Arismendi habla en el 40 aniversario del PCU, 1960.

111 años de Rodney Arismendi

“Quería que se lo recordara como un revolucionario práctico”

Por Fernando Zas

Rodney Arismendi nació en Río Branco, departamento de Cerro Largo, el 21 de marzo de 1913. Empezó a militar desde muy joven. En la década de 1930 se afilió al Partido Comunista de Uruguay, donde militó hasta su último día de vida, en diciembre de 1989.

Cumplió un papel fundamental en el desarrollo del PCU, encabezando como Secretario General la dirección que sería electa en el XVI Congreso (1955). Seguir el hilo del desarrollo teórico de Arismendi es seguir el hilo de las definiciones más importantes de nuestro partido.

Asumió la tarea de ponerse al frente de la crítica a quien fuera el anterior Secretario General del partido, Eugenio Gómez, quien había cometido una serie de errores muy importantes en la conducción partidaria. Pero el mérito de Arismendi fue no quedarse en la anécdota de estos errores, y construir un problema político más grande, que estaba comprometiendo toda la línea del partido: se atrevió a plantear que nuestro partido había caído en el nacional reformismo, planteando los objetivos revolucionarios en términos verbales, pero sin asumir su concreción como una tarea concreta.

En su informe al XVI congreso, plantea que el partido no tenía hasta el momento un verdadero programa. Apenas tenía un conjunto de medidas que no se articulaban en una perspectiva revolucionaria coherente. Era necesario realizar un análisis científico de las bases materiales de nuestro país, para identificar cuál debía ser el carácter de nuestra revolución, y derivar de esta premisa las fuerzas motrices que acompañarían a la clase obrera en este tránsito, así como las formas organizativas que debería asumir la unidad de todo el pueblo.

Esta iniciativa tendría una cristalización en la Declaración Programática de 1958, donde se fundamenta el carácter agrario y antimperialista de nuestra revolución, teniendo en cuenta que Uruguay ha seguido un desarrollo capitalista deformado por el predominio del latifundio y por la dependencia del imperialismo norteamericano. La revolución antedicha era el camino para superar estas trabas al desarrollo de las fuerzas productivas de nuestro país.

Considerando el carácter de nuestra revolución, planteó la alianza con todas las clases y capas sociales que tuvieran intereses contrarios a la oligarquía y el imperialismo. Para materializar esta unidad, era una premisa fundamental la unidad de las y los trabajadores en una sola central. La Convención Nacional de Trabajadores empieza a organizarse en 1964 y celebra su Congreso de Unificación Sindical en 1966. El siguiente paso era la unidad política de todas las fuerzas progresistas del pueblo, objetivo, hacia el que se da un primer paso en 1962 con el Frente Izquierda de Liberación y que se consigue en 1971 con la fundación del Frente Amplio.

Arismendi también estudió la viabilidad de la revolución en un país pequeño como el Uruguay, y desarrolló la idea de que América Latina debía transitar por una revolución continental, en el entendido que todos los países teníamos las mismas trabas que impedían nuestro desarrollo, y que compartíamos el mismo enemigo: el imperialismo norteamericano aliado a nuestras oligarquías locales.

Luego del golpe de estado de 1973, pasó a dirigir el partido desde la clandestinidad, hasta su captura por las fuerzas represivas y posterior expulsión del país en 1975. Desde el exilio trabajó por la unidad de todas las fuerzas democráticas del país para derrotar la dictadura, a la que definió como fascista, considerando que el ejército cumplía el papel que cumplieron los partidos fascistas en Europa.

Volvió al país en el marco de la reapertura democrática, continuando al frente de la secretaría general del PCU hasta 1988.

Se dedicó a la construcción del partido y a la elaboración teórica hasta sus últimos días. En los escritos de los últimos años se refirió al proceso de renovación que tenía lugar en la Unión Soviética. Era consciente de muchas de sus deformaciones y errores, y puso esperanzas en un proceso de cambios que se decía inspirado en los ideales de un socialismo democrático. Nunca imaginó la traición ideológica de la dirigencia del PCUS, que terminó desmantelando la revolución más importante de toda la historia de la humanidad. Compartió un error con la mayoría del movimiento comunista internacional: la creencia que la revolución socialista que había comenzado en octubre de 1917 era irreversible.

Queda la pregunta de cómo habría conceptualizado la derrota del socialismo en el Este de Europa. Queda la duda de cómo habría sido si Arismendi hubiera estado vivo cuando la crisis de nuestro partido, en momentos que todos decían seguir sus enseñanzas , tanto los que luchaban por la continuidad del partido como los que estaban abandonando los principios revolucionarios.

Rodney Arismendi quería que se lo recordara como un revolucionario práctico, como un hombre de partido. Pudo morir satisfecho de haber cumplido con este objetivo.

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