¡¡Sí, puedo!!

Las limitaciones nacieron con ellos o les sobrevino un día sin aviso, cualquiera haya sido la razón los tenía allí en igualdad de condiciones ante el resto. Sin embargo, nunca imaginaron que habría un grupo de personas dispuestas a disminuir esas «diferencias» al punto de hacerlas casi que desaparecer, aunque más no fuera por un rato.

Gente que los tiene presente y que están resueltos a poner sus capacidades -y su conocimiento- al servicio de quienes tienen los mismos derechos que el resto de los mortales, a disfrutar de la maravillosa y mágica experiencia de vivir sin limitaciones.

En el marco de la semana de la discapacidad, se realizó en la piscina de la Plaza de Deportes Nº 11 del Cerro, una actividad de Buceo Adaptado, organizada por la Federación Uruguaya de Actividades Subacuáticas (FUAS) y el Proyecto Uruguay Bucea del Grupo de Buceo de la Armada Nacional.

Un equipo de buzos profesionales uruguayos que se pusieron al servicio de otros uruguayos que nunca imaginaron poder sentirse libres y sin las limitaciones que padecen… hasta ahora.

¡Un bautismo inolvidable para quienes recibieron la solidaridad de un grupo que les enseñó que Sí, pueden!…

Libres otra vez

Fueron varios los que recibieron este bautismo en una actividad de alto riesgo pero que ofrece un invaluable adicional de minimizar las limitaciones físicas, gracias a ese estado de ingravidez que ofrece el agua.

El agua, ese elemento en el que nos gestamos y que permite disminuir toda diferencia a la hora de disfrutar la flotabilidad en forma absoluta. Sensaciones que fue posible regalar a portadores de limitaciones que nunca imaginaron que podrían acceder a una experiencia como esta que les permitiría disfrutar sensaciones que alguna vez sintieron y que ya creían ajenas. Y la principal sensación es la libertad de movimientos que algunos perdieron de forma accidental, en una fracción de segundo que les cambió la vida para siempre.

Si bien la experiencia consistió en un bautismo inicial a la actividad de buceo recreativo, la complejidad adicional de tratarse de personas con alguna limitación física o intelectual, era un desafío para los organizadores. Máxime teniendo en cuenta que el Buceo Adaptado (que es el nombre correcto de esta especialidad), no es una modalidad muy difundida en el Uruguay. Una disciplina que hoy contaba con los principales referentes al frente, instructores que estuvieron supervisando y asistiendo junto a un equipo de buzo profesionales de la Armada sin cuya asistencia hubiera sido imposible realizar esta experiencia.

Liderados por la Instructora PADI -Jeannette Ferraro- quien ostenta su triple condición de Presidenta de la FUAS, Instructora PADI en Buceo Adaptado y Licenciada en Educación Física, junto a los responsables del Proyecto Uruguay Bucea, del Grupo de Buceo de la Armada, se pudo concretar esta maravillosa experiencia, en las instalaciones de la Plaza Nº 11 del Cerro, cedida generosamente para la actividad.

Un reducido grupo de personas con diferentes grados de discapacidad, hicieron parte de este Taller de Buceo Adaptado, que consistió en nociones básicas de reconocimiento de los equipos, cómo respirar con tanque, y la invitación previa a sentirse libres y disfrutar de una experiencia que les marcaría para el resto de su vida.

Si bien los participantes fueron varios, hubo uno que se robó la atención de todos y muy especialmente de los instructores, dado el grado de limitación que padece. Leandro, es un joven que debió esperar 12 años para abandonar su silla de ruedas y volver a sentir la libertad que perdió un día de forma accidental.

Aquel día, decidió zambullirse en el lugar equivocado y de poca profundidad; el golpe de su cabeza contra el fondo fue tal que le provocó serias lesiones en sus cervicales y lo condenó a una paraplejia que pudo revertir en parte gracias a un trabajo de rehabilitación pero que lo mantiene indisolublemente ligado a su silla de ruedas. Sin embargo, fue manifiesta su felicidad cuando pudo experimentar la sensación de ingravidez que ofrece el agua y acercarse a aquella libertad perdida hace más de una década.

Pero si la felicidad de Leandro, junto a la de Fernanda y todos los que, junto a la de Fernanda y todos los que participaron de este taller, bastaba para darnos por satisfecho viéndolos disfrutar, la alegría de los instructores y asistentes de cada equipo, también valió la pena. Porque los que recibieron este bautismo no solo respiraron aire de los tanques, sino una tremenda dosis de solidaridad que pudo quedar registrada en imágenes gracias a un grupo de asistentes que filmaron y a un equipo de Canal 4 que se hizo presente en la actividad. (ver informe)

Esta sencilla columna solo pretendió difundir un poco más una actividad que no pasó desapercibida para quienes hicieron parte de la misma, pero que merecía ser contada para que se difunda y sepa que hay gente comprometida en ayudar sin esperar otra recompensa que la sonrisa infinita y cálida de quien recupera la libertad de movimientos que una vez perdió, y reconoce y acepta, con inquebrantable voluntad, que Sí, puede…

el hombre abandonó la silla de ruedas,

el perro ladraba contento…

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

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