra orientación está perfectamente definida y nuestra política internacional es acorde y resultante de nuestros propósitos nacionales.

«Un pueblo unido jamás será vencido»

Queremos decir aún dos cosas fundamentales: me siento todavía integrante de las fuerzas armadas de mi país, de esas fuerzas y esos hombres que llevan sobre el frente de sus gorras el emblema artiguista, son los continuadores históricos de las huestes artiguistas y en estos momentos de liberación nacional, de búsqueda de una real y efectiva democracia, de prosecución de la justicia social, nuestras fuerzas armadas como fueron antes, como serán siempre, serán salvaguardia de la Constitución y serán también celosos salvaguardias de la voluntad del pueblo.

Una última precisión: El Frente Amplio nos ha honrado con la nominación para la candidatura presidencial. Somos conscientes de la tremenda responsabilidad que asumimos. Pero estoy consustanciado con el Frente Amplio y con el pueblo de mi país. Del pueblo provengo, es mi país, mi pueblo, el que me permitió realizarme como hombre, como militar y como ciudadano, y a él me debo. Por eso nuestro compromiso, aquí y ante ustedes, de entregar todas nuestras energías y nuestras posibilidades para la causa del Frente, que es la del pueblo oriental todo nuestro esfuerzo por esa causa, por su programa, seguros, confiados en la victoria. Porque es el pueblo oriental el que emprende el camino hacia su futuro y nadie ni nada detiene a un pueblo decidido consciente, seguro que sabe lo que quiere y sabe dónde va.

Repito -porque tiene la profundidad y la simplicidad de las grandes verdades- un canto que escuchamos a los estudiantes de Medicina: «Un Pueblo Unido, Jamás Será Vencido».

Y antes de irnos, una invocación que nos sale del fondo del alma.

Padre Artigas: aquí está otra vez tu pueblo; te invoca con emoción, y con devoción y bajo tu primera bandera, rodeando tu estatua, este pueblo te dice otra vez, como en la patria vieja, ¡Padre Artigas guíanos!”.

(Extracto de la versión publicada por EL POPULAR, hace 53 años, en su edición del 27 de marzo de 1971)


Parte de la crónica de El Popular en 1971.

El 26 de marzo y EL POPULAR

El 26 de marzo de 1971 fue vivido en EL POPULAR con la importancia que ese acto histórico tenía. La edición del 27 de marzo de 1971 es una joya histórica.  Fue furto de un enorme esfuerzo de los periodistas que siguieron el acto, que desgrabaron completo el discurso del general Líber Seregni que terminó pasadas las 23 horas, que incluyeron resúmenes del resto de los discursos, todo eso en una época con grabadores de cinta y máquinas de escribir. Fotógrafos, que tomaron la multitud desde diversos ángulos y alturas, con máquinas de rollo, que había que revelar, editar e imprimir en papel luego. Gráficos, que debían tener la edición lista para su distribución, aún con un cierre que fue casi al filo del amanecer. Administrativas y distribuidores que pelearon para llevar la edición a cada rincón del país.

El acto fue casi ignorado por el resto de la prensa, solo transmitido por CX 30 Radio Nacional y CX 42 Radio Vanguardia, por lo tanto, que se conociera la dimensión y los planteos realizados en él dependía en gran medida de esa edición de EL POPULAR. 

Además del discurso completo de Seregni, que también resumimos hoy, hay una crónica titulada “180 minutos inolvidables”. Se destaca que una orquesta sinfónica fue la encargada del himno nacional. Que luego de ello se izó por primera vez la bandera del Frente Amplio que es la primera bandera artiguista izada en Montevideo, precisamente un 26 de marzo de 1815, por Fernando Otorgués, en la Fortaleza del Cerro, cumpliendo una orden directa de José Artigas.

La crónica incluye el resumen de todos los discursos de esa noche pronunciados por el general Arturo Baliñas, José Pedro Cardoso, Edmundo Soares Netto, el diputado Juan Pablo Terra, el senador Francisco Rodríguez Camusso, Alba Roballo, el entonces diputado comunista Rodney Arismendi, el senador Zelmar Michelini, el profesor Juan José Crottogini, candidato a la vicepresidencia de la república por el FA y el general Líber Seregni.

La crónica termina señalando que, al finalizar el acto, que “dejó raquítica la Explanada Municipal” y se extendió “desde Plaza Cagancha hasta Minas, derramándose por Médanos, Santiago de Chile, Ejido, hasta San José y Colonia”, la multitud protagonizó una gigantesca manifestación improvisada que desbordó 18 de Julio.

Foto

Contratapa de la edición de El Popular del 27 de marzo de 1971.

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