El Frente Amplio cumple 51 años. El FA nació como la síntesis de la acumulación de fuerzas de décadas de lucha de nuestro pueblo. Se propuso y logró transformar el Uruguay, con su acción en el Parlamento, desde sus gobiernos, pero antes, durante y después de estos, sobre todo y por encima de todo, por la lucha colectiva, unida y organizada de sus militantes.
El FA cambió al Uruguay y para bien. El 51 aniversario lo encuentra en un proceso de fortalecimiento, reconstruyendo los lazos con nuestro pueblo, rodeando las luchas contra el ajuste neoliberal y la restauración conservadora y levantando perspectiva. Con su Congreso, su autocrítica práctica, la que más vale, encabezada por su militancia, con las elecciones internas, el FA, la principal fuerza política del país, se para firme en el presente y se proyecta hacia el futuro. El presidente Luis Lacalle Pou que en su soberbia dijo que no sabía que era el FA, recibió en pocos meses un curso acelerado de política. Seguramente ahora, que tiene que enfrentar la discusión que no quería dar sobre su hija dilecta, la Ley de Urgente Consideración (LUC), ya no se atreva a ser tan petulante.
El FA es un parteaguas en la historia de la izquierda y del movimiento popular uruguayo y también en la de toda nuestra sociedad. Entre otras cosas, el FA terminó con el principal mecanismo de hegemonía política de las clases dominantes desde la independencia: el bipartidismo. El FA fue la herramienta política que hizo saltar por los aires un mecanismo perfecto de dominación, el más efectivo de las clases dominantes criollas. A las clases dominantes les alcanzaba con sus dos partidos tradicionales, los fundadores de la patria, para ejercer casi sin contestación su hegemonía. El nacimiento y el desarrollo del FA volvieron eso imposible. Primero obligaron a que cayeran las máscaras y a que blancos y colorados mostraran sus coincidencias, en tanto representantes de intereses de clases, y vinieron los apoyos en el balotaje y antes los gobiernos de coalición. Ahora ya ni eso alcanza y tienen que juntar a 5 partidos en un Frankenstein político para poder ganarle al FA.
Se dice fácil y se da hasta como normal. Pues no lo es, en sus 51 años de vida y lucha el FA logró que la derecha tenga que inventar partidos nuevos y juntarse toda para enfrentarlo. Con menos no les alcanza.
Pero ¿cómo se llegó a esto? Es imprescindible, aunque ya se haya dicho, rescatar qué expresa históricamente el FA. Su creación estuvo precedida y fue parte orgánica del proceso de unidad de las y los trabajadores en una central única, la experiencia unitaria en la lucha de amplios sectores populares, de las capas medias, de las y los estudiantes.
Su nacimiento fue posible por la decisión unitaria de las fuerzas políticas de izquierda y progresistas, con una amplitud y diversidad inéditas en Uruguay y en el mundo. En el confluyeron, y confluyen, comunistas, socialistas, demócratas cristianos, sectores que vienen del anarquismo y del trotskismo, sectores de la izquierda que no están en ninguna de las corrientes anteriores, sectores progresistas de los partidos tradicionales, militantes sociales independientes, sectores de la cultura y la academia y un importante grupo de militares democráticos, de izquierda y revolucionarios.
El FA nació para ser la expresión política de la unidad del pueblo. Su nacimiento tiene que ver con lo que ahora denominamos bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios y que hace 51 años tenía otras denominaciones. El FA nace como parte del movimiento popular y de sus luchas. Como se ha recordado, el general Líber Seregni, primer presidente del FA, definió en su primer Congreso de Comité de Base cuál era su tarea histórica: “Llevar a su término la revolución artiguista y llevar el pueblo al poder”.
Como decíamos y hay que reivindicar hoy más que nunca, en estos 51 años el FA ha transformado al Uruguay. Su creación, y la unidad que expresa, posibilitó el protagonismo político independiente de los sectores populares a un nuevo nivel. Apenas dos años después de su nacimiento enfrentó el golpe de Estado, resistió la dictadura y defendió la democracia, pagando con cárcel, persecución y exilio de sus militantes y 11 años de proscripción. El FA, que también en esa época quería ser ignorado y fue dado por muerto, dio un aporte sustancial a la reconquista de la democracia. Luego resistió el neoliberalismo; luchó contra la impunidad. La acción de sus gobiernos, municipales, departamentales y nacionales, encabezados estos por los compañeros Tabaré Vázquez y José Mujica, construyó un Uruguay más libre y más igual.
Este 51 aniversario encuentra al FA participando de la lucha para enfrentar la restauración conservadora y su ajuste neoliberal. Con la derrota del FA en las elecciones nacionales, asumió el gobierno la fracción más conservadora de los sectores del poder. El gobierno de coalición de derecha es el del gran capital, con una presencia sustancial de los sectores vinculados al agronegocio, un peso inédito de la ultraderecha y con componentes de rasgos fascistas.
Dos años de este gobierno y sus políticas de ajuste, han tenido como resultado un Uruguay más desigual y menos libre. También se han expresado, en particular este último año, las acciones de lucha del movimiento popular.
El FA sigue siendo la primera fuerza política del Uruguay, lo es desde 1999, gobierna tres intendencias con la compañera Carolina Cosse y los compañeros Yamandú Orsi y Andrés Lima, 32 municipios y tiene la bancada más grande del Parlamento. Esto siendo muy importante, no es todo. El FA realizó, en medio de la lucha, un proceso de autocrítica, que tenía como desafío no quedarse en un intercambio de documentos o en un debate hacia adentro, sino generar las prácticas políticas y sociales superadoras de lo criticado y que estas fueran patrimonio de miles.
Y eso fue lo que ocurrió. En su debate, en su Congreso, el FA dio un salto en calidad. Pero lo ratificó donde más importa, en la calle, en los barrios, en la lucha. Los Comité de Base y la militancia frenteamplista fueron factores claves en las luchas que ha librado nuestro pueblo, desde las ollas populares a los conflictos sindicales, pero, muy especialmente, en la hazaña democrática de juntar 800 mil firmas en medio de la pandemia y habilitar un referéndum contra 135 artículos de la LUC. El FA, en la práctica, se colocó como expresión política de las luchas populares. También en la práctica mostró que es parte orgánica del bloque político y social de los cambios. Esto es mérito de miles de frenteamplistas que militaron cada día materializando esta perspectiva.
La consolidación de este proceso de fortalecimiento fue refrendada en las elecciones internas de diciembre, con un 40% de crecimiento que revierten la tendencia histórica de caída de las anteriores, con 130 mil votos, con el presidente más votado desde que hay competencia interna, Fernando Pereira, con mujeres electas presidentas en 13 de las 16 departamentales, con una gran votación de las y los delegados de base mostrando el prestigio bien ganado que tienen y su peso político.
Como hemos señalado otras veces hay que asumir que se tiene una gran responsabilidad con la historia, que es pasado, presente y futuro. Debemos ver que necesita nuestro pueblo del FA. Y necesita un FA que se proyecte al futuro recreando y fortaleciendo su identidad. Esta implica unidad de la izquierda sin exclusiones. También coalición de partidos y sectores y movimiento de pueblo organizado en los Comité de Base, que tienen un papel fundamental. Unidad basada en un programa común. Un programa democrático, antimperialista, antioligárquico y antipatriarcal, que recoja la experiencia transformadora de sus gobiernos, supere sus limitaciones y se proponga ir a más. Un FA abierto a todas las luchas de su pueblo, unido a las y los trabajadores, los cooperativistas de vivienda, los estudiantes, los pequeños y medianos empresarios, los pequeños productores, el ecologismo, los feminismos. Un FA que contribuya a construir el tamaño de pueblo organizado necesario para materializar el programa que se asuma.
Esa perspectiva histórica, tiene hoy en el referéndum para anular 135 artículos de la LUC una tarea central, es lo que sintetiza todas las luchas, su resultado impactará todo el escenario político nacional.
En este 51 aniversario el FA está parado en el medio de la lucha y la está organizando. Este sábado que sea una fiesta, por la historia que lo merece, por el presente y por el futuro, que se empieza a construir con un gran SI rosado que lo tiña todo.