Débora Gribov (*)
En unos días 8, 9 y 10 de diciembre, se llevará a cabo el Congreso del Frente Amplio, denominado compañero Tabaré Vázquez. Congreso que además de tener la tarea de definir las candidaturas hacia las internas, previas a las elecciones nacionales, tiene la enorme tarea, trascendental tarea, de concluir el proceso de construcción del programa de la fuerza política en esta etapa.
Decimos trascendental, fundamentalmente por dos factores, en primer lugar, porque marca un hito metodológico en su elaboración, que da cuenta de un principio fundacional del Frente Amplio. Nos remitimos a la declaración constitutiva del 5 de febrero de 1971, donde enfáticamente se define al Frente Amplio, como una organización para la acción política permanente, con carácter de coalición y movimiento. Es decir, la estrecha relación entre partidos políticos, sectores (coalición) con el pueblo organizado (movimiento) y que en la diversidad, los une la idea democrática de cambio y justicia social. Se define como una fuerza popular, antiimperialista y anti-oligárquica, que en todos los niveles de sus espacios orgánicos (comisiones centrales, comités de base) los frenteamplistas reflexionan, discuten, proponen, en el respeto a la diversidad mencionada para construir luego, las posiciones que se expresan en la unidad de acción correspondiente.
Insistimos entonces que es trascendental, porque en esta metodología se fortalece una herramienta imprescindible, que exige criterios de unidad para avanzar hacia la conquista del gobierno, pero fundamentalmente desde nuestra perspectiva y en términos estratégicos y de mayor profundidad, colabora a avanzar en democracia, hacia una democracia avanzada.
Por esta característica fundacional, es que el proceso de construcción programática que se da el Frente Amplio, constituye un ejercicio participativo único; nos atrevemos a decir que hay pocos antecedentes a nivel mundial donde toda una fuerza política, tiene la posibilidad de ser parte desde los diferentes ámbitos orgánicos, de discutir y aportar. Ejemplo de esta práctica transformadora, es que luego de casi año y medio de elaboración, con 32 unidades temáticas trabajando y estudiando los más diversos temas, en coordinación y aportando a la Comisión de Programa del FA, se llega a una propuesta de bases programáticas, aprobada el pasado 15 de julio en el Plenario Nacional, compañero Mariano Arana. Para posteriormente, ser analizado en todos los comités de base del país y contribuir con más de 2.200 aportes, que enriquecen dicho documento base de discusión y que será definitivamente aprobado, en el próximo Congreso. Esta filigrana de acciones en todos los niveles orgánicos del Frente, es un ejercicio indudable de participación y elaboración colectiva, orgullo y sello de una fuerza realmente transformadora.
Por otra parte, la elaboración programática tanto en nuestro Partido como en el Frente Amplio se constituye como decíamos, en una tarea imprescindible de análisis y elaboración, tarea que debe ser permanente y que transversaliza toda la actividad orgánica. Como recordamos en otros momentos, la elaboración programática es la gran batalla ideológica que damos los comunistas.
¿Y por qué esto es así? Porque para elaborar un plan estratégico y una línea táctica de acción, según cada momento histórico, el programa vertebra esta tarea, no se puede pensar estos elementos de la lucha sin una clara línea programática.
Por ello es que para los comunistas, el programa se convierte en una herramienta política imprescindible que colabora a profundizar la conciencia de nuestro pueblo en un trabajo permanente de elaboración y producción de otras posibilidades.
Tarea que implica un proceso complejo, que debe anudar el análisis de las condiciones objetivas, expresadas en las relaciones de producción, con las condiciones subjetivas, es decir, el nivel de avance de conciencia que tiene nuestro pueblo en relación a esas condiciones y su lucha. Esta estrecha interrelación, es sumamente importante para avanzar en la perspectiva de ampliar y profundizar el nivel de conciencia de nuestro pueblo, para ir acumulando hacia las transformaciones estructurales que aspiramos. Debemos recordar que el sistema capitalista, para poder perpetuarse, construye y adapta el sistema de creencias, lo que denominamos el universo simbólico, que permite su continuidad. Dicho de otro modo, nos referimos a como construimos el sentido común, los modos o estilos para pensar nuestro día a día, como desarrollamos nuestro pensamiento y en este sentido, los elementos supra-estructurales son indispensable pensarlos y transformarlos, por ello, debemos analizar también el sistema educativo, el de salud, la actividad cultural, la ciencia, entre otros.
Es en este sentido, en relación al campo social y las estructuras y/u organismos que abarca, que entendemos que hay que aportar significativamente y estratégicamente para avanzar en un programa de mayor profundidad transformadora.
Por lo antedicho, hay algunos elementos sustantivos en esta dimensión social, que debemos señalar y aportar para avanzar en nuestro programa. El primero de estos elementos, tiene que ver con los procesos de participación y las herramientas que hemos construido los frenteamplistas para ensanchar el campo popular y su capacidad de formar parte de los análisis y las acciones concretas a desarrollar, en áreas de la educación, de la salud, por ejemplo.
Vayamos por partes, para ejemplificar acciones concretas, que si bien se despliegan en diferentes ámbitos de la actividad, se entrelazan en un objetivo que las une, que implica claramente avanzar en mayores y más profundos niveles de conciencia.
Señalamos en este sentido, un elemento conceptual sustantivo que orienta la acción para lograr los objetivos mencionados, lo vinculamos con promover y estimular prácticas sociales y políticas que permitan concretar las potencialidades transformadoras de la descentralización (tesis 385 de las resoluciones del XXXII Congreso del PCU). Esto significa que en nuestro programa deberemos insistir y avanzar en todos aquellos mecanismos que permitan descentralizar las acciones, en todos sus niveles de expresión. El concepto de descentralizar, lo marcamos como central, transversalizando otras acciones, pues implica llevar a la práctica, en forma real y concreta, una acción de formar parte de decisiones en torno a los más diversos temas y en diferentes niveles políticos y organizativos. Al mismo tiempo, que se generan las condiciones para avanzar en este proceso de descentralización, se construyen los ámbitos de participación ciudadana (consejos consultivos, Congreso de Educación) que van construyendo las condiciones para los cambios subjetivos imprescindibles para una democracia avanzada rumbo al socialismo. Es decir, el binomio participación-descentralización forma parte de una pareja dialéctica de acción democrática imprescindible para los avances mencionados.
La descentralización no implica solamente los diferentes niveles de gobierno, abarca en forma más amplia, un proyecto de país integrado no solo en términos objetivos sino también y en igual importancia en términos subjetivos, es decir, colabora a construir una nueva imagen de país integrado en todos los ámbitos de su desarrollo productivo, cultural. Es decir, debemos actuar para promover una unidad identitaria, que incorpore la diversidad de expresiones que existen en todo el territorio nacional y que además incluya una perspectiva integrada a la región y al continente, específicamente.
Con esta fundamentación y en términos concretos, vamos a insistir en que todos esos espacios participativos deben ser políticamente vinculantes, nos referimos a las definiciones del Congreso Nacional de Educación o las resoluciones de, por ejemplo, los consejos consultivos en la salud, es decir, deberán ser tenidos en cuenta a la hora de la toma de decisiones y también en la elaboración de políticas en esos ámbitos. Así mismo, deberemos promover que se retome la participación de los trabajadores en los consejos descentralizados y claramente defender el cogobierno, en todos los niveles y ámbitos de la Educación.
Resumiendo, concretamente debemos promover todas aquellas herramientas que facilitan y promueven esta dupla descentralización-participación, que están estrechamente interrelacionados.
En términos de derechos, el eje central de nuestra atención y de donde surgen las demás aspiraciones que amplían derechos y conciencia, se refieren a seguir señalando la necesidad de avanzar hacia un sistema nacional de educación pública así también como de salud. En ambas áreas debemos insistir en dar una lucha sostenida en evitar la mercantilización de estos ámbitos que reducen los derechos y que en términos de contenidos y metodología de trabajo abonan a concepciones elitistas, que segregan y que afianzan el sistema imperante, que valora las acciones individuales por encima de los intereses de los colectivos.
En este sentido, reafirmamos la tesis 348 de nuestro XXXII Congreso, donde se insiste que deberemos promover acciones que ubiquen la cultura como un elemento de la superestructura que delinea gustos, hábitos, la propia ciencia, es decir deberemos fomentar aquellas propuestas que estimulen la curiosidad, el conocimiento y el estudio, en términos contrahegemónicos.
Para finalizar, la tesis 416 del XXXII Congreso del PCU, resume la gran batalla que debe dar el Partido y nuestro Frente Amplio: conquistar la conciencia de la mayoría de la población de nuestro país en torno a un sistema de valores solidarios y de justicia social, que ponga en el centro de la discusión la necesidad de una sociedad con una perspectiva liberadora.
Por todo esto y mucho más, como yo lo dijimos en el XVI Congreso la elaboración programática es un objetivo central, para lograr la unión de todas las fuerzas de nuestro pueblo por un real proyecto emancipatorio y liberador.
(*) Psicomotricista, secretaria general del Seccional Universitario del PCU.
Foto de portada
En la foto estudiantes de Secundaria movilizados. Una mejor Educación es uno de los pilares del programa del FA. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.