La semana que termina estuvo marcada por dos grandes acontecimientos políticos y sociales: la presentación de 430 mil firmas para habilitar un plebiscito sobre la seguridad social y una gran movilización popular por el 1° de Mayo en todo el país.
Los dos hechos están estrechamente ligados, pero no se agotan uno en el otro, su relación es de síntesis, de superación. Ambos hechos tienen protagonistas comunes y contenido programático común.
Vamos a desarrollar estos dos aspectos, sin embargo, no es esa la dimensión principal en que estos dos hechos políticos centrales se expresaron en estos intensos días. La principal dimensión es que son dos momentos del comienzo de una ofensiva del movimiento popular que ocupa el centro de la cancha y demuestra, una vez más, su capacidad de disputarle agenda al bloque de poder y de transformar la realidad, con iniciativa política, organización y militancia.
430 mil firmas
El sábado un amplio conjunto de organizaciones populares, con un papel central del PIT-CNT, FUCVAM, la FEUU, organizaciones feministas, ambientalistas, barriales y ollas populares y el apoyo de varios partidos políticos de izquierda y personalidades independientes, anunciaron que habían recolectado más de 430 mil firmas para habilitar un plebiscito para definir qué seguridad social quieren las y los uruguayos.
El anuncio tuvo múltiples consecuencias. La primera es la confirmación de que habrá un plebiscito sobre la seguridad social en octubre, las firmas alcanzadas lo aseguran superando largamente las requeridas por la Constitución.
La segunda es el amplio respaldo conseguido para la iniciativa. Este plebiscito es el que más firmas ha cosechado de todos los realizados hasta la fecha. La campaña “Afirmá tus derechos” juntó más firmas que los votos que tienen 5 de los 7 partidos con representación parlamentaria.
La tercera es que generó un cambio en el estado de ánimo de miles de militantes del campo popular que fueron protagonistas de esta campaña. Había mucha alegría en miles de militantes y renovada disposición a mantener la movilización y el diálogo con nuestro pueblo. Ese es un capital político enorme.
La cuarta es que puso muy nerviosos a los partidos de la coalición de derecha y a los representantes del capital financiero. Saltaron como impulsados por un resorte y salieron sin medir palabras a augurar todo tipo de catástrofes si el plebiscito se aprueba.
En base a una militancia enorme y el diálogo con cientos de miles de personas en todo el país se logró dar una respuesta, organizada, institucional, a la justificada bronca contra la reforma jubilatoria que la coalición de derecha impuso el año pasado, retrógrada, antipopular y se pasó a la ofensiva.
Es un error de análisis grave pensar este plebiscito y estas 430 mil firmas principalmente enmarcadas en el debate y las diferentes posturas, que son reales, en el seno del bloque popular, en sus componentes políticos y sociales.
Esas diferencias existen. Pero no es esa la dimensión principal del impacto político de las 430 mil firmas y del plebiscito. Es de un reduccionismo terrible creer que es así y pararse en esa perspectiva errada impide ver la verdadera importancia de lo que se alcanzó.
El impacto es sobre toda la sociedad. Porque pone a la defensiva a la derecha y la obliga a hacerse cargo de uno de los peores componentes del ajuste neoliberal contra nuestro pueblo, tendrán que defender una de las reformas jubilatorias más antipopulares de la historia, ampliamente rechazada por las y los uruguayos. Coloca en la agenda nacional un tema considerado como central en el Programa del FA y en el del Congreso del Pueblo: ¿Qué seguridad social queremos para el Uruguay del presente y del futuro?
¿Qué no será un debate fácil? Nunca es fácil discutirle y disputarle, en la práctica no en “paper” para lucirse en foros o sesiones de zoom, hegemonía al poder real, pero es imprescindible para una perspectiva de transformaciones sociales.
El plebiscito y las 430 mil firmas colocan en el centro de la escena política uno de los ejes programáticos del movimiento popular no los del poder y la derecha. Es muy torpe omitir este aspecto fundamental y reducir todo a como supuestamente favorece a una u otra candidatura y menos a un debate interno.
Habrá que enfrentar la campaña de miedo y terrorismo verbal que ya se puso en marcha y que arreciará. ¿Acaso es novedad que la derecha y el poder demonicen una iniciativa popular? No, los sectores sociales y políticos que detentan el poder, y que son profundamente conservadores, nunca dejaron de augurar el fin del mundo ante cualquier avance popular.
Hay que argumentar y denunciar la expropiación privada de los ahorros jubilatorios de las y los uruguayos que están haciendo las AFAP, es decir el capital financiero, único beneficiario de la reforma jubilatoria del gobierno de derecha del año pasado. Y eso es discutir poder y del duro. Hay que reivindicar el derecho a jubilarse a los 60 años y a que se garanticen jubilaciones y pensiones equivalentes, al menos, al salario mínimo nacional. Pero hay que poner en discusión toda la seguridad social y con estos mínimos garantizar un piso a una futura reforma integral, imprescindible.
También en este tema, el de la seguridad social, hay que intentar que los ejes sean los del movimiento popular no los que colocan el poder y la derecha. No es fácil, pero hay que intentarlo.
Un gran 1° de Mayo
El otro gran acontecimiento político de estos días fue el 1° de Mayo. Por su contenido histórico, la primera fecha universal no religiosa de la historia de la humanidad, conquistada con mucha lucha y sacrificio. El 1° de Mayo está unido a todos los grandes avances sociales de este casi medio siglo transcurrido desde el vil asesinato de los 8 mártires de Chicago en un juicio amañado que pagó tributo al odio de clase.
Uruguay honró una vez más esta fecha heroica, lo hace desde la primera convocatoria a su realización, en 1890, de forma ininterrumpida. El 1° de Mayo también en Uruguay está unido a las mejores tradiciones democráticas, de defensa de la libertad.
Este año se realizaron 29 actos, en los 19 departamentos del país. En Montevideo una multitud llenó Avenida del Libertador desde Nueva York hasta el Palacio Legislativo. Fue un acto en el que se celebró la victoria de las firmas y se colocó el plebiscito de la seguridad social como un elemento central del debate ciudadano.
Se denunció la desigualdad, en el mundo y en Uruguay, como un aspecto central: 350 mil pobres, 50 mil pobres más que en 2019; crecimiento de la pobreza infantil; 500 mil trabajadores y trabajadoras que ganan menos de 25 mil pesos; pérdida de salario y de peso de la masa salarial en el PBI durante cuatro años; al mismo tiempo que crecen las exportaciones, las cuentas bancarias de más de 100 mil dólares y se concentra la riqueza.
Se convocó a un diálogo por el desarrollo productivo, que incluya un compromiso con la innovación, la ciencia y la tecnología. Se reclamó que se tome en cuenta el trabajo no remunerado de la mujer, otro componente de la desigualdad y la pobreza. Se insistió con la necesidad de implementar la reducción de la jornada laboral sin reducción de salario. Se expresó la solidaridad con Palestina ante el genocidio del estado de Israel.
Ofensiva popular
Estos dos hechos, las 430 mil firmas y el 1° de Mayo, muestran, una vez más, la centralidad de las organizaciones populares en el Uruguay. Y también la posibilidad de construir una ofensiva y disputar la hegemonía con el boque de poder. Estos dos hechos fortalecen esta construcción popular no la debilitan. Es inexplicable sostener lo contrario.
Estamos dando una lucha por la hegemonía con el bloque de las clases dominantes. Por supuesto que tiene una dimensión electoral, y muy importante, hay que recuperar para el pueblo el gobierno con el Frente Amplio, pero tiene también componentes políticos y culturales o ideológicos, como mejor se los quiera llamar. Olvidar esto sería un error garrafal.
Hay que construir las ideas y las propuestas, el programa, de esa transformación. Y parte de esa disputa por la hegemonía es construir el tamaño de pueblo organizado necesario para que la potencialidad transformadora se materialice.
Por supuesto que esa construcción habrá que hacerla con mucha responsabilidad para cuidar la unidad de las herramientas populares, políticas y sociales, de cada una y de todas entre sí. Y también la relación de las organizaciones populares con las demandas y luchas del conjunto de nuestro pueblo. Es la unidad social y política del pueblo la que hay que cuidar y fortalecer, es una conquista histórica estratégica y es central para cualquier perspectiva popular.
Pensamos y sentimos esta semana corta con la alegría por dos grandes hechos políticos protagonizados por el movimiento popular. Con la responsabilidad por la unidad social y política de pueblo. Con la convicción de que este es el camino para lograr una síntesis política e ideológica de avance para la perspectiva popular.