Se atribuye a Albert Einstein la frase ; “Hay sólo dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana. Y lo del Universo no estoy seguro”. La haya dicho el gran físico o no, varias circunstancias de la vida hacen muy verosímil su contenido. Y no precisamente por el Universo…
La lucha política democrática es debate de ideas, contraposición de argumentos, organización de colectivos y demostraciones de apoyo a plataformas o consignas, defensa de intereses. Todo lo cual supone asperezas o fricciones, pero que siempre pueden ser mantenidas en un clima de paz, respeto y seriedad.
Cuando aludimos a la seriedad, nos referimos a que, si bien siempre puede pasar que, en una discusión, ante los ojos de un antagonista, la posición contraria luzca absurda, irresponsable o hasta ridícula, lo que no puede pasar es que, ante los ojos de cualquier observador pensante, una posición incursione en lo francamente ridículo, burdo, o en negar lo absolutamente evidente. Cuando ello llega a ocurrir, y uno recibe una andanada de baja estofa, pese a la tentación de descender al plano del golpe por golpe, la única respuesta inteligente y constructiva nos parece que es reírse de las situaciones ridículas y ratificar las bases de la posición propia, manteniéndose siempre en foco con los objetivos y sendas que uno se ha trazado, sin permitirse desviarse por los ruidos sin nuez alguna. Con humor y absoluta concentración.
Los tiempos que corren parecen oportunos para intentar explicar esta convicción desde los ejemplos concretos.
Metro-Golwyn-Mayer (MGM) es una productora de contenidos cinematográficos surgida en la década de los 20’s por la fusión de tres de los grandes estudios de la época. Obviamente, en su dilatada trayectoria, ha generado numerosos productos, ya sean películas o personajes, sobre los cuales, bajo ciertos marcos legislativos que no vienen al caso, puede eventualmente reclamar derechos de propiedad intelectual. Sus películas son particularmente inconfundibles, pues están precedidas de la imagen de un león rugiendo, el cual afectuosamente ha sido apodado “Álvaro Delgado” (aparece en todas, no trabaja en ninguna).
Recientemente una representación jurídica de MGM se habría presentado ante el PIT-CNT reclamando por la utilización de la “Pantera Rosa”, personaje animado de gran comicidad, como recurso publicitario dentro de la campaña del voto por la papeleta rosada del SI, alegando la posesión de los derechos de propiedad intelectual sobre el personaje y todas sus representaciones.
Entendámonos: MGM debe tener un conocimiento del Uruguay y su actualidad muy similar al que uno puede tener sobre los ritos o celebraciones festivas entre los etruscos o los hititas. Si MGM “saltó”, cual pantera de color indefinido para evitar conflictos de propiedad intelectual, es porque desde Uruguay alguien les hizo llegar la información, o “la data”, como dicen los que lucen inteligentes y modernos (lucen, dijimos). Una pregunta interesante es qué fina percepción de la realidad política motivó a alguien a considerar una amenaza para la seguridad nacional y la prosperidad del pueblo uruguayo la imagen en cuestión e ir a la caza de la pantera.
Sin duda se trata de un análisis desarrollado a un nivel cucurbitáceo (zapallezco, bah) y que es revelador de un espíritu atrapado por un severo problema térmico (flor de chucho) y un nivel de “desidia y desapego”, respecto al ejercicio de las libertades individuales y de expresión democrática de nuestro pueblo, muy pocas veces visto en nuestra historia.
Es imposible tratar con seriedad un tema así, es imposible detenerse a analizar sobre si podemos o no usar la pantera de color indeterminado para evitar conflictos de propiedad intelectual.
Es como ponerse a discutir con la locuaz senadora fundadora del FA, las carmelitas descalzas, la Cruz Roja y de los 33 orientales. Imposible y, si fuera posible, muy inconveniente. Porque no podemos distraernos de lo que debemos hacer: reventar las urnas el 27 de marzo con papeletas rosadas diciendo SI a la plena vigencia de todos los derechos conquistados hasta el último día de febrero del 2020. Si el animal que las vehiculiza es una pantera, un carpincho o una mulita, tanto da.
Pero no terminan allí los elementos de actualidad sorprendentes. En Pinares de Punta del Este, un joven de 18 años recibió una monumental y salvaje paliza de sus vecinos, por el terrible delito de tener “apariencia delictiva”. Léase, como lo explicara el senador del Partido Nacional, Jorge Gandini, en entrevista concedida a Canal 10: gorrita para atrás, algún “piercing”, pantalones rotos, y andar escuchando música y caminando bajo su cadencia. Es una brutalidad terrible, ejercida por vecinos que, como fueron objeto de algún robo, entendieron que no hay nada mejor que hacer justicia por mano propia, quedando muy claro que si no mataron al gurí es porque descubrieron que era el hijo de quien estaba alquilando la casa contigua y que por lo tanto en realidad “era uno de ellos”.
Detengámonos aquí, que esto no da para bromas: apariencia delictiva y justicia por mano propia. Esto es una expresión paradigmática de la cultura instalada con la Ley de Urgente Consideración (LUC) en el Uruguay. Debe recordarse que todo cambio en el marco normativo, no sólo implica modificaciones jurídicas, sino que es primero causado y luego promueve, cambios culturales. Así como las mayores libertades y derechos legales en materia de diversidad hacen que las nuevas generaciones vivan la diversidad con una naturalidad impensable dos décadas atrás, esas leyes fueron posibles por la militancia de las organizaciones sociales vinculadas y porque hubo un gobierno que tuvo la sensibilidad de hacerse eco y llevar sus reclamos al marco legal.
Ese ejemplo luminoso tiene ahora este correlato sombrío: la letanía de la necesidad de “la mano dura” y la instalación de una cultura de represión al distinto y fundamentalmente, seamos claros, al que parece ser de clases bajas, al “ñeri”, bajo un gobierno afín a esta visión, dio lugar a varios de los artículos más repugnantes de la LUC y éstos, a su vez, consolidan esta cultura de “si no me gusta el aspecto, pego primero y pregunto después”. La permanente interacción cultura/marcos legales es imposible de negar, ni en las luces ni en las sombras.
Mientras esperamos que la Justicia resuelva este caso de forma acorde a su gravedad, tratando de evitar que el ejemplo cunda, un segundo aspecto del caso inquieta. La noticia se ha visto, en todos los grandes medios, precedida de la referencia al padre del gurí, a su CV, a la precisión de que es asesor del gobierno, además de presentarse como una barbaridad aislada y para nada vinculada con la LUC. Esta reiterada forma de presentación hace temer que, si el chiquilín hubiera sido el hijo de un changador o de un laburante de los de abajo, sin títulos para mostrar ni vínculos con el gobierno, quizás la historia podría haber sido mucho más terrible, y lo que es peor: no aparecer como noticia, en el marco del blindaje mediático imperante.
Involuntariamente, esta forma de presentar los hechos es un claro ejemplo de la profunda discriminación de clase presente en cada uno de los 135 artículos de la LUC cuestionados y constituye su “razón de ser”.
Ante las movidas absurdas, como el “pantericidio jurídico” que aludíamos al principio, solo cabe reírse. Y mantenerse concentrados sobre la cultura nefasta y profundamente clasista, anti derechos populares, de los 135 artículos de la LUC y lograr su derrota con la papeleta rosada del SI.
Gonzalo Perera