Acto de recolocación de la Placa de Memoria en Fernández Crespo 1720. / FOTO: Diego Correa

Montes de Oca: “La memoria es un camino colectivo”

En la mañana de este 21 de setiembre, en el marco de la conmemoración de los 105 años del Partido Comunista de Uruguay (PCU), se realizó un acto para volver a colocar la Placa de la Memoria frente a donde estuvo el histórico local del Comité Central comunista, en Fernández Crespo 1720, en Montevideo.

Desafiando las inclemencias del tiempo una nutrida presencia de militantes del PCU y la UJC participó del acto, en el que hicieron uso de la palabra Graciela Montes de Oca, secretaria de DDHH del PCU y Juan Castillo, ministro de Trabajo y Seguridad Social y secretario general del PCU.

La placa es en homenaje a la resistencia de las y los comunistas y recuerda, en especial, el asalto fascista al histórico local, en abril de 1972, cuando se realizaba un activo con cientos de militantes de la UJC. El local fue secuestrado por la dictadura fascista. Luego se construyó allí una escuela pública, que hoy lleva el nombre de Gerardo Cuesta, obrero metalúrgico, dirigente de la UNTMRA, de la CNT, legislador de la 1001 y el Frente Amplio, muerto en el Hospital Militar en 1981, tras sufrir brutales torturas y años de cárcel.

Una guardia de militantes de la UJC, con la bandera de Uruguay, del Frente Amplio, del PCU y de Palestina, rindió homenaje al lado de la placa durante todo el acto.

Al finalizar el acto, Montes de Oca, Castillo, Jorge Mazzarovich, que era quién estaba hablando en la reunión de 1972 cuando el asalto fascista y Jessie Enrique, que estaba presente en el local aquella noche, develaron la placa.

El acto es parte de las decenas de actividades que se están realizando, en todo el país, para conmemorar el 105 aniversario del PCU, el acto central se realizará el 19 de octubre en el Parque de los Aliados.

En ese marco cabe recordar que el 20 de setiembre se cumplieron 57 años del asesinato por la represión del pachequismo de Susana Pintos y Hugo de los Santos, militantes de la FEUU y de la UJC.

La intervención de Montes de Oca

Graciela Montes de Oca, secretaria de Derechos Humanos del Partido Comunista del Uruguay, abrió la parte oratoria del acto de recolocación de la placa de la memoria, frente al histórico local comunista de Fernández Crespo y Uruguay.

Montes de Oca hizo un documentado repaso de las circunstancias históricas en el que se dio el asalto de una banda paramilitar fascista al entonces local del Comité Central del PCU, en abril de 1972.

EL POPULAR reproduce textualmente las palabras de Montes de Oca.

“Esta placa se colocó en memoria a las violaciones de los derechos humanos cometidas en este sitio bajo la responsabilidad del Estado.

Este local, que fue sede central del Partido Comunista, fue asaltado por una banda paramilitar el 14 de abril de 1972, en el momento en que se desarrollaba una conferencia de la Unión de la Juventud Comunistas (UJC).

Esa noche también se reunían en Sierra las comisiones de Organización, Finanzas y Propaganda. Además, un grupo de militantes estaban trabajando en la realización de los carnés de la UJC.

Los atentados a los locales del Frente Amplio habían obligado a un sistema de vigilancia y guardia nocturna en las casas partidarias y, por ello, cinco o seis militantes, funcionarios del Partido, tenían a su cargo la seguridad del local.

A las ocho de la noche en el local ya habían más de ochocientas personas, la mayoría jóvenes, estudiantes.

Apenas empezó la oratoria fue cuando ven ingresar a varios hombres armados a punta de metralleta. Vestían de civil, con vinchas y brazaletes blancos. Enseguida se oyeron tiros por todos lados y en unos segundos ocuparon todo el salón.

Dispararon al techo, a los focos de luz que estallan, Gritaban: “Cuerpo a tierra”, obligando a todos a tirarse al piso. Más de ochocientas personas quedaron acostadas, mirando al suelo, los cuerpos cubrían todo el salón.

En el medio de la confusión, destacaba entre los armados un hombre que parecía dirigir el operativo. También vestía de civil. Parecía disfrazado, usaba una peluca evidente, larga, lentes oscuros, un buzo o campera amarilla, pantalones camuflados, botas y, metralleta.

Los asaltantes destrozaron el local, mesas, sillas, máquinas de escribir, no dejaron ni un vidrio sano. Buscaban, sin duda una reacción de los presentes, cosa que no sucedería.

Los hombres armados gritan todo el tiempo. Pasan corriendo sobre los cuerpos de los militantes, desde la puerta de entrada hasta el fondo del salón, y de nuevo hacia la puerta principal. En la carrera se detienen para repartir culatazos.

Algunos intentan proteger de los golpes a las compañeras, las cubren con el cuerpo o con el brazo. Hay más de una mujer embarazada.

Los civiles armados revisan a los militantes. Insultan y manosean a las mujeres. Lo que podían robaban.

Según el relato de militantes presentes en la escena, aquella noche desde el local del PCU se comunicaron urgentemente con el Palacio Legislativo, y fue la llegada de los legisladores Héctor Gutiérrez Ruíz, del Partido Naiconal, presidente de la Cámara de Diputados; Rodney Arismendi, Jaime Pérez y Vladimir Turiansky, de la 1001 y el Frente Amplio, la que detuvo la balacera del grupo paramilitar.

El diputado comunista, Wladimir Turianky, es el primero en llegar al local, colándose en medio de la confusión.

Recién hacia las nueve de la noche llegaría un Juez, el doctor Daniel Echeverría.

Esa misma noche, aprovechando los acontecimientos que ocurrieron durante el 14 de abril en el país, el Gobierno remite al Parlamento un proyecto de resolución por el que se suspendían las garantías individuales. Es por ese motivo que los diputados se encontraban en el Parlamento, mientras se discutía y aprobaban el Estado de guerra interno, que suspendió temporalmente las garantías constitucionales y confirió facultades especiales a la Justicia Militar.

El asalto al local de Sierra fue una acción premeditada y planificada Querían que el Partido reaccionara, querían mezclarnos en actos de violencia

La masacre iba a ser allí, pero sucedió tres días más tarde en la Seccional 20. Los dos operativos tuvieron iguales características y la misma justificación.

Es por eso que la fecha puede considerarse como el momento en que se acelera la marcha hacia el derrumbe de la Democracia, que culminará el 27 de junio de 1973 con el golpe de Estado.

Históricamente, estos hechos, son el inicio de lo que vendrá después, la dictadura fascista, el ajuste de cuentas de los sectores más reaccionarios del capital contra la clase obrera y el pueblo uruguayo.

El 28 de noviembre de 1973, una vez disueltas las Cámaras es instalada plenamente la dictadura, el Consejo de Ministros decretaría la ilegalización de varias organizaciones de izquierda, entre ellas a nuestro Partido Comunista, retirando su personería jurídica, incautando sus bienes y clausurando el local central.

Años después, en el inmueble de la ex calle Sierra 1722 se crea la escuela N.º 209.

En 1999, como acto reparatorio, la escuela es denominada “Gerardo Cuesta”, en honor al camarada militante y obrero metalúrgico, parlamentario y miembro del PCU, muerto en circunstancias no aclaradas en el Hospital Militar, en 1981.

La recolocación de la placa hoy es un paso más en la construcción de la memoria colectiva del país. Es este un gesto que trasciende lo material para convertirse en un acto de profunda de justicia y de compromiso con nuestra historia.

Cada placa, cada acto de memoria, es un recordatorio vivo de quienes soñaron y lucharon por un país más justo y cuya ausencia nos convoca a no olvidar nunca las violaciones de DDHH del pasado, para así poder avanzar en la construcción del Nunca Más.

Estos señalamientos son parte fundamental de la construcción de la memoria colectiva. No se trata solo de recordar nombres y fechas, sino de recuperar historias, trayectorias y luchas que siguen iluminando nuestro presente, son también un modo de trasmitir a las nuevas generaciones el sentido de la dignidad, la resistencia y la solidaridad que marcaron a quienes nos precedieron.

La memoria no es un ejercicio individual, sino un camino colectivo. Recolocar esta placa es reafirmar que la verdad y la justicia no pueden negarse, y que es nuestro pueblo quien es capaz de sostener, aún en la adversidad, la llama de la memoria. Que esta placa sirva para que cada persona que pase por este espacio encuentre en ella una invitación para reflexionar, a preguntar, a comprometerse.

Por eso, este acto no es solamente conmemorativo es una apuesta al futuro. Es reconocer que la democracia se fortalece cuando honramos a nuestras y nuestros compañeros, cuando señalamos los lugares donde la historia dejó huellas imborrables y cuando reafirmamos que nunca más debe repetirse el terrorismo de Estado.

Que sepan que “aquí se construyeron memorias, se construyeron sueños, se elaboraron utopías y se construía el Uruguay que todavía estamos forjando”.

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