100 años del PCU

El Partido Comunista del Uruguay cumple 100 años este lunes. Un siglo de militancia, de compromiso, de lucha por la libertad y la igualdad, por un mundo distinto. Un siglo de organizar la rebeldía para transformarla en fuerza material transformadora. Un siglo de construir revolución. En ni uno solo de estos 36.500 días las y los comunistas han dejado de luchar, cualquiera haya sido la circunstancia. ¿Cómo se mide tamaña peripecia humana? Estos 100 años son el acumulado vibrante de sueños, alegrías, tristezas, avances, retrocesos, realizaciones, frustraciones, conciencia y organización, construido por decenas de miles de mujeres y hombres.

Por eso, en primer lugar, hay que celebrarlo. La existencia del PCU, como una fuerza política real y gravitante, 100 años después de su fundación, es en sí misma una victoria y, como tal, debe ser asumida.
Los aniversarios son un momento de reafirmación identitaria. Pero la reafirmación de nuestra identidad, de nuestros principios, de lo que nos hace ser comunistas, no la concebimos como un acto litúrgico. Porque los comunistas no definimos nuestra identidad como un refugio sectario. Nuestra identidad se define y adquiere sentido si la concebimos como parte indisoluble de la lucha de nuestro pueblo y de todos los pueblos por la libertad y la igualdad.
Ser comunista, que es nuestra manera de ser revolucionarios, es, en primer lugar, tener sentido del momento histórico.
Por eso, en estos 100 años, se trata de rescatar la experiencia vivida, pero parados en el presente y apuntando hacia el futuro, a sus desafíos.
En estos 100 años del PCU, en su trayectoria política, confluyeron por lo menos tres vertientes. La primera, el rescate de la lucha de nuestro pueblo por la independencia y el legado de la revolución artiguista, traicionada por la oligarquía naciente y aún inconclusa, esta perspectiva se entroncaría en la más amplia de la revolución continental. La segunda, elevar al primer plano el papel de las y los trabajadores en nuestro país, dotarlos de un instrumento de lucha política, la forma más elevada de la lucha de clases. La tercera, el internacionalismo, la identificación con la lucha de los pueblos del mundo por la libertad y la igualdad. Dentro de este torrente tumultuoso, la Revolución de Octubre, que alumbró al primer Estado de obreros y campesinos, fue definitoria para nuestro nacimiento como Partido, y hoy, cien años después, lo sigue siendo.
El PCU es muchas cosas pero es, esencialmente, una herramienta de lucha de los trabajadores y del pueblo. Y es un partido revolucionario que nace, vive y existe para hacer la revolución. En esta época parece algo fuera del debate cotidiano y sin embargo, es una necesidad objetiva para la humanidad mucho más imperiosa que hace 100 años.
Vivimos un período de crisis orgánica del capitalismo, que cada vez más demuestra su incapacidad como formación económica y social concreta, como propuesta civilizatoria de una clase para dar respuesta a las necesidades, posibilidades y desafíos de la humanidad. El capitalismo está en crisis económica, ética, política y ambiental. Es necesaria una alternativa, cuya construcción será un período histórico de la humanidad. Hoy el capitalismo, en su fase imperialista, con el predominio del capital financiero y su modelo depredador, es un peligro para la humanidad, para la vida y para el planeta.
Hoy a 100 años de la fundación del Partido Comunista, ese impulso inicial de asumir la necesidad de superar el capitalismo y para ello hacer la revolución, no solo sigue vigente, es más imperioso que entonces.
¿Y de qué hablamos cuando decimos revolución?: de un cambio de una formación socioeconómica por otra; de un cambio de clases en el poder y de un cambio de los valores y de la ideología dominante. De una democratización radical de las relaciones sociales, en todos los campos: económico, político, social, cultural, ideológico. De eso hablamos cuando decimos revolución.
Y estos 100 años han sido, fundamentalmente, un esfuerzo permanente por encontrar los caminos para realizar la revolución en nuestro país.
Las y los comunistas han estado en las luchas obreras, en la solidaridad internacional y antiimperialista, en las luchas estudiantiles, en la conquista de la autonomía para la Universidad, en la defensa de la Enseñanza Pública, en la defensa de las empresas públicas. Han estado en la primera fila de la defensa de la libertad. La historia de las y los comunistas uruguayos es la defensa de la Republica Española, la lucha contra la dictadura de Terra, la lucha por el voto de la mujer, es la primera senadora mujer de América Latina, comunista y obrera, Julia Arévalo. Es la solidaridad con Cuba, con Vietnam, con la Nicaragua sandinista, con Angola, con todas las luchas de los pueblos hermanos.
Y es, desde 1955, el compromiso con un camino concreto para la revolución en Uruguay, que luego se afinó en el concepto de avanzar en democracia para conquistar una democracia avanzada, como camino al socialismo. Esto no fue solo una elaboración teórica, de ella se desprendieron objetivos políticos, una estrategia y una táctica para provocar un cambio de correlación de fuerzas en toda la sociedad. El PCU se propuso construir la unidad del pueblo y la fuerza social de la revolución. Para ello, en primer lugar, la unidad de la clase obrera, luego de ésta con las capas medias y, en particular, con el estudiantado y la intelectualidad, y después la unidad de la izquierda sin exclusiones, lo que cuajó, primero en el FIdeL y luego en el Frente Amplio. Y también como parte de ello la construcción de un gran Partido Comunista por su número y por su influencia en el pueblo y en la sociedad.
Y esa estrategia y esa táctica se hizo patrimonio de miles y se volvió, por eso, fuerza material transformadora, en una síntesis nueva porque la realidad nunca es calco de los planteos teóricos.
Y vino la reacción de quienes no quieren perder el poder. Una prueba de fuego fue la lucha contra el fascismo. Miles de militantes del PCU y la UJC enfrentaron la persecución, la prisión, la tortura, la muerte, la cárcel, el exilio, lucharon en las difíciles condiciones de la clandestinidad y aportaron a la reconquista de la libertad y la democracia. No solos, con el conjunto de nuestro pueblo, pero en primera fila y pagando un altísimo costo por ello. Luego afrontamos la reconstrucción de la democracia. El enfrentamiento al neoliberalismo y su utopía reaccionaria. La caída de las experiencias del socialismo real, que significó una derrota de dimensiones históricas para todo el proceso revolucionario en el mundo. La crisis de ella derivada en el terreno de las ideas y de la práctica política de los comunistas en todo el mundo y también en Uruguay. Nos hicimos cargo de ella, con dolor, con golpes, pero aquí estamos.
Este Partido que cumple 100 años, contribuyó a conquistar y participó de los gobiernos del Frente Amplio, en las intendencias y a nivel nacional. También atesora esa experiencia.
Luchamos junto a nuestro Frente Amplio y nuestro pueblo y fuimos derrotados en estas últimas elecciones nacionales. Ahora encaramos el proceso crítico y autocrítico, que nos incluye, para lograr una síntesis superadora, enfrentar la restauración conservadora y derrotarla.
En esta nueva etapa de lucha, es imprescindible someter todo a crítica, como reclamara Carlos Marx. Mirar todos nuestros planteos a la luz de los nuevos desafíos, fortaleciendo el papel de las y los trabajadores, cuya centralidad la demuestra la vida, pero en abierto diálogo y práctica con todas las expresiones populares, el feminismo, el ecologismo, el cooperativismo, el pujante movimiento contra la impunidad, por verdad y justicia.
Fieles y convencidos constructores de unidad de pueblo. No es un dato irrelevante que más de la mitad de estos 100 años las y los comunistas uruguayos los vivimos militando juntos, en expresiones unitarias que ayudamos a construir, con compañeras y compañeros de la izquierda y el movimiento popular.
El PCU llega a estos 100 años habiendo luchado en la ilegalidad, en la cárcel, clandestino, en la solidaridad internacional, en la oposición, en el Parlamento y en el gobierno. No es poca cosa.
El PCU llega a estos 100 años como un Partido uruguayo, frenteamplista y comunista.
Un general fascista dijo en plena Operación Morgan que “hacemos lo que hacemos para borrar a los comunistas por 50 años de nuestro país”.
Pero no pudieron. Aquí estamos, celebrando los 100 años de vida. Y no lo hacemos mirando el pasado. Lo hacemos con nuestro corazón y nuestros ojos bien abiertos hacia el futuro.
Porque el futuro está por construirse y lo harán los pueblos.

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