Julia Arévalo, ejemplo de mujer comunista apasionada y coherente.
Magela Altier (*)
Qué decir (que ya no se haya dicho) a nivel de la izquierda y de los ámbitos del feminismo, de una mujer que fue diputada en el Parlamento Uruguayo en el año 1943 y primera senadora en 1947, en una época tan compleja para todas las mujeres y en especial para quien había nacido en el lado más difícil de la vida: hija de campesinos pobres, obrera a los 10 años, madre de 5 hijos, dirigente sindical, en el interior de un país como Uruguay en aquellos años y, lo peor, comunista. Tenía todo en contra. ¡Aún hoy para una mujer que pretenda atender con equilibrio el hogar, el trabajo, la militancia sindical y política las cosas se complican! Imaginemos entonces las contradicciones y la dura lucha que debió librar en aquellos tiempos en que una familia que se respetara «prefería que su hija fuera prostituta» antes que militante política de una fuerza de izquierda. Recordando su vida y su trayectoria tan inusual, singular, comprometida y apasionada entendemos que el poeta argentino, Raúl Rodríguez Tuñón dijera de ella que estaba hecha «de bronce y miel» por la entereza que exigía estar «a la altura» de las responsabilidades que le tocó transitar y por la necesaria ternura que se desprendía del hondo compromiso con las causas de las personas más vulnerables de la sociedad en la que ella había nacido (interior del interior) y a la que debió enfrentarse a temprana edad porque, como tantos y tantas niños y niñas de su tiempo, fue obrera de una tabacalera a los 10 años debiendo incluso abandonar la Escuela en 4° año.
Leyendo varias crónicas nos admira la lucidez y coherencia de su desempeño cuando las mujeres debían limitarse a ser madres y amas de casa y en el mejor de los casos trabajar muy mal remuneradas y cargar con la doble jornada como una condena, sin asomo, en la inmensa mayoría de los casos, de protesta o ilusión de otra opción posible. Sobre todo, para quien provenía de la clase social más desfavorecida. Ella lo dijo con sus propias palabras: «sólo me faltaba ser negra para completar la trilogía de la segregación».
Determinar las causas que sumadas dan como resultado una personalidad tan rica y a la vez sencilla y cotidiana excede totalmente a este artículo.
Julia Arévalo podía perfectamente tejer sus mañanitas en crochet, conversar con las vecinas sobre la carestía, dar un encendido discurso trepada a un cajón de querosén o escapar de la persecución policial que reprimía un acto político. También escribir poesía dedicada a su esposo, leer, tomar mate dulce o comer masitas (que le encantaban) y organizar el Comité por las Libertades Públicas en la Lucha contra el Fascismo en España, contra la Dictadura de Terra o contra la Dictadura del 73′. Todas esas facetas la definían. También la de la legisladora comprometida que seguro habrá sido en un principio subestimada en ese universo con reglas muy machistas, elitistas y excluyentes. Ella lo dice con total claridad en una entrevista que le realizó Cristina Canoura: «Cuando asumí en marzo de 1943 como diputada de la Lista 63 del Partido Comunista me importaba, sobre todo, que a esa mole de mármol que es el Palacio Legislativo, entraran las voces de las mujeres sufrientes, de las desplazadas del campo, de los obreros y empleados explotados por sus patrones. Para mí era tan importante impulsar un proyecto para que se creara, en un barrio marginal, un puesto de primeros auxilios que pudiera atender a los vecinos que no tenían acceso a un médico decente como discutir el presupuesto de la nación (…). Luchaba para que se votaran rubros suficientes para la Universidad del Trabajo cuyos locales estaban en condiciones calamitosas, sus profesores ganaban una miseria y era importante levantarla porque los alumnos que de allí salían no iban a pedir empleos públicos, sino que se ganarían el pan favoreciendo el desarrollo de las principales industrias del país (…). Nunca dejé de reclamar por los presos españoles que arriesgaban morir fusilados y más de una vez reclamé ruptura de relaciones con la dictadura franquista sobre todo cuando me enteré de que con las lanas uruguayas se iban a confeccionar capotes y equipos para los soldados del ejército español. Eso era una vergüenza para nuestro espíritu democrático y sublevaba nuestra conciencia (…) Me tocó ser diputada en un periodo difícil y crucial. Cuando finaliza la guerra comienza una etapa de dureza económica con racionamiento de alimentos. Faltaban papas, huevos, azúcar. La industria y la producción decaían. No me conformaba que pasáramos horas y horas en el Parlamento discutiendo y haciendo novelones de alto vuelo retórico. Yo quería que se creara un fondo especial para el abaratamiento de los productos de primera necesidad y que se mejorara la ley de creación de la Comisión de Subsistencias para acabar con los acaparadores y especuladores. Pero en realidad yo pensaba, y lo dije, que lo que se necesitaba era una reforma agraria que garantizará producción nacional generosa de todos los artículos de primera necesidad (…) Planificar, poner la tierra al alcance del campesino, darle atribuciones al Banco Hipotecario para que pudiera expropiar las tierras de los señores latifundistas que no cumplían con la obligación de mantenerlas productivas. Pero como estábamos lejos de una Reforma Agraria por lo menos que esa Comisión de Subsistencias estuviera integrada por los consumidores, los obreros a los que les dolía el bolsillo, los pequeños productores, el comercio minorista que era extorsionado de manera brutal por el comercio grande del país (…) Me ocupé también de la jubilación de los maestros dando la opción de que pudieran retirarse a los veinte años de servicio con un sueldo decoroso. Yo entendía que el Estado no podía mantener maestros agobiados por una profesión que desgasta…».
En otra parte de esa entrevista Julia Arévalo recuerda cuando por primera vez (una mujer en Latinoamérica) asumió en el Senado. «No era de la misma clase social que la mayoría de mis colegas parlamentarios no tenía como ellos títulos universitarios, apenas 4° de escuela y muchas veces de un modo y otro me lo hicieron sentir. Me acusaban de defender ideas foráneas».
Buscando más información sobre su vida y trayectoria vamos descubriendo la huella que dejó en varios lugares del país. Testimonios de gente que la recuerda con admiración, un sello, tres o cuatro libros escritos sobre su vida, obras de teatro, el nombre de una calle en Lavalleja, otra en Montevideo, la Colonia Julia Arévalo que recoge la importancia de su aporte al Instituto Nacional de Colonización ¡Igual no es suficiente! Con muchos menos méritos e incluso con acciones nefastas para el país, nombres de personajes (sobre todo varones) adornan el nomenclátor a lo largo y ancho del país.
El nombre de Julia Arévalo debería estar en los textos de historia de Primaria y Secundaria con la relevancia que se merece una mujer digna, elocuente, comprometida con las personas más infelices, valiente y transgresora en lo que vale serlo: en la voluntad de contribuir a cambiar un sistema económico, social, cultural y político que se llama Capitalismo Patriarcal y que tantísimo daño le hace a la Humanidad y al Planeta.
Saludamos desde el interior, desde la militancia cotidiana en las organizaciones de Mujeres y Trabajadores, desde los Comités de Base del FA, desde las Agrupaciones del PCU el ejemplo de Julia Arévalo a 125 años de su nacimiento. Honor y gloria a la primera senadora latinoamericana, obrera, madre, abuela y por sobre todo un ejemplo de militancia firme, coherente y desinteresada.
Ficha biográfica de Julia Arévalo:
Nace el 1° de julio de 1898 en «Barriga Negra» Departamento de Lavalleja de una familia de pequeños productores. Infancia en el campo y luego traslado a la capital (Rivera y Larrañaga). Su padre Roberto Arévalo peón en Compañía de Tranvías «La Comercial». Su madre Adela Suárez modista.
Formación
Hasta 4° Año escolar.
Trabajo
1908- Se inicia en una fábrica de fósforos a los 10 años
1909- Trabaja en una Fábrica de Tabaco.
Militancia gremial y política
1913- Se afilia al Partido Socialista.
1915- Participa en una Huelga tabacalera. Muere su padre. Escribe en «El Socialista».
1917- Revolución Rusa.
1918- Huelga General en Montevideo.
1919- Participa en la Huelga de pantaloneras y chalequeras (junto a Paulina Luisi)
1919- Se casa con Carlos Roche.
1920- Nace su hija Selva.
1921- 9° Congreso Socialista: las 21 Condiciones. Participa de la Fundación del Partido Comunista Uruguayo.
1922- 1926- Se trasladan a Minas. Su casa es sede del Sindicato de Picapedreros. Nacen sus hijos Rima y Dardo.
1926- Rio Negro, Algorta.
1928- Paysandú. Secretaria del Regional Partido Comunista. Nacen sus hijos Alma y Leonel.
1931- Movilización en Colonia San Javier.
1932- 1a Huelga Campesina.
1933- Masacre de San Javier (muere Julia Scorino). Marzo: Golpe de Estado de Terra
1934- Es detenida. Organiza resistencia a desalojos en Barrios Artigas y Nueva York de Paysandú.
1935- Fracasa rebelión antigolpista de Paso Morlán.
1935- Se traslada a Montevideo sin su familia.
1936- Movimiento de Ayuda a España, «la Pasionaria Uruguaya».
1939- Integra Comité Ejecutivo PCU.
1942- Ocupa primer lugar en la lista como diputada del PCU. Es elegida para el período 1943-47.
1945- Participa de la fundación del FDIM en París. Integra la Unión Femenina del Uruguay y funda la Revista «Nosotras».
1946- Encabeza lista al Senado por el PCU y es elegida por período 1947-51.
1946- Se aprueba Ley de Derechos Civiles para la Mujer.
1947- Presenta en el Parlamento varios proyectos destinados a mejorar condiciones de trabajo y salario de mujeres trabajadoras.
1949-Viaja a Moscú.
1955- XVI Congreso del Partido Comunista.
1958- Es elegida edila de la Junta Departamental de Montevideo.
Preside Comisión de Control del Comité Central del PCU.
1962- Edila por el FIDEL (Frente Izquierda de Liberación).
1968- Participa en el Movimiento por las Libertades Públicas (integrado en su mayoría por mujeres).
1973- 85 Golpe de Estado Cívico Militar. Participa en Actos de Oposición a la Dictadura.
1985- Muere en Montevideo el 18 de agosto.
Tomada de «Memorias de Rebeldía» de Graciela Sapriza
Anécdota para recordar:
Julia cruza el Atlántico por 1a vez en 1945 invitada por Dolores Ibárruri «la Pasionaria» al Congreso Mundial Femenino de París que culmina con la fundación de la Federación Internacional de Mujeres. Pudimos conocer la realidad de los países europeos después de la guerra y su esfuerzo para crear un mundo sin fascismo (…) El viaje le impactó de tal manera que al regreso con los apuntes escribió el libro «Crónicas de un mundo de heroísmo».
(*) Comisión Nacional de Género y Diversidad del PCU Departamental de Rocha.
Foto de portada:
Movilización convocada por el Comité Nacional Femenino del FIdeL contra la carestía y la politica económica del gobierno. Al centro: Julia Arévalo. Plaza Independencia.
Fecha: 30 de noviembre de 1965.
Productor: Diario El Popular
Autor: S.d. (fotógrafos del Diario El Popular)