Federico Araya (*)
El pasado martes en la sede del PIT-CNT se presentaron dos estudios de investigación acerca de la reducción de la jornada laboral y sus posibles efectos sobre distintas variables. Uno de esos trabajos estuvo a cargo del Instituto Cuesta Duarte, y el otro lo llevamos adelante con el colega Pablo Blanchard del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la UdelaR.
En esta nota hago un breve repaso de los resultados que hallamos en este último estudio, el cual se centró en repasar la evidencia empírica para diversos países que han implementado este tipo de reformas. Asimismo, se presentan datos sobre la jornada laboral en Uruguay y se realizan algunas recomendaciones para avanzar en este sentido.
Principales hallazgos
a) Reducción de la jornada efectiva de trabajo
La evidencia empírica muestra que una disminución de la jornada laboral legal repercute en una disminución efectiva de la jornada. Este efecto es muy relevante, ya que no es del todo obvio, porque muchas veces lo legal queda solo en un papel y luego no se traduce en la práctica. Podría ocurrir, por ejemplo, que las empresas aumentaran la cantidad de horas extras pagas y con ello, la reducción de la jornada de trabajo efectiva no se plasmaría en la práctica. También puede pasar que los trabajadores, aprovechando la baja en la cantidad de horas dedicadas a un empleo, destinen su tiempo a trabajar en otro trabajo, y con ello la jornada laboral semanal podría incluso ser superior al tope de 40 horas que se plantea la Ley. Sin embargo, la evidencia empírica encuentra que las reducciones legales de la jornada se traducen efectivamente en reducciones efectivas, aunque no en un 100%. A modo de ejemplo, la reforma de Francia en los 2000 planteó una reducción legal de 4 horas semanales y ello se tradujo en reducciones efectivas de 2 horas semanales (Goux, et al. 2014)
b) Efectos positivos sobre el bienestar y la salud de los trabajadores
Toda la evidencia empírica muestra que este tipo de políticas aumenta el bienestar subjetivo de los trabajadores y también hay indicadores que reportan mejoras en la salud. A modo de ejemplo, los trabajadores declaran estar más satisfechos con la tarea que realizan y con el tiempo de ocio que disponen después de la reforma. Asimismo, reportan mayores niveles de satisfacción con la vida en general. Estos resultados se hallan para diversos países como Francia, Portugal (Lepinteur, 2019), Japón y Corea del Sur (Hamermesh, et al. 2017). A la vez, los trabajos de Berniell y Bietenbeck (2020) para Francia y Ahn (2015) para Corea del Sur encuentran que la reducción de la jornada laboral provocó una caída en la probabilidad de fumar y un aumento en la probabilidad de que los trabajadores realizan ejercicios regularmente. Por el contrario, un aumento de una hora en la jornada laboral en el sector público alemán, elevó el número de visitas al médico en un 13% (Cygan-Rehm y Wunder, 2018).
c) Sin efectos sobre el nivel de empleo, pero posible reducción de las brechas de género
Los efectos de la reducción de la jornada laboral sobre el nivel de empleo han sido de los más estudiados. Por un lado, uno de los argumentos generalmente utilizados por el sector empresarial es que la reducción de la jornada laboral, manteniendo el salario constante, provocaría un aumento de los costos salariales por hora, lo cual impactaría negativamente en la rentabilidad de las empresas y con ello en la demanda de trabajo, generando así caídas en el nivel de empleo. Por el contrario, la idea del work sharing plantea que la reducción de la jornada de trabajo puede generar la creación de nuevos empleos, redistribuyendo el tiempo de trabajo entre más personas, y así combatir el desempleo.
La evidencia empírica hasta el momento no encuentra efectos ni positivos ni negativos sobre el nivel de empleo. A modo de ejemplo, y a fin de destacar un trabajo para la región, Sánchez (2013) estudió los efectos de la reducción de la jornada laboral de 48 a 45 horas semanales en Chile en 2005, en línea con el resto de los estudios no encontró evidencia significativa de esta política sobre el nivel de empleo.
Más allá de los niveles de empleo, la jornada laboral podría disminuir las brechas de género si, por ejemplo, las empresas no tuvieran incentivos exacerbados a contratar a personas con alta disponibilidad horaria para trabajar de forma remunerada (típicamente varones), tal como lo plantea la reciente premio Nobel de economía, Claudia Goldin. Si la jornada laboral por semana se reduce, este incentivo a contratar varones disminuye, y por lo tanto, permitiría una mayor incursión de mujeres en este tipo de tareas. Un reciente estudio para el sector de la salud en Estados Unidos mostró que el haber limitado la semana a 80 horas para los médicos residentes, permitió que más mujeres ingresaran a dicha especialidad (Wasserman, 2023).
d) Efectos positivos sobre productividad, aunque los estudios disponibles son a nivel sectorial
Los efectos de la reducción de la jornada de trabajo sobre la productividad son a priori indeterminados. Por un lado, podría ocurrir que jornadas más largas de trabajo puedan llevar a una mayor productividad, si el trabajador enfrenta costos fijos de preparación y tiempo no productivo durante la jornada (Feldstein, 1967). Por el contrario, podría ocurrir que el agotamiento del trabajador comience a manifestarse después de cierto número de horas trabajadas, por lo que la reducción de la jornada evitaría esto. A la vez, podría ir acompañada de una mejora en los procesos y en la organización disminuyendo los tiempos no productivos, con lo cual aumentaría la productividad laboral diaria (Pencavel, 2015).
La evidencia empírica muestra que efectivamente, a partir de cierto número de horas trabajadas la productividad disminuye. En un trabajo bien importante por sus implicancias para la vida, Brachet et al. (2012) hallaron que, el desempeño de los paramédicos en Estados Unidos se deteriora al final de los turnos extensos, dicho deterioro genera un aumento de 0.76% en la mortalidad en un período de un mes.
Los hallazgos presentados previamente sobre diversas dimensiones muestran como la reducción de la jornada laboral es una política que promueve y mejora el bienestar de las y los trabajadores, tanto en materia de salud, como en la productividad, y en la satisfacción con el trabajo y con la vida en general. Asimismo, la literatura empírica no encuentra efectos significativos sobre el empleo a nivel macroeconómico, por lo que las voces que promueven el terrorismo sobre esta política no tienen respaldo científico. En una próxima nota, abordaremos algunos datos para el mercado laboral uruguayo con el fin de aportar al debate en torno al proyecto que actualmente se encuentra en discusión de la Comisión de Asuntos Laborales del Senado de la República.
(*) Economista.
Foto
Actividad sobre la reducción de la jornada laboral realizada en la sede sindical. Foto: PIT-CNT.