Paola Beltrán
Este viernes 27 de septiembre una multitud se congregará en una nueva Marcha de la Diversidad. Esta marcha va mucho más allá de la diversidad sexual pues articula con los colectivos afro, de la discapacidad, género, etc. Celebra la alegría de ser pero también expresa la realidad de la comunidad LGBTIQ+ . En ese sentido, la consigna de este año expresa: “Hasta que los derechos sean hechos. Porque los derechos no se cumplen. Porque las leyes deben ser implementadas. Basta de levantar banderas de colores una vez al año sin acciones que lo respalden”.
EL POPULAR entrevistó a Joselin Oliva Godoy, mujer trans, militante política y social; a Fresia Alfaro, varón trans, trabajador del puerto y militante sindical y a Diego Rodríguez, uno de los promotores de la única Mesa de la Diversidad en un Municipio, en este caso el D, también militante social y político.
El objetivo es poder acercarnos a las particularidades que, al entretejerse, construyen una perspectiva más cotidiana, desde el barrio, que nos permite comprender también, cómo podemos aportar desde nuestras comunidades en el día a día para integrar y cuidar a nuestros compañeros y compañeras de trabajo, de militancia, vecinos y vecinas. En definitiva, que la “pública felicidad” no dependa de tu color de piel, de dónde vivís o de tu orientación sexual.
Sobreviviente
Joselin Oliva Godoy es una mujer trans de 60 años. Solo ese dato nos dice mucho ya que pertenece a un colectivo con una expectativa de vida de 40 años. Además, viene del interior, más precisamente Durazno y actualmente trabaja, milita, cuida a su compañeras.
Joselin reconoce que en esta etapa las personas trans están transitando “un camino de reconocimiento y de reivindicación” de sus derechos “cosa que no tuvimos durante muchos años, todo lo contrario, tuvimos lo que ya sabemos que es la señalización por parte de instituciones, el maltrato y todo eso”
De ese largo camino, Joselin se reconoce como una de las “pequeñas sobrevivientes». “Ahora el cuco es que sobrevivimos a la pandemia pero en mi caso y en mi generación nosotros sobrevivimos a todo lo que fue la ola del VIH, SIDA, que la gente no te saludaba con un beso, que tampoco compartía un vaso, que todo era de lejitos y por supuesto que nuestra colectividad era pequeña, cerrada”.
Hoy en día la situación avanzó un poco : “hay gente que lo toma con mucha naturalidad, hay gente que es muy cuestionadora y hay gente directamente, como te decía recién que, señala un poco”.
“En mi caso personal y por una cuestión de resiliencia, mi vida es un poquito de combate, un poquito de que si vas a un lugar y te miran la cédula y te miran la cara, esos pequeños detalles que son pequeños pero que para alguna otra chica trans eso la condiciona también. Que para hacer un trámite, que para salir de tu núcleo, porque a veces es muy difícil salir, contactarse, comunicarse, plantear tu realidad; porque las chicas trans estábamos un poquito estereotipadas, por suerte ahora y por trabajo y por decisiones propias algunas estamos transitando otros caminos”, señaló.
La militante
Joselin es la responsable de la Secretaría de género y diversidad de una de las Coordinadoras del Frente Amplio de Montevideo electa en la última elección interna, lugar en el que nunca se imaginó que podría participar: “No me imaginé porque mi intención es transmitir lo que he vivido, que es lo que puedo confirmar, pero nunca me imaginé estar en ese lugar, también siendo un poco la voz de tantas personas. La Coordinadora es un lugar donde me recibieron muy bien, donde me aceptan, me respetan y me tienen muy en cuenta. Estoy trabajando muy cómoda. También he tenido la posibilidad de salir a otras coordinadoras y transmitir mi experiencia y siempre apoyada por la Coordinadora Q, unos crak”.
Les jóvenes
La apertura social y el avance en la agenda de derechos naturalizó, en gran parte de las nuevas generaciones, realidades que, como contaba Joselin, en otros tiempos – no tan lejanos – eran impensados. La identidad de quiénes somos tiene ahora abierta la posibilidad de expresarse también en nuestra sexualidad, de manera más abierta, sin dejar de admitir que esa apertura depende de cómo somos integrados en el núcleo familiar, de pares, laboralmente etc.
Joselin les aconseja “que se atrevan, que se respeten, que se tengan en cuenta, porque la sociedad nos avasalla con muchas cosas, mucha información. Vivencio la posibilidad de acompañar, en cierta medida, la vida de unas cuantas chicas trans muy jovencitas y me parece muy bien”.
“Otras voces que dicen bueno, ahora esto es moda, la diversidad es moda porque es algo diferente, innovador, qué sé yo. Y en mi caso, por ejemplo, siendo muy jovencita, tenía 15 años y ya me identificaba totalmente. Es más, tengo una anécdota de una foto familiar, yo soy de Durazno, estaba con mi padre y mis dos hermanos en el río. Yo tendría cinco años y nosotros éramos siete. Mi madre nos hacía la ropa a todos. Y yo recuerdo, por esa foto, que mi padre y mis hermanos estaban con unas bermudas hasta las rodillas y yo con cinco años tenía una mallita, tipo cavada, yo no recuerdo pero seguramente se la debo haber pedido a mi madre porque recuerdo los colores de la tela, vi esa foto y dije ¿de dónde saqué todo esto? Esto nació en mí, nació conmigo”, afirmó.
Sobre el proceso de transicionar señaló que “me parece muy bien, me parece que si hay respeto por naturaleza, porque por ejemplo en mi caso, para hacer mi cambio de identidad de género tuve un año de terapia psicológica, todos los lunes sin faltar, después tuve otro año haciendo otra cosa y después al tercer año pude. Creo que ahora eso mejoró un poco”.
Sobre su nombre recuerda que su madre eligió los nombres de todos sus hermanos pero cuando ella nació “la séptima, la bruja”, su padre insistió en que en esta oportunidad el nombre lo elegiría él. Fue una disputa “política” con la madre que finalmente ganó su papá. Mucho tiempo después “cuando yo pude me puse este nombre maravilloso y todo el mundo feliz”.
La relevancia de la aceptación familiar tiene mucho que ver con la historia de Joselin. Su madre fue “muy importante”, de quién heredó el oficio de la costura porque siempre la vio hacerlo y que además “conoció mis novios y movía la cabeza pero ta, lo recibía bien y estaba todo piola”.
Ya para cerrar resaltó que en el mes de la diversidad “hay mucha efervescencia sobre nosotras” y pidió “tolerancia, respeto y también ponerse en los zapatos de los demás porque no es fácil. No es fácil estar siempre justificando y explicando. Es bravo. Eso, simplemente eso”.
“Quería ser feliz”
Fresia Alfaro tiene 36 años y es un varón trans. Su transición comenzó aproximadamente hace dos años. Siempre fue militante, desde los 14 años en el FA y luego a nivel sindical. “Me di cuenta de mi transición hace dos años, cuando tenía 34 años. En ese entonces y ahora estaba yendo a terapia por varias razones y en la terapia justo surgió que el problema mayor que tenía era que mi identidad de genero no estaba acorde a mi sexo biológico actual, entonces ahí inicié el proceso de transformación, de transición y desde entonces he estado intentando participar en diversos organismos de la comunidad y dentro de mi colectivo y después he seguido participando a nivel de base a nivel sindical y cuando puedo en el FA”.
Sobre transicionar, en su caso en esta etapa de la vida, reconoce que “a veces se complica en el sentido de que llevamos muchos años en el mismo lugar, tenés que salir muchas veces del armario ante distintas personas recalcando soy Fresia, sigo siendo tu misma compañera pero ahora soy tu compañero, entonces son varias salidas del armario, en la familia, en el trabajo, en la militancia, con los amigos y tiene sus rasgos positivos y negativos pero se ha ido andando”.
Fresia decidió dar el paso. “Yo trabajo en el ámbito marítimo portuario. Sé de una mujer trans que transicionó cuando se jubiló, después de retirarse. Escuché el rumor que era fulano, que siempre había sido “muy hombre» y de repente cuando se jubiló transicionó. Y cuando me di cuenta de este problema supe, en cierto punto, que no quería pasar la vida como fulano, escondiéndome en un armario o en un barco y vivir mi vida. Y que los demás que se la banquen, para ser más llano. Que realmente iban a tener que aprender que este era yo. Muchos no se sorprendieron porque nunca fui muy “femenino” que digamos pero a varios le cerraron los cabos de qué era lo que pasaba”.
Y afirma que no se trata de ser valiente a la hora de decidir iniciar la transición sino de “la perspectiva de si realmente quería ser feliz. Entonces elegí, en mi caso, el camino de la felicidad por más que sea el más duro”.
Esta decisión resignificó toda su historia y lo llevó a entender qué era lo que le pasaba. “No era yo el problema, no era que todo el rato miraba una imagen corporal y decía qué le sobraba, qué le faltaba, qué había, qué no había, todo el rato juzgándome delante del espejo, con la mirada del otro, de cómo me veía y como me veía yo y si cumplía o no el papel «de mujer» o lo que sociedad espera que debe ser una mujer supuestamente y realmente te aclara muchas ideas y te dejan de importar ciertas cosas. Vos decís «pero yo no soy esto y entonces no tengo por qué cumplir con estos requerimientos; nunca los voy a cumplir porque no los soy», no hay forma. O de acordarse de cosas de la niñez y decir «ah era por esto». Resignificar lo que te pasó, que te acordás de recuerdos felices de juego, cosas que decís, ah esto era lo que pasaba”.
El impacto de la movilización y posterior aprobación de la Ley de inclusión trans no pasa desapercibido. Para Fresia generó que la la gente se acostumbrara “a ver a las personas trans dentro de lo cotidiano y no dentro de lo excluyente, de la noche, de la miseria, se acostumbró a que puede haber un compañero que trabaja contigo y que es trans, que puede estar militando contigo y ser trans, que puede estar estudiando contigo y que es trans, no es parte de lo que se excluye sino que pasó a ser parte de lo cotidiano dentro de algunos ámbitos”.
Orgullosos y diversos
Sobre la marcha de la diversidad afirmó que “es más amplia que el orgullo propiamente dicho, por eso tanta gente o sea, que todo el mundo es diferente y diverso al otro y que está bien ser así. El orgullo es una respuesta a una sociedad que te quiere poner el pie encima por ser diferente. Entonces el orgullo como respuesta a decir sí, soy así y banquensela. Voy a ser y tengo derecho a ser así. Por ser humano ya tengo el derecho de ser así, no tengo por qué justificar todos mis actos en base de tus criterios”.
“La diversidad sí pasa más por la alegría de ser diferente, por la alegría de todo el abanico, del espectro que haya y de personas que sean felices y sean felices de ser diferentes y que recuerden realmente todo lo que falta por hacer, por cumplir. Todo lo que se ha logrado y en base a ese festejo luchar por todo lo que hace falta. Es mucho más amplia”. destacó.
“Antes iba con mis amigos, iba más bien sola, en estos últimos años he ido con mi colectivo «Trans Boy Uruguay» que cumplió diez años hace poco. Esta vuelta me ha agarrado embarcado pero siempre en el corazón”, reconoció.
Lo que falta
Fresia no quiso dejar pasar la necesidad de luchar para profundizar lo vinculado a lo laboral, educativo y de vivienda de la Ley Trans. Denunció que a nivel laboral la cuota trans se cumple a medias. Reclama que en algunos llamados se pide un nivel de escolaridad terciario y especialización cuando en la mayoría de los casos de la población trans apenas pudo culminar el secundario y entiende que es una forma de justificar que el Estado habilita el cupo cuando en realidad lo hace con requerimientos excluyentes, sobre todo para la población adulta.
“También una profundización en el sector privado para que logren integrar más personas trans a su plantilla de trabajo en diversos sectores y en la parte educativa mejorar el tema burocrático que se ha mejorado, pero a veces es medio denso, sobre todo a nivel de secundaria, la Universidad creo que está mejor en temas de software y cambios de identidad pero en secundaria es más complicado, habría que mejorar ese tema y después fomentar el tema de la vivienda que también está incluido en la Ley y no se ha cumplido para nada”, destacó.
Participar para incidir
Diego Rodríguez tiene 30 años, vive en Villa Española, es Consejal Municipal del Municipio D y uno de los promotores de la única Mesa de la Diversidad en un Municipio de Montevideo en donde se articulan actividades y políticas hacia la comunidad LGBTIQ+ además de trabajar hacia la comunidad afro, las problemáticas vinculadas a la discapacidad y género en todos los barrios en que tiene jurisdicción el Municipio.
El trabajo es todo el año y en el mes de la Diversidad se visualiza lo que se acumuló. Hace dos semanas el Espacio Modelo se colmó de jóvenes bailando, expresando su orgullo en una actividad cultural, se llevan adelante encuentros y talleres, se pintan murales en el barrio.
«En el Municipio vemos que el tema de la diversidad es complejo porque viven personas en situación de contexto crítico, en Villa Española también, de la población LGBTIQ+ que trabaja en la prostitución, tenemos muchos gay que son discriminados en los centros educativos y nosotros desde la creación de la Mesa estamos trabajando con acciones en el territorio que puedan garantizar una mejor calidad de vida», explicó Diego. Es importante destacar que el Municipio D es uno de los que concentra mayor pobreza y desigualdad en Montevideo.
Participar, para Diego, es «un desafío» porque entiende que aún persiste el prejuicio «si sos de la diversidad no podés participar en ningún ámbito» y entiende que su tarea también tiene como objetivo mostrar que «nosotros podemos participar en cualquier ámbito con derecho a voz y voto».
Desde la Mesa vienen impulsando la creación de un centro de referencia para la población LGBTIQ+ que derive y oriente a las personas porque tenemos muchísima población, ejemplo, para sacar la cédula de identidad, la credencial cívica y por eso hay que generar acciones que puedan garantizar derechos. Lo que más falta en el territorio es un compromiso del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) con acciones de políticas sociales, porque tenemos muchísima población que vive en contexto crítico literal. Que vive en casas de chapa, pisos de tierra».
Su lugar como Consejal le permite impulsar una perspectiva y hacer visible problemáticas desde lo micro que si contaran con el apoyo y la articulación a nivel de la política social nacional, sin dudas, cobran un mayor impacto en la restitución de derechos.
Desde el Municipio, trillando el barrio, articulando con diversas organizaciones sociales y en equipo la Mesa de la diversidad en el Municipo D propone y acciona en el territorio. Diego cierra con la convocatoria resaltando que ese espacio que está abierto para todos los vecinos y vecinas, que pueden concurrir los segundos miércoles de cada mes en la sede del Municipio en General Flores esquina Carrera Nacionales y trabajan todos los meses, porque a veces las políticas se trabajan solo en el mes de la diversidad y nosotros trabajamos todo el año”.
La marcha
Este viernes a las 18:30 hs partirá una nueva Marcha de la Diversidad por las calles del centro de Montevideo hasta culminar en la Plaza 1 de Mayo donde se leerá la proclama y se brindará un espectáculo cultural.
Entre los miles estarán Joselin, Fresias y Diegos, parte de una comunidad que fue construyendo una articulación política con los feminismos, con los colectivos afro, con las organizaciones de la discapacidad, para luchar por los derechos que son de todos y todas.
Acompañando a las amigas más jóvenes, dando pasos en busca de la felicidad y promoviendo que las instituciones estén cerca de las necesidades del barrio, en la cercanía, los y las militantes sociales y políticas de la diversidad se organizan y luchan con una perspectiva de libertad, de igualdad de derechos, por trabajo, educación, salud y vivienda. La lucha de todo el movimiento popular. La lucha de todes.
Foto
30 años de la Marcha de la Diversidad en Montevideo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS.