A 27 años de la patada al fascista

Ocurrió el 25 de enero de 1995, en Londres dos equipos de fútbol se enfrentaban, el Crystal Palace y el Manchester United.

Pasado poco más de los 3 minutos del segundo tiempo, el jugador Éric Cantona reclamó al juez por qué dejaba pegar tanto sin sacar una sola tarjeta amarilla.

La protesta del jugador significó su expulsión.

Éric Cantona, sin decir nada comenzó a caminar hacia el vestuario, mientras los jugadores quedaban protestando por la arbitraria decisión del juez del partido.

Fue en ese instante que se escuchó, entre los gritos del público, una serie de insultos racistas, xenófobos y discriminatorios, “ándate a tu país”, le espetó a Cantona un espectador.

Esa fue la gota que rebasó el vaso, abriéndose paso entre los que los llevaban al vestuario, Cantona fue directo hacia el fascista y, de un salto, le dio una patada en el pecho, a la primera acción, Cantona le agregó otros golpes al fascista hasta que fue detenido.

Después se sabrían los motivos de la reacción del jugador, Cantona, era nieto de un refugiado que combatió al franquismo durante la guerra civil española.

Por su respuesta ante la provocación fascista, Cantona fue juzgado y además de la sanción de dos semanas de cárcel realizando trabajos comunitarios, la Asociación del Fútbol Inglés lo suspendió por nueve meses, mientras la selección francesa lo dejaba fuera de las convocatorias.

Al fascista, afiliado al partido National Front, solamente se le prohibió ir a estadios por 12 meses.

Muchos años después en una entrevista para la BBC, le preguntaron a Cantona cuál creía que había sido el mejor momento de su carrera y sin dudarlo respondió: «Cuando le di la patada al fascista. Es un sueño para algunos patear a esta gente. Lo hice por ellos, para que sean felices. Saltar y patear a un fascista no se puede saborear todos los días (…) debería haber pateado al fascista más fuerte. No puedo arrepentirme. Me sentí genial. Aprendí de ello y creo que él también».

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