Por Victoria Alfaro *
“La desigualdad de ingresos va a existir siempre por la propia naturaleza humana y es justo que así sea”, dijo el presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Gabriel Capurro, en el lugar donde ellos se sienten más cómodos: en la Expo Prado y ante un gobierno nacional ante el cual también se sienten cómodos: sus representantes políticos, fieles a su pensamiento comandados por el Herrerismo, portavoz y defensor histórico de los intereses de los estancieros.
¿Acaso son extrañas estas expresiones? Para nada, no deberían asombrar a nadie. Son expresión de la lucha de clases, la que nunca se fue, la que siempre estuvo ahí, aunque algunos ilusos y otros no tanto, intenten ocultarla como algo arcaico y vetusto, típico de estos comunistas aferrados a la ideología marxista.
Las expresiones del estanciero reflejan que la lucha de clases está más vigente que nunca. La desigualdad es fundamental para mantener el capitalismo, sin desigualdad el capitalismo pierde fuerza, se vuelve débil y pusilánime. La desigualdad es crucial para mantener esta estructura dominante y el status quo, donde algunos pocos gobiernan y deciden, mientras la inmensa mayoría la mira desde abajo y mientras más de abajo mejor para estos señores, que si pudieran eliminar el voto universal también lo harían.
La desigualdad es parte de esa estructura donde los estancieros, con esa mentalidad de señores feudales que aún conservan, deciden sobre el trabajo e incluso sobre la vida de sus peones rurales y sus familias. Como explicaba en un artículo anterior (https://elpopular.uy/a-jose-el-canero/), no es casualidad que sea justo en el campo donde la brutalidad más extrema brote como hierba mala en las relaciones laborales. Allí donde nadie ve, donde no llegan las cámaras de la televisión de la capital, allí, justo allí, tienen espacio para surgir los instintos más bajos de la brutalidad humana.
La desigualdad le sirve a los integrantes de la ARU, les nutre, aumenta sus arcas, engorda sus propiedades y les permite mantenerse encima de la cadena alimenticia. No es novedad, no debería serlo para nadie.
No se asombren, la lucha de clases nunca se fue. Solamente con pueblo organizado y con el gobierno en manos de las mayorías es posible disminuir esa brecha y lograr que los seres humanos sean libres e iguales: esa es la verdadera naturaleza humana.
*Editora: www.elpopular.uy