20240206 / Mauricio Zina / adhocFOTOS / URUGUAY / MONTEVIDEO / Visita de la Comandante del Comando Sur del Ejercito de Estados Unidos Laura Richardson al Ministerio de Defensa en Montevideo. En la foto: Visita de la Comandante del Comando Sur del Ejercito de Estados Unidos Laura Richardson al Ministerio de Defensa en Montevideo. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS

La “diplomacia” del Comando Sur viaja por América Latina

Rolando Arbesún

El papel que juega el Comando Sur en el despliegue de la política exterior estadounidense tiene una larga historia y explica la importancia de atender a las acciones “diplomáticas” que viene desarrollando actualmente su Comandante, la General (Ejército) Laura J. Richradson.

Parte de ese accionar “diplomático” explica, aunque aún la evidencia no permita un ejercicio de demostración acabado, el ataque realizado por el gobierno derechista y neoliberal de Ecuador con Daniel Noboa a la cabeza a la embajada mexicana en Quito.

Precedida por sus declaraciones el pasado año con relación a los intereses estadounidenses en la región respecto al litio y los ricos recursos naturales de América Latina, el primer viaje de Richardson en 2024 fue a Ecuador cuando apenas hacia un mes había asumido la presidencia Daniel Noboa.

En la oportunidad, la Jefa del Comando Sur  sostuvo reuniones no solo con Noboa, sino con representantes de las fuerzas armadas locales y con la fiscal Diana Salazar, quien ha sido identificada como la promotora y principal responsable de la guerra judicial (lawfare) contra el partido del ex presidente Rafael Correa, al que pertenece el ahora secuestrado por el gobierno ecuatoriano, Jorge Glass.

Pocos días después de su tránsito por Ecuador, la flamante comandante visitó Uruguay del 5 al 8 de febrero, siendo esta su primera visita al país.

En la ocasión, mantuvo varios encuentros oficiales con altos funcionarios gubernamentales y mandos militares donde, al decir de la nota de la representación diplomática estadounidense en Montevideo, la general Richardson discutió la asociación existente entre ambos países en materia de defensa.

La visita de Richardson a Montevideo fue repudiada por la central obrera uruguaya que denunció mediante una declaración pública que la visitante representaba a “un gobierno que pone al mundo al borde de la guerra nuclear al fomentar de manera irresponsable la guerra Ucrania-Rusia, que bombardea países como Yemen, Siria, y apoya con armas, municiones y logística el genocidio que realiza el gobierno de Israel sobre el pueblo palestino”.

Para la central obrera “el verdadero objetivo” de su visita radicaba en: “el interés por el agua dulce, ya que Uruguay comparte el Acuífero Guaraní, la posibilidad de crear una base militar en territorio uruguayo, en acuerdos que ya fueron firmados por el Ministerio de Defensa Nacional para contrarrestar la influencia China en la región y agradecer el apoyo del actual gobierno por abstenerse en la ONU de pedir un alto el fuego en Gaza para que pudieran ingresar víveres y medicinas para el pueblo Palestino”.

De forma contundente la declaración del PIT-CNT señalaba que “la visita de la Jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson representante de un país que intenta erigirse como el hegemón del mundo, no es una buena noticia, ni es bienvenida para las y los trabajadores uruguayos”.

Rápidamente las denuncias de la central sindical fueron “desmentidas” no solo por la general Richardson, sino, por el entonces ministro de Defensa Javier García.

Ambos insistieron en sus respectivas declaraciones que no se estaban llevando adelante conversaciones para la posible instalación de una base militar estadounidense del tipo que fuese.

Sobre el resto del contenido de la denuncia del PIT-CNT, ninguno de los dos realizó comentario alguno.

Hace pocos días y coincidiendo con el aniversario de la llamada “Guerra de las Malvinas”, Richardson aterrizó en Argentina.

La previa al cuco del “fantasma chino”

Pocos días antes de la llegada de Richardson al vecino país, el gobierno del “libertario” Javier Milei anunció la firma de un acuerdo con Estados Unidos que permite y habilita a militares estadounidenses que integran el Cuerpo de Ingenieros del ejército de ese país, para que puedan instalarse en la hidrovía que conecta los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay.

Como no podía ser de otra forma, el embajador de Estados Unidos en Argentina expresó su satisfacción con lo pactado y se felicitó por el lanzamiento del “acuerdo de cooperación técnica” entre la Administración General de Puertos (AGP) y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos.

Según Stanley el acuerdo permitirá “compartir experiencias y conocimientos en la operación eficiente, rentable y sostenible de puertos y vías navegables. Este es otro gran ejemplo de cómo nuestros países pueden conectar a expertos técnicos para mejorar la gestión de infraestructuras críticas”.

El acuerdo fue duramente criticado desde la oposición argentina que denunció que la acordado “atenta contra la soberanía nacional”.

De acuerdo al diputado peronista por la provincia de Santa Fe Eduardo Toniolli, el gobierno no “ha presentado una solicitud de autorización ante el Congreso de la Nación para el ingreso de tropas extranjeras a nuestro país, tal como lo establece la Ley 25.880”.

Tal y como denunció Toniolli, el acuerdo no debe ser “leído exclusivamente en clave nacional, sino que hay que ubicarlo en clave geopolítica, sobre todo si se recuerda, tal como reseñó la diaria, “que la hidrovía Paraguay, Paraná, Uruguay conforma la ruta por la que sale más del 80% de los productos exportables argentinos (granos, harinas y aceites, entre otros productos), en un mercado que disputan principalmente empresas estadounidenses como ADM, Bunge, Cargill, Dreyfus y la china Cofco”.

Como contrapartida al accionar del gobierno de Milei, el diputado peronista presentó un proyecto en el que se exige que el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, explique con detalles el acuerdo ante el Congreso, máxime cuando se conoce, dijo Tonielli, “que Estados Unidos considera la presencia china como una amenaza a su seguridad nacional y a su competitividad global”.

Este acuerdo, además de constituir una suerte de “abandono de la soberanía” argentina, constituye un claro ejemplo de la postura genuflexa de Milei respecto a Washington y sus intereses geopolíticos en la región.

Es además, por decirlo así, el preludio de la visita de Richardson que dio continuidad, por otros medios, a la ofensiva estadounidense de, por un lado intentar minimizar la presencia comercial de China en la región y recomponer, en segundo término, lo que algunos analistas han comenzado a denominar como “Plan Cóndor 2.0”.

Un recibimiento desmedido

La prensa argentina, al referirse a la visita de la Jefa del Comando Sur tomó nota, no solo de la parafernalia simbólica de un Milei mimetizado y uniformado militarmente que posa sonriente junto a la alta funcionaria militar de los Estados Unidos, sino que mostró que la visitante “recibió un trato que parecía más propio de un jefe de Estado que de un comandante en jefe».

Al respecto y al ser consultado por Perfil el experto en Política Exterior, Juan Tokatlian, sociólogo, profesor plenario de la Universidad Torcuato Di Tella, cofundador y director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes en Bogotá y profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia, dijo que la visita de Richardson podría ser llamada como “la visita de la desmesura, tanto de Estados Unidos como del lado argentino”.

Para comprender este calificativo, explicó el experto hay que estudiar la evidencia disponible que muestra cómo en los últimos diez años Estados Unidos se ha dedicado a robustecer “su capacidad de proyección militar en América Latina”, evitando, agregó, “una proyección similar en China”, si se atiende a “la presencia estadounidense en bases de la región”.

Además de los encuentros mantenidos con el presidente argentino, Richardson estuvo, reseña Perfil, “con el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), con el secretario de Estrategia Nacional, con el jefe del Estado Mayor Conjunto, con el viceministro de Defensa, con el ministro de Defensa, con la canciller, con el jefe de gabinete (…) con la vicepresidenta”, estando además el día de su partida “el ministro del Interior y el ministro de Seguridad”.

Todo ello, sentenció el experto, muestra que “la comandante recibió un trato que parecía más propio de un jefe de Estado que de un jefe de comando”.

En el caso argentino, explicó el sociólogo, “la desproporción” estuvo en “el preanuncio no muy claro de parte del Presidente” respecto a la base naval integral en Tierra del Fuego”, cuyas obras comenzaron en 2022, bajo el consenso general de que en ella no hubiera ningún papel ni de China ni de Estados Unidos, ya que la misma es considerada como “esencial” para el vecino país en “temas como el Atlántico Sur, la Antártida y Malvinas”.

Si, en efecto, lo expresado por Milei de convertir dicha base en una base conjunta con Estados Unidos se concretase, ello traería aparejado un sinnúmero de complicaciones significativas para la política exterior de Argentina. 

Tras tres día en Argentina y luego de anunciar la entrega de un avión Hércules C-130 que ya estaba en el país desde el pasado año, su pasaje al repertorio militar argentino no significa, como se afirmó por las autoridades, que ello haya sido uno de los “logros” de la visita, ni que, efectivamente, el país hubiese recibido 30 millones de dólares en asistencia militar.

Dicho avión, recuerda Página 12, “había sido gestionado por el ex ministro de Defensa, Jorge Taiana”, lo que quedó registrado fotográficamente “durante un acto en 2022”.

Además de esa gestión, el exministro de Defensa había dado el visto bueno a una oferta presentada al gobierno argentino de 12 aviones caza F17 de última generación por parte de China.

El arribo de Javier Milei a la presidencia, determinó que se desechara la obtención de las aeronaves chinas y en su lugar, con el visto bueno de Estados Unidos y el Reino Unido, el gobierno argentino “adquirió 24 aviones F16 de 30 años de antigüedad a Dinamarca”.

La decisión del Presidente Milei al desechar la obtención de esos aviones nuevos, representa un afianzamiento de la dependencia del vecino país a los Estados Unidos, mientras que, sus expresiones de beneplácito respecto a los intereses mundiales y regionales de la potencia del Norte (por ejemplo, el ofrecerse como paladín contra Venezuela) constituyen una declaración explícita de máxima genuflexión de parte del “libertario” que ya se ha ofrecido a recomponer parte del escenario que haría posible la emergencia y consolidación de un posible “Plan Cóndor 2.0”, que tiene en Venezuela, Ecuador y Argentina los vórtices más claros del mismo.

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Visita de la comandante del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos Laura Richardson al Ministerio de Defensa en Montevideo en febrero pasado. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS.

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