Es bello ser comunista, aunque cause dolores de cabeza

Por  Raúl Antonio Capote 

El socialismo se parece al hombre, tanto como el fascismo es la negación del hombre. El socialismo es «el camino» no exento de errores al comunismo, es una vía de justicia llena de obstáculos, marcada por retos, retrocesos y avances. «En la construcción socialista planificamos el dolor de cabeza lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario. El comunismo será, entre otras cosas, una aspirina del tamaño del sol».1

El capitalismo pretende sembrar la falta de fe en el ser humano, exalta el cinismo, el ego reverenciado, como definió Ayn Rand al hombre ideal del capitalismo: «Mientras el creador es egoísta e inteligente, el altruista es un imbécil que no piensa, no siente, no juzga, no actúa».2

Previo a la Revolución Francesa se dio en Europa una profunda batalla de ideas, anterior a los alzamientos revolucionarios una nueva forma de ver el mundo se abrió camino. La Ilustración sembró la semilla que propició la Revolución. Se fue creando un consenso en toda Europa, surgió una internacional espiritual burguesa. «Toda Revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas».3

Si nuestra forma de ver el mundo está marcada por la axiología del capitalismo, si nuestro principio básico sigue siendo tener a toda costa por encima del ser, si el egoísmo es el signo que mueve nuestras vidas, si vemos la miseria como una especie de fatalismo y la sociedad dividida en clases como algo natural e inmutable, si no tenemos fe en el ser humano y en su capacidad de entrega, en su altruismo, ¿de qué hablamos?

No es con los misiles, no es con ejércitos, no es con fuerzas policiales solamente con lo que los poderosos garantizan el dominio, las defensas del capital están en el inconsciente de los individuos y son más poderosas que el arma más moderna desarrollada por el complejo militar industrial. Ellas hacen que los dominados actúen en contra de sus intereses y defiendan gobiernos que los avasallan. Es difícil liberarse del sueño narcótico del consumo y del individualismo atroz.

El sistema de educación del capitalismo está diseñado para formar al hombre del capitalismo. Exalta la competencia, la insolidaridad, el individualismo. «La clase que dispone de los medios de producción materiales dispone al mismo tiempo de los medios de producción ideológicos».4

En la sociedad capitalista el hombre vive una ilusión de libertad, es una mercancía y entre mercancías –pues eso es el hombre del capitalismo– no puede haber solidaridad, sino competencia.

La soledad de un hombre aplastado por la maquinaria productiva y de comercio es el signo del capitalismo, es el ser humano enajenado sometido a la violencia propagandística, asediado día y noche, rodeado de cantos de sirena, manipulado y compulsado a comprar y comprar cosas a las que muchas veces no puede acceder, o a objetos que además no necesita para nada. La situación del hombre en el capitalismo subdesarrollado, depreciado totalmente su valor mercantil, es aún peor.

El miedo natural del hombre a aventurarse en el mundo desconocido de la libertad, es explotado sagazmente por el capitalismo. El hombre que descubre ese mundo tiene dos opciones ante la inquietud que genera tal descubrimiento: o regresa al sosiego perdido o se declara libre y se arriesga a cambiar el mundo y construir relaciones basadas en el amor.

Los revolucionarios soñamos, pero no vivimos en las nubes. Soñamos, pero construimos. Los revolucionarios debemos apasionar, conmover, hacer partícipes a todos, revelar esa nueva realidad en marcha, enseñar nuestra doctrina basada en la posibilidad, en la ciencia y en el amor a la vida, a los seres humanos, a la naturaleza. Debemos ser transformadores y rebeldes.

Marx describió a la sociedad comunista como una asociación de individuos libres: «La única sociedad en la cual el libre desarrollo de los individuos deja de ser una mera frase»5, en el comunismo, el libre desarrollo de cada uno será la condición para el libre desarrollo de todos.

Nuestra Constitución define en el preámbulo la convicción de que Cuba no volverá jamás al capitalismo y que solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena.

El primer artículo de la Constitución precisa con claridad que Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano y el artículo cinco reafirma que es el Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista, marxista y leninista la vanguardia organizada de la nación, la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado que organiza y orienta los esfuerzos comunes en la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.

Estamos en el camino que escogimos y defendemos: el socialismo con su carga de pasado y su génesis de futuro. El socialismo como camino al reino de plena realización humana, la sociedad del bienestar, del buen vivir, no solo por los niveles alcanzados de justicia y equidad, sino por los altos índices de desarrollo, fruto del avance de las ciencias, de la tecnología, de los medios de producción y de las fuerzas productivas, desencadenadas, libres, altamente calificadas: la sociedad comunista.

1 Roque Dalton: Sobre dolores de cabeza.
2 Ayn Rand: El manantial. Editorial Grito Sagrado, Buenos Aires, Argentina, 1993, pp. 145-146.
3 Compilación de Gerardo Ramos y Jorge Luis Acanda: Gramsci y la filosofía de la praxis. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1997, pp.106-107.
4 N. Ivanov, T. Beliakova, E. Krasavina: Karl Marx, su vida y su obra, Godley Books, United, Kingdom, 2011.
5 Karl Marx, Friedrich Engels: The German Ideology, En: MECW. Vol. 5, p. 439.

Fuente: Granma

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