70 años del Moncada

La acción que enseño a convertir los reveses en victorias.

Rony Corbo

El 26 de julio de 1953, Fidel Castro encabezó una acción revolucionaria, en respuesta a la dictadura proimperialista de Fulgencio Batista, impuesta el 10 de marzo de marzo de 1952 para evitar la posibilidad de un gobierno popular. Un grupo de jóvenes, que, entre otras y otros integraban Abel Santamaria, Raúl Castro, Haydee Santamaria y Melba Hernández, intentaron tomar el cuartel Moncada en Santiago de Cuba y el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo. 

Con esta acción los jóvenes revolucionarios, buscaban hacer realidad el ideario de José Martí en el centenario del nacimiento del apóstol cubano, de una Cuba libre y soberana. Al decir de Fidel, el Moncada representó la continuidad de la Guerra Necesaria, concebida por José Martí, la auténtica revolución cubana, que nació con Carlos Manuel de Céspedes en 1868. 

El oriente cubano: cuna de la Revolución

Fidel no se cansa de definir a Santiago de Cuba, como la cuna de la Revolución y es que en el Oriente cubano se iniciaron las tres guerras independentistas del siglo XIX. De allí nacieron varias insurrecciones populares en el período republicano; la valentía de la resistencia armada de los campesinos de las montañas orientales contra los latifundistas era reconocida. Fidel y Raúl se habían criado ahí y conocían muy bien el territorio y las características de su pueblo. La región era conocida como “el Oriente indómito”, por el espíritu de rebeldía que caracterizaba a su pueblo. Por ello Fidel eligió ese lugar para dar inicio al proceso revolucionario cubano, como se lo dice a Ignacio Ramonet en “100 horas con Fidel: “Atacamos dos cuarteles: además del Moncada, el de Bayamo, como una avanzada para combatir el contraataque. Teníamos a 40 hombres para tomar el cuartel de Bayamo, con el propósito de defendernos del previsible avance enemigo por la vía señalada a más de 200 kilómetros de Santiago”.

“Todos llegamos desde la capital el día anterior, unas horas antes del ataque organizado. De la granjita salimos para el Moncada […] los combatientes estaban mentalmente preparados. Varias veces los habíamos movilizado para un lugar u otro, simulando una probable acción y luego cada uno para su casa. Esta vez fue con carácter definitivo”. La misión nuestra era ocupar las armas de guerra; si no, ¿para qué íbamos a atacar el cuartel?

El asalto al Moncada

El 26 de Julio de 1953, la ciudad de Santiago de Cuba se despertó con el tableteo de las ametralladoras y un intenso tiroteo de armas de diversos calibres que hizo salir de sus casas a gran parte de sus habitantes, a excepción de los que a esa hora – cinco y quince de la mañana – se encontraban en la calle de regreso a sus casas, después de una noche de carnaval. 

Un grupo de ciento sesenta y cinco jóvenes, que habían llegado a la ciudad desde diversos puntos de Cuba, no estaba allí para festejar el carnaval, sino para asaltar el cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar del país. El día siguiente, los diarios de Santiago de Cuba titulaban: “Asaltado al Moncada, 48 muertos y 29 heridos”, “Loca aventura de un grupo de jóvenes que intentaron tomar la fortaleza”. El combate fue feroz, y en él murieron varios de los combatientes rebeldes, y la respuesta del ejército de la dictadura a esta “osadía” fue brutal: cincuenta y siete de los asaltantes fueron capturados y torturados hasta la muerte. Cuenta Raúl Castro que mientras se entrenaban previo al asalto al Cuartel Moncada, Fidel repetía constantemente una frase que pocos lograban descifrar en su verdadero contenido: «Hace falta echar a andar el motor pequeño para que eche a andar el motor grande.» Se refería a la acción a realizar. El «motor pequeño» debía ser aquel que hiciera posible desencadenar la lucha armada con la incorporación posterior de las masas, el gigante del pueblo, o sea el «motor grande». Aunque el asalto al Moncada acabó muy mal en lo militar, mantuvo un determinante papel propagandístico y su efecto político fue el buscado. Fidel, apresado, decidió autodefenderse y convirtió su juicio en una denuncia contra el régimen, al presentar su alegato por escrito (“La Historia me absolverá”) donde denunciaba los fusilamientos y torturas a los sobrevivientes del asalto, los males que padecía el pueblo cubano en salud, educación, vivienda, empleo; y la situación de las empresas en Cuba, la mayoría de las cuales eran propiedad de las multinacionales norteamericanas que sumaban cuantiosas ganancias en detrimento de un pueblo empobrecido. 

La Historia me absolverá y los objetivos políticos del Moncada

Citando a Martí en “La Historia me absolverá” Fidel lo define como el autor intelectual del Moncada. “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!”

Fidel proclama “el derecho de rebelión contra el despotismo”, revindica “la resistencia activa frente a las arbitrariedades de la autoridad”, y apoyándose en diversos textos de lo más avanzado del pensamiento cubano, da ejemplos históricos, donde “no sólo admitían sino que apologizaban sobre la muerte violenta de los tiranos”, afirmando que “el pueblo tiene derecho a tomar las armas para oponerse a cualquier usurpación” y que “cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para éste el más sagrado de los derechos y el más imperioso de los deberes…Martí nos enseñó su ardiente patriotismo, su amor apasionado a la libertad, la dignidad y el decoro del hombre, su repudio al despotismo y su fe ilimitada en el pueblo (…) Céspedes nos dio el sublime ejemplo de iniciar con un puñado de hombres, cuando las condiciones estaban maduras, una guerra que duró diez años. Agramonte, Maceo, Gómez y demás próceres de nuestras luchas por la independencia, nos mostraron el coraje y el espíritu combativo de nuestro pueblo, la guerra irregular y las posibilidades de adaptar las formas de lucha armada popular a la topografía del terreno y a la superioridad numérica y en armas del enemigo.» 

Lo que se buscaba con los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes eran tres objetivos, confiesa Fidel años más tarde: «primero, paralizar la acción de los elementos politiqueros que estaban esforzándose tremendamente por llevar al país hacia una solución de pacto y de componenda electoral no revolucionaria; segundo, levantar el espíritu revolucionario del pueblo; y tercero, reunir los recursos necesarios mínimos que se necesitaban para llevar adelante el movimiento revolucionario”. 

El Moncada fue un medio, no un fin, fue un punto de partida no de llegada. Un revés militar, pero una victoria política. Cinco años, cinco meses y cinco días después del asalto al Moncada, el ejército de la dictadura de Batista fue derrotado. Fidel y Raúl con sus tropas guerrilleras tomaban Santiago de Cuba, mientras el Che y Camilo entraban a La Habana, con sus heroicas columnas invasoras iniciándose al frente mismo del imperialismo norteamericano, una Revolución que posteriormente sería la primera experiencia socialista en esta parte del mundo.

Santiago de Cuba será la sede del acto central del 26 de julio por decisión del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Aparte del componente histórico, la decisión se fundamentó en los avances políticos, económicos y sociales de la provincia, así como en la participación del pueblo santiagueño en los procesos políticos y en su respaldo popular a la Revolución.

Foto de portada:

26 de Julio 70 años del Asalto al Moncada. Foto Cubadebate.

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