Mañana 14 de enero es la fecha de traspaso de mando en Guatemala. Es la fecha en que Bernardo Arévalo y Karin Herrera, binomio presidencial por el Movimiento Semilla, que resultó electo en las elecciones, debe asumir.
La asunción de Arévalo y Herrera sería el comienzo para construir la superación de un período de profunda regresión autoritaria en Guatemala, de corrupción, de crecimiento de la desigualdad y la pobreza, de entrega de la soberanía. En ese período de represión y persecución hubo cientos de detenidos, exiliados, amenazados. Ahora mismo hay más de 26 periodistas exiliados y más de 50 operadores de justicia en la misma situación. Hay periodistas y operadores de justicia presos. Se cuentan también por decenas los líderes indígenas, campesinos, estudiantiles y defensores de DDHH, perseguidos, encarcelados, amenazados y también asesinados.
La transición desde las elecciones ha sido una carrera de obstáculos, con casos judiciales armados, provocaciones, amenazas e intentos de todo tipo por impedir el cambio de mando.
En estos días han sido rechazados los últimos intentos de bloquear con algún caso judicial armado la asunción. Pero siguen las maniobras de los golpistas para provocar e impedir el traspaso de mando.
Lo saben los pueblos indígenas que han convocado a movilizarse mañana hacia la Ciudad de Guatemala para defender la democracia en la calle. Bernardo Caal, uno de los líderes indígenas y campesinos de Guatemala, denunció recién que existe una orden del Ministerio de Gobernación para vigilar e informar sobre los buses y personas que salgan de los departamentos hacia la capital. Esa orden es una provocación en si misma, debe ser denunciada y repudiada.
Los movimientos indígenas, centrales en la resistencia de estos últimos meses al golpe, aunque hicieron pública su crítica a Arévalo por prácticamente no integrarlos a su gabinete, no dudan en mantener su decisión de defender en las calles lo que el pueblo expresó en las urnas.
Estos últimos días las maniobras golpistas han sido la constante. Por orden del Ministerio Público, verdadera punta de lanza de la operativa golpista, encarcelaron al ex ministro de Gobernación, Barrientos, que se negó a reprimir las movilizaciones populares.
Es cierto que la Corte de Constitucionalidad ha amparado a Arévalo y a Herrera ayer mismo contra las últimas operaciones judiciales. Pero siguen siendo horas tensas en Guatemala. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, llamó a los gobiernos del continente a respaldar a Arévalo y garantizar que asuma.
El pueblo de Guatemala, con las autoridades y los pueblos indígenas a la cabeza, alienta la esperanza de que, en medio de mil dificultades y limitaciones, se abra un periodo de esperanza, una primavera democrática, que largamente merece ese valiente y digno pueblo.
La Historia con mayúsculas, la de verdad, la que escriben los pueblos, tiene episodios que son casi mágicos. Hace exactamente 80 años, en 1944, Juan José Arévalo ganaba las elecciones y encabezaba el primer gobierno democrático de Guatemala luego de décadas de dictaduras e inauguraba lo que se llamó la «primavera democrática», que se continuó en el gobierno de Jacobo Árbenz. Esa primavera fue ahogada en sangre por una invasión y un golpe dados por la oligarquía y EEUU y un genocidio propiciado por el Terrorismo de Estado que provocó más de 250 mil muertos y 50 mil desaparecidos.
Hoy, exactamente 80 años después, otro Arévalo, Bernardo, hijo de Juan José nacido durante su obligado exilio en Uruguay, es quien encabeza esta nueva esperanza en Guatemala.
Hay diferencias notorias entre uno y otro y en los procesos que los llevaron al gobierno, pero hay algo que sigue igual: expresan la voluntad soberana y democrática de su pueblo. Los procesos políticos no deben medirse solamente a partir de quienes los lideran, que son importantes, muy importantes, pero no lo son todo. Hoy, como hace 80 años, Arévalo es lo que es y es lo que lo apoya. Y lo apoya todo lo democrático guatemalteco, lo más sano de la sociedad guatemalteca, los pueblos indígenas, los campesinos, las capas medias urbanas, los sectores de la cultura y el arte y también sectores del empresariado que no están implicados en la corrupción.
Es hora de solidaridad y de alerta. No hay espacio para medias tintas, hay que defender la libertad, la democracia, Hay que expresar solidaridad con el pueblo guatemalteco. Arévalo debe asumir, la voluntad popular debe ser respetada. No al golpe. Como dijo de manera insuperable, la entrañable poeta guatemalteca Julia Esquivel, en su poema “Certeza”: Podrán cortar todas las flores, pero siempre volverá la primavera. Florecerás Guatemala.
Gabriel Mazarovich