Gonzalo Perera
El apellido Manini Ríos tiene una dilatada trayectoria en el más alto nivel de la política uruguaya, siendo familia fundadora del denominado riverismo, es decir de los sectores ultraconservadores y más reaccionarios del Partido Colorado, opuestos a la tradición batllista. No es casual que a comienzos del siglo XX un Manini Ríos fuera ministro del interior de un gobierno colorado y más de 8 décadas después, a la salida de la dictadura, otro Manini Ríos fuera ministro del interior de otro gobierno colorado. Apoyaron a la dictadura de Gabriel Terra, de la cual el primer Manini Ríos antes mencionado fue ministro de Hacienda, como el segundo Manini Ríos citado fue ministro de Pacheco Areco. Una familia de directores de “La Mañana”, embajadores, legisladores…parece difícil que con esa cuna alguien pretenda posar de “outsider”, como hoy en día se llama a quienes vienen de “afuera” de la política a involucrarse en ella. Además, el apellido Manini Ríos tiene fuertes vínculos con actividades empresariales varias, como, para citar el ejemplo más obvio, la gran producción agropecuaria. Difícil imaginar que alguien pretenda desde ese origen hablar de las necesidades e intereses de Juan Pueblo, pero vivir es sorprenderse, cada día más en estos últimos tiempos.
Guido Manini Ríos ingresó al liceo militar en 1973, luego continuó su formación militar, de la cual egresó en plena dictadura como joven oficial, en 1978. Difícil tarea la de formarse como militar justo entre 1973 y 1978, y desarrollar la carrera militar en plena dictadura, y no tener conocimiento de los horrores del Terrorismo de Estado, pero mucho más ardua aún si uno viene de un linaje tan vinculado a la derecha más rancia. Pero hay gente que a fuerza de esmerarse logra lo que parece imposible.
A fuerza de esmerarse, Guido Manini Ríos fue ascendido a general y luego designado comandante en Jefe del Ejército durante los gobiernos de nuestro FA. Y a fuerza de mucho esmerarse se hizo destituir, pues fue muy evidente que diversos pronunciamientos públicos que realizó como comandante en Jefe del Ejército, absolutamente fuera de lugar como mínimo, no tenían otro objetivo que hacerse destituir, para poder, de algún modo, mostrarse desde el papel de víctima y volver a su nicho ideológico de cuna, la derecha pura y dura. Desde ese mismo momento se lanzó a la tarea de construir su candidatura presidencial, y los números indican que además de la ultraderecha, o sectores con nostalgias miliqueras, también lo votó gente de pueblo, confundidos, enredados en sus propios problemas, enojados o vaya a saber qué. Nada de lo que vamos a decir se refiere a esa gente que lo votó, que puede ser nuestra vecina o vecino que cayó en una apreciación errada, sino a su breve pero intensa trayectoria política y la de su entorno de mayor confianza.
Guido Manini Ríos se presentó a las elecciones 2019 como un candidato adusto, con discurso más de cuartel que de tribuna, se hizo conocido por su eslogan “se acabó el recreo” y, pese a sus antecedentes familiares, se presentó como un «outsider”, como un hombre común que venía a poner honradez, orden y buena administración. Con alguna manito de los medios hegemónicos, logró ser la sorpresa de las elecciones y su caudal de votos lo hizo actor esencial para que Sanguinetti pudiera construir esta coalición multicolor en la que gobierna el herrerismo. Una construcción que tuvo como factor de cohesión, cómo único común denominador, el no ser FA, el odiar al FA, el querer culpar al FA de todo y volver la agenda de derechos varias décadas atrás. Obviamente, con el herrerismo que los usó para ser gobierno, les dio unos cuantos cargos para calmar sus apetitos más básicos, pero después no les pregunta ni si llueve, el rol de varios socios multicolores no ha sido cómodo. No es fácil aliarse con el herrerismo. Pero el general tenía sus propias piedras en la mochila.
Como la voracidad implacable por cargos de sus fieles seguidores, que provocó consultas que fueron difundidas públicamente, sobre si habían copado suficientemente bien los cargos de ASSE, en lugar de preocuparse del reverendo desastre en que ASSE se ha transformado, de los medicamentos básicos que faltan, de las carencias asistenciales más primarias, y con nada de eso tuvo que ver la pandemia, vale aclarar.
Como el jurar y perjurar que no se ampararía en sus fueros para no responder ante la Justicia, si la misma lo convocaba para responder por algunas “distracciones y olvidos” en relación con el Terrorismo de Estado. La Justicia lo convocó, se amparó en sus fueros cobardemente y no sólo eso, sino que inició un ataque sistemático hacia el Poder Judicial, en una flagrante violación al espíritu democrático.
Como que no era colono, aunque era colono, pero en realidad no era colono. Papeles van, papeles vienen, que lo heredé, etc. toda una telenovela para justificar que un Manini Ríos, si, un Manini Ríos, sea beneficiario de la cartera de tierras de Colonización… Algo tan lógico como que, a cualquiera de las familias de la nobleza mediática, los pocos apellidos que son hegemónicos desde el acta de nacimiento, se les conceda el uso de medios comunitarios, para poner algo comparable.
Como que amaga ser el díscolo de la coalición, para, salvo alguna excepción muy marcada, seguir como mansa ovejita las propuestas del gobierno. Incluyendo cuando el Presidente se le metió en su propio hogar, y peor aún en su propio pobre bolsillo de general retirado como Comandante-Senador-Ministra-ingresos por campos y otras rentas familiares, al pedirle la renuncia a la Sra. Irene Moreira por el “detalle” de entregarle viviendas directamente a correligionarios, lo que lo puso al borde de una crisis nerviosa, tanto que amagó retirarse de la coalición. Amagó, amenazó, y se calló y quedó quietito, claro que “bajo protesta” …
Como el cinismo de apoyar a fondo las políticas económicas de despojo del gobierno, para después mostrarse sensible ante la situación de algunas personas endeudadas. Uno diría que lo lógico habría sido no endeudar tanta gente apoyando políticas de desplume, pero la lógica del general ya vimos que no es muy aristotélica que digamos.
En algo embocó el general: se acabó el recreo que tuvimos durante 15 años.
Se acabó ese recreo de recuperaciones de salarios y pasividades reales, de consagrar derechos, de invertir en la Educación y Salud Pública (no suficientemente, pero más que nunca ), de revertir la caída en la pobreza y en la exclusión, y ahora volvimos a un gobierno donde unos pocos se quedan con los recursos de casi todos, donde la inseguridad es sideral, donde la Educación Pública está constantemente bajo ataque, donde la pobreza y las privaciones de las grandes mayorías crecen sistemáticamente, donde se acabó el agua dulce potable y ahora beberemos agua salada.
Se acabó el recreo de, aunque falte mucho, ver a terroristas de Estado ir presos por sus imprescriptibles delitos de lesa humanidad, para volver ahora a escuchar que a los 70 las bestias tienen derecho a ir a casita.
Se acabó el recreo y llegó la mafia: ministro de Turismo comprando a no se sabe quién, una banda funcionando en Torre Ejecutiva, narco-pasaportes…
Dicen que preocupa al general no pasar por un momento de popularidad. Pero su problema mayor no es ese: es que tantas veces ha faltado a su palabra, a sus promesas, a la decencia, que ahora, con ligera licencia de García Márquez, en este pueblo, el general ya no tiene nadie que le crea.
Foto de portada:
Guido Manini Ríos e Irene Moreira en la sede de Cabildo Abierto anunciando que se quedan en el gobierno. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.