Naciones Unidas dio a conocer los nuevos desafíos a los que se enfrenta América Latina en materia educativa.
Mediante un nuevo informe el organismo internacional identificó las áreas a las que los países deben prestar una atención urgente si quieren alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. A pesar de registrarse una disminución del analfabetismo, no se observaron mejoras en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, lo que representa un retroceso con respecto a los datos obtenidos entre 2006 y 2013.
El informe estima que los resultados observados son consecuencia de las dificultades económicas, así como del impacto que tuvo la pandemia.
Ambos factores, se señala, “contribuyeron a la desaceleración y el estancamiento en el avance de los logros educativos de América Latina y el Caribe entre 2015 y 2021”.
El informe dado a conocer el jueves por los tres organismos de la ONU (Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago), la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe (UNICEF LACRO) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El lanzamiento del informe coincidió con el Día Mundial de la Alfabetización y en el mismo se alerta que, “de seguir al ritmo actual, los países de la región no alcanzarán las metas que marca para el año 2030 el Objetivo de Desarrollo Sostenible número cuatro, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad”.
En lo que se refiere al analfabetismo el informe subraya “que en los últimos diez años la cantidad de analfabetos se redujo en 7,7 millones, aunque en las zonas rurales el 12,8% de la población joven y adulta es aún analfabeta”.
Otro dato relevante del estudio es la disminución entre 2000 y 2020 de la media de estudiantes con edades mayores a la esperadas en el nivel primario que se ubicó en el 7,8%.
Algo similar ocurrió en la educación secundaria donde hubo una disminución del 18% al 13% entre 2010 y 2020.
Se constató, además que “para el 2019, la tasa bruta de matrícula de la educación preprimaria (desde los tres años y hasta el inicio de la educación primaria) fue del 77,5%”, lo que indica “un crecimiento constante en los últimos veinte años”.
Para el caso de la educación secundaria se concluye que hubo un freno en la misma ya que, por ejemplo, “la media de finalización de la educación secundaria entre los años 2015 y 2020 solo se incrementó un 1,9% durante el primer ciclo de secundaria y 2,1% para el segundo ciclo, mientras que en el periodo comprendido entre 2010 y 2015 estos registros fueron de 6,1% y 6% respectivamente”.
Los datos disponibles permiten aseverar que “el porcentaje de la población que no asiste a la escuela, tanto en la educación primaria como en la secundaria, prácticamente no se modificó”, sin embargo, se estima que “los logros de aprendizaje se ven amenazados por serios retrocesos provocados por el impacto de la pandemia”.
En ese sentido se enfatiza que “la región no logró mejorar en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias, lo que sí había ocurrido entre 2006 y 2013”.
Con relación a la educación terciaria, el estudio describe lo que identifica como brechas observables en la expansión de la misma ya que, aunque “en los últimos veinte años la educación terciaria logró incorporar a 17 millones de estudiantes, esta expansión se presenta de forma desigual”.
“Entre 2015 y 2020 aumentó muy poco en el sector rural y también crecieron las diferencias de acceso entre hombres y mujeres: si en el año 2000 la tasa bruta de matrícula en educación superior para ambos grupos se situaba entre el 21% y 25%, para 2020 la diferencia se amplió, con un 61,7% para las mujeres y un 46,8% para los hombres”.
En condición similar está la brecha de acceso por nivel socioeconómico, ya que “en los años recientes la educación terciaria ha favorecido casi exclusivamente a sectores medios y altos”.
El estudio describe cómo el financiamiento de la educación se ha visto reducido en15 países de América Latina y el Caribe, una reducción observable desde 2015.
“Este estancamiento”, se agrega, “se acrecentó con la crisis de la COVID-19, que solo en 2020 implicó una contracción económica del 7,7% del PIB. Entre 2015 y 2019, el gasto educativo como porcentaje del gasto público total cayó del 16,1% al 15,4% en la región y, en relación con el PIB, cayó del 4,5% al 4,3%”.
El documento espera que en el curso de la próxima Cumbre sobre la Transformación de la Educación, a realizarse el próximo 19 de septiembre de 2022 en la sede de Naciones Unida, se habilite un intercambio que permita “realizar un balance de los esfuerzos necesarios para recuperar las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia”, así como, “reimaginar los sistemas educativos para el mundo de hoy y del mañana”, con vista a que ello posibilite “revitalizar los esfuerzos nacionales y mundiales para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número cuatro”.