Por Bruno Giometti
En una nota anterior (13 de junio) realizamos un análisis de los llamados “malla oro” de la actividad agropecuaria, en particular los sectores orientados a la exportación.
Vimos que hay sectores que tuvieron dificultades y redujeron su valor exportado en comparación con el año pasado, por la situación de los socios comerciales a raíz de la pandemia mundial. Pero también vimos que hubo sectores que lograron una situación de estabilidad o incluso incrementaron su producción y sus ventas al exterior, lo cual sumado a la fuerte subida del dólar en el correr de este año (más de 20% en comparación con igual período del año anterior) tiene que haber redundado en una recomposición muy importante del margen de rentabilidad.
En estos sectores “malla oro” podemos ubicar al arroz liderando el podio y más abajo los lácteos y la soja. En el caso del arroz las exportaciones pasaron de 145 millones de dólares en el primer semestre de 2019 a 242 millones en lo que va de 2020. Esto sumado a la mejora de la competitividad precio (incremento del dólar descontada la inflación doméstica) implicó una mejora de las ventas reales de alrededor del 85%. En el caso de los lácteos las exportaciones pasaron de 277 a 280 millones de dólares en igual período, lo cual sumado al efecto del tipo de cambio implica una mejora del orden del 12%. Por último, las exportaciones de soja pasaron de 436 a 425 millones de dólares (esto es, tuvieron una disminución medidas en dólares) pero el efecto del tipo de cambio redunda en una mejora neta del orden del 8% respecto al año pasado.
También pudimos comprobar que dentro de aquellos sectores menos favorecidos, que tuvieron caída en el valor real de sus exportaciones, hubo empresas “malla oro” que en 2020 mejoraron sus ventas respecto al año pasado, además del factor tipo de cambio que contribuyó aún más a la mejora de su situación. Por ejemplo, en el caso de algunas empresas del rubro frigorífico.
En la presente nota intentaremos empezar a acercarnos a los otros “malla oro” de la economía uruguaya, que además del sector agropecuario, no han visto resentida su actividad en lo que va de este año y tienen buenas perspectivas hacia adelante.
La industria: muchos problemas y algunas excepciones
Es sabido que la industria manufacturera de nuestro país tiene problemas estructurales significativos. Hubo sectores de la industria que lograron un crecimiento importante en el ciclo de expansión económica posterior a la crisis de 2002 (2004-2014) pero ya en los últimos años la situación de la industria en general es comprometida. Esto se aprecia tanto en la caída de los volúmenes producidos como especialmente en la cantidad de ocupados. Entre 2011 y 2019 la cantidad de ocupados en la industria manufacturera considerada globalmente se redujo un 25% aproximadamente. La producción cae a menor ritmo pero lo hace de manera sostenida desde 2015 hasta el presente.
En este panorama, la crisis generada por la emergencia sanitaria es un duro golpe para varios sectores de la industria manufacturera, los cuales ven agravada una situación que ya venía complicada. En particular, sectores orientados al mercado interno de productos que no son básicos o los que venden principalmente a la región.
¿Cuáles son las excepciones a esta situación general negativa? Podemos aproximarnos a una respuesta mirando los datos de Indice de Volumen Físico por sector que publica el INE. Estos datos están actualizados hasta mayo de 2020 con lo cual nos permite apreciar su realidad incluyendo los meses posteriores al inicio de la pandemia.
Algunos rubros vinculados a la agroindustria alimentaria han mantenido buenos niveles de producción en lo que va de este año e incluso en los peores meses de la emergencia sanitaria (abril y mayo). El sector de “elaboración de aceites y grasas de origen vegetal y animal” produjo en los primeros 5 meses del año 2020 un 11% más que en igual período del año pasado. En el caso de la “elaboración de productos de molinería, almidones y productos derivados del almidón y de alimentos preparados para animales” el incremento es de 1% en igual período.
Hay rubros vinculados a la rama de la química-farmacéutica que también han visto mejorada su situación. Esto era esperable, teniendo en cuenta que producen bienes fundamentales que se vuelven más relevantes aún en un marco de emergencia sanitaria. El sector de “fabricación de productos farmacéuticos y medicamentos para uso médico y veterinario” aumentó su producción física un 3% en los primeros 5 meses de 2020 en comparación a igual período de 2019. Por su parte, el sector de “fabricación de jabones, artículos de limpieza, artículos de tocador y preparados para pulir y limpiar” vio incrementada su producción física en un 29% respecto al año pasado.
En el caso de la industria farmacéutica, el dato de crecimiento del volumen producido es consistente con lo que surge de los datos de exportaciones. Las ventas al exterior de productos farmacéuticos pasaron de 99 millones de dólares en el primer semestre de 2019 a 113 millones de dólares en el primer semestre del corriente año.
Otro sector de la industria que viene en franca mejoría este año es “fabricación de vidrio y productos de vidrio” con un aumento del orden del 43% respecto a 2019.
La construcción merecería un análisis aparte. Más allá de las dificultades de los últimos años, fue un sector que prácticamente no se detuvo por la pandemia más que algunas semanas y retomó fuertemente la actividad a mediados de abril. En el sector las perspectivas desde el punto de vista económico son alentadoras, en particular por algunas obras previstas como UPM 2 y obras anexas.
El sindicato de la construcción, fruto de esta realidad sectorial al menos alentadora (por ende no es razonable a priori que haya caída del salario) y sobre todo por la movilización desplegada en los últimos meses, ha logrado un convenio que posibilita el mantenimiento del salario real hasta 2023.
El comercio: hay “malla oro” en una realidad heterogénea
En el comercio hay mayores dificultades para la medición, dado que no se cuenta con datos oficiales y sistemáticos con el nivel de desagregación que se tiene para la industria manufacturera.
En primer término hay que tener en cuenta el contexto económico general. En el caso del comercio en general, una forma de aproximarse a su situación es mirar la evolución del consumo privado de la economía, que se publica de forma trimestral. En el primer trimestre de 2020, período donde el PBI de la economía tuvo una caída, el consumo privado se mantuvo en un crecimiento muy moderado de 1,5% similar a lo ocurrido en los últimos años. Estos datos abarcan los tres primeros meses del año, es decir que no tienen en cuenta lo sucedido a partir de abril.
Es esperable que a partir de abril, sobre todo en los rubros no vinculados a productos básicos, la caída haya sido importante, por la retracción del consumo en general. En particular es esperable que hayan sido muy afectados los rubros vinculados a la importación (venta de electrodomésticos, automóviles) dado que al tener su precio de referencia en dólares, se encarecieron fuertemente, reduciendo su demanda y por ende seguramente sus ventas. Las empresas basadas principalmente en la venta de productos importados están siendo fuertemente afectadas.
En el caso de los supermercados, si bien no se tienen datos oficiales, es esperable que no haya sido un sector perjudicado en lo que va de este año. Quitando la primera semana posterior al 13 de marzo, donde hubo un pico de ventas, al ser proveedores mayoritariamente de productos básicos (alimentos) y al no haber sido cerrados luego de la declaratoria de emergencia sanitaria en ningún momento, es razonable pensar que no hayan tenido una caída en sus ventas. Quizás algunos productos no básicos se vendan menos, pero no en términos agregados.
Otro factor importante tiene que ver con la evolución de los precios. Más allá de que a partir de mediados de mayo hubo un acuerdo para no incrementar precios, el aumento fuerte se produjo entre marzo y abril. En nuestro país el margen de rentabilidad de los grandes supermercados es alto en la comparación internacional, seguramente fruto de la fuerte concentración del capital que hay en este sector. Los precios a los que compran los productos se negocian con cada proveedor y suele tener más fortaleza negociadora el supermercado que el proveedor. La escalada de la inflación entre marzo y mayo tuvo un especial protagonismo en el rubro alimentos (aumento del orden del 20% interanual). Con seguridad una parte importante de este aumento quede en el actor más concentrado de la cadena de distribución como son los supermercados.
En el caso de los comercios de barrio y autoservicios es esperable que la realidad sea más heterogénea. Con menos posibilidad de imponer márgenes de rentabilidad elevados en comparación con las grandes superficies, seguramente tuvieron una caída en sus ventas, sobre todo en las primeras semanas de la emergencia sanitaria por la menor circulación de personas. También se han podido ver perjudicados por el crecimiento de las ventas por pedido a domicilio en perjuicio de la venta presencial, aspecto en que los supermercados ya contaban con la ventaja de brindar ese servicio y mayor capacidad organizativa de adaptarse a esa nueva realidad.
Los comercios dedicados a la distribución y venta de productos farmacéuticos y de higiene personal (droguerías y farmacias) también han tenido una mejora en sus ventas. Venden productos básicos que en general tienen una demanda estable y en el marco de la pandemia, no puede haber pasado otra cosa que un fuerte incremento de la demanda y por ende de las ventas totales. Si bien las farmacias de barrio pueden haberse visto beneficiadas por la coyuntura, es razonable pensar que los grandes ganadores son los jugadores de mayor tamaño en el sector (cadenas de farmacias de capital transnacional).
En resumen, aún sin datos sistemáticos sobre el desempeño de cada rubro, hay indicios que nos permiten pensar que los grandes supermercados y las cadenas vinculadas a la distribución y venta de productos farmacéuticos (sectores de elevadísimo nivel de concentración empresarial) vienen siendo los “malla oro” del sector comercial.
Servicios “malla oro” en la pandemia
Tampoco contamos con información oficial sobre la evolución de la actividad de la mayoría de los servicios.
Se aprecia en los últimos meses una fuerte caída en los servicios que se “consumen” fuera del hogar (entretenimiento, restaurantes, transporte, etc). Estos sectores necesitarán fuertes medidas de apoyo para mantenerse y poder tener perspectivas hacia adelante.
Los sectores de servicios que se “consumen” dentro de los hogares han sido grandes beneficiarios de esta coyuntura. Claramente son sectores más específicos, con menos empresas y menor cantidad de trabajadores ocupados.
En el caso de la televisión, por ejemplo, rubro fuertemente concentrado en las tres mismas familias que desde hace muchas décadas, hubo un incremento de rating y con seguridad el minuto de publicidad se valorizó mejorando sus beneficios. Este sector (en particular este núcleo de familias propietarias) es un “malla oro” de los servicios, no tanto por la capacidad de traccionar al resto de la economía hacia adelante (sería positivo que esta coyuntura estimulara la producción nacional en el rubro audiovisual) sino por los beneficios económicos extraordinarios que puede estar obteniendo en este 2020.
Quedan por analizar otros servicios, para los cuales quizás contemos con más información al cabo de un tiempo. Por ejemplo, nada más y nada menos que el sector bancario, que había tenido un excelente año en 2019 en términos de rentabilidad. La emergencia sanitaria encontró al sistema financiero en una situación de fortaleza que le permitió prorrogar créditos y diferir cuotas sin comprometer su situación.
(La nota anterior, referida por Bruno Giometti, se publicó en nuestra edición 507 y se puede leer en https://elpopular.uy/los-malla-oro-de-la-agropecuaria/)