Preguntas necesarias

Arturo Fleitas (*)

Preguntas de un obrero frente a un libro de Bertolt Brecht

Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?

En los libros figuran los nombres de los reyes.

¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?

Y Babilonia, destruida tantas veces,

¿Quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas

de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?

La noche en que fue terminada la Muralla china,

¿Adónde fueron los albañiles? 

Roma la Grande

está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?

¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? 

Bizancio, tan cantada, ¿Tenía sólo palacios para sus habitantes?

Hasta en la fabulosa Atlántida,

la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban

pidiendo ayuda a sus esclavos.

El joven Alejandro conquistó la India.

¿Él solo?

César venció a los galos.

¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?

Felipe II lloró al hundirse su flota. ¿No lloró nadie más?

Federico II venció la Guerra de los Siete Años.

¿Quién la venció, además?

Una victoria en cada página.

¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?

Un gran hombre cada diez años.

¿Quién pagaba sus gastos?

Una pregunta para cada historia.

Parafraseando a Bertolt Brecht, nosotros también deberíamos hacernos algunas preguntas. Donald Trump ganó por goleada en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos ¿Llegó él solo con su solo esfuerzo? Bolsonaro y Milei llegaron a la presidencia en sus países ¿Quién los votó?

La coalición de colorines desgobernó el Uruguay durante cinco años y hoy nos disputa palmo a palmo las elecciones a pesar de su política contra el pueblo, de su entrega del país a los grandes capitales, de su corrupción galopante y ofensiva. ¿Quién los vota y los sostiene?

Son gente de nuestro mismo barrio, compañeros de trabajo, alumnos y profesores de nuestra universidad, la señora que todavía barre su vereda, pero tira la basura fuera del contenedor porque la Intendencia y la limpieza están a cargo del Frente Amplio. No son mala gente. Incluso son buena gente.

¿Qué les pasa? Son producto de una batalla cultural que todavía tenemos por delante y que nos queda mucho camino para ganarla.

Porque las grandes definiciones de los pueblos -como las elecciones o los plebiscitos, por ejemplo- se producen primero en la conciencia de cada persona que habita este mundo. Y ése es el campo de la cultura. La que trae consigo todos los tesoros creados por la humanidad a lo largo de la historia cuyo recuerdo debe ser borrado de la conciencia para que triunfe la cultura del despojo, de la corrupción y de la guerra.

Menudo trabajo tenemos los trabajadores de la cultura. Menudas obligaciones tienen aquellos que nos representan y que deciden sobre adónde van los apoyos y los énfasis para hacerlos efectivos.

(*) Actor, director y docente teatral / Columnista cultural del programa “Cultura en Casa” los miércoles por Radio Fénix.

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