95 años del nacimiento de Ernesto Guevara.
Rony Corbo
Al cumplirse esta semana, el 14 de junio, 95 años del nacimiento del Che, queremos recordar su visita a Uruguay entre el 5 de agosto y el 18 de agosto de 1961, que, como escribió Niko Schvarz para El Popular: “fueron dos semanas que conmovieron al Uruguay y quedaron profundamente ancladas en el imaginario colectivo. Y que tuvieron, por añadidura, amplia repercusión internacional”.
Y también hay que recordar que el Che fue un poco uruguayo, porque a Bolivia ingresó con un pasaporte de nuestro país a nombre de Adolfo Mena González.
Ernesto Guevara nació el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina. A los dos años se le descubrió una afección asmática y su familia decidió trasladarse a Alta Gracia, Córdoba, pasaría allí diecisiete años de su vida, hasta 1947, cuando se traslada a Buenos Aires a estudiar, recibiéndose de Doctor en Medicina.
Luego de culminada la etapa estudiantil, en 1952, el Che y su amigo Alberto Granado hicieron un viaje de siete meses de duración en motocicleta por Latinoamérica.
Entre 1953 y 1954 tuvo lugar el segundo viaje del Che, esta vez con su amigo de infancia Carlos Ferrer. Ahí resolvió presenciar el proceso revolucionario que encabezaba el coronel Jacobo Árbenz en Guatemala, así que se separó de su amigo y se dirigió a Panamá, luego Costa Rica, Nicaragua (haciendo dedo), Honduras y El Salvador. Cuando finalmente llegó a Guatemala, permaneció allí poco más de nueve meses.
Estos viajes “iniciáticos”, como los calificara el joven Ernesto Guevara, realizados por el continente latinoamericano lo van acercando a lo que llamaría la “Mayúscula América”, a entender las luchas libertarias y la enorme figura de Bolívar y la plena unidad de los pueblos latinoamericanos.
También vio el enorme poder y la presencia brutal del imperialismo norteamericano.
En Guatemala conoce a parte de los asaltantes del cuartel Moncada y se traslada a México donde conoce a Fidel y participa del desembarco del Granma y de la Revolución Cubana, pero eso ya es historia más que conocida.
El Che en Uruguay
El Che Guevara llegó en agosto de 1961 para participar a nombre del gobierno revolucionario de Cuba (era Ministro de Industrias) en la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES), organismo dependiente de la OEA, que sesionó en el hotel casino Nogaró, de Punta del Este. Se entrevistó con el presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Eduardo Víctor Haedo, y pronunció una conferencia memorable en el Paraninfo de la Universidad en Montevideo, al término de la cual fue asesinado el profesor Arbelio Ramírez, en un atentado en contra del Che.
Su discurso inicial en la reunión del CIES fue el 8 de agosto. Varias veces se dirigió al secretario del Tesoro norteamericano, Douglas Dillon, y le respondió «a Martí con Martí». Dillon había venido a hablar de la “Alianza para el Progreso” presentada por el presidente Kennedy, la cual el Che definió como una “Revolución de las Letrinas” y dijo que después de la derrota de Girón, era un intento del imperialismo norteamericano por aislar a Cuba.
En esos días se realiza en Montevideo la Conferencia Popular Antiimperialista y la movilización por Cuba (conocida como Conferencia Paralela), bajo el lema «Con Cuba, por la dignificación de Latinoamérica”, contra la colonización económica del continente.
Como dijo Nico Schwarz, histórico periodista de El Popular que cubrió la visita de Guevara: “En esa réplica al cónclave de Punta del Este participan el presidente del Senado de Chile, Salvador Allende, el publicista argentino Gregorio Selser, un comité de intelectuales uruguayos encabezado por Luis Gil Salguero e integrado además por Jesualdo, Guillermo Bernhard, Juan José López Silveira, Armando González, Julio E. Suárez (Peloduro), entre otros”.
Los comités por Cuba realizan un acto en el cine Majestic con oratoria de los diputados Enrique Rodríguez, Germán D’Elía, Ariel Collazo y Fernando Elichirigoity.
El 17 de Agosto de 1961 el Che fue a la Universidad de la República y ante un Paraninfo repleto, habló de la lucha de la Revolución Cubana, de sus logros sociales, de la reforma agraria, y del proceso de industrialización en Cuba y al hablar del continente y la lucha común de los próceres y del momento que se vivía en aquella época dijo: “Yo entiendo que es para mí de elemental cortesía el solicitárselos encarecidamente a ustedes, solicitar que sea una demostración de las nuevas etapas a que están llegando -no digamos los movimientos revolucionarios, para no ponerles nombre demasiado atrevido- los movimientos populares de toda América, conscientes de la importancia que tienen, y conscientes de que no es necesario extremar la fuerza para lograr lo que uno persigue. La fuerza es el último recurso. La fuerza es el recurso definitivo que queda a los pueblos. Nunca un pueblo puede renunciar a la fuerza, pero la fuerza solamente se utiliza para luchar contra el que la ejerce en forma indiscriminada. Y nosotros -les podrá parecer extraño que hablemos así, pero es cierto-, nosotros iniciamos el camino de la lucha armada, un camino muy triste, muy doloroso, que sembró de muertos todo el territorio nacional, cuando no se pudo hacer otra cosa. Tengo las pretensiones personales de decir que conozco América, y que cada uno de sus países, en alguna forma, los he visitado, y puedo asegurarles que, en nuestra América, en las condiciones actuales, no se da un país donde, como en el Uruguay, se permitan las manifestaciones de las ideas. Se tendrá una manera de pensar u otra, y es lógico; y yo sé que los miembros del Gobierno del Uruguay no están de acuerdo con nuestras ideas…
Sin embargo, nos permiten la expresión de estas ideas aquí, en la Universidad y en el territorio del país que está bajo el gobierno uruguayo. De tal forma que eso es algo que no se logra, ni mucho menos, en los países de América. Ustedes tienen algo que hay que cuidar, que es precisamente la posibilidad de expresar sus ideas; la posibilidad de avanzar por cauces democráticos hasta donde se pueda ir; la posibilidad, en fin, de ir creando esas condiciones que todos esperamos algún día se logren en América, para que podamos ser todos hermanos, para que no haya la explotación del hombre por el hombre ni siga la explotación del hombre por el hombre, lo que no en todos casos sucederá lo mismo -sin derramar sangre, sin que se produzca nada de lo que se produjo en Cuba, que es que cuando se empieza el primer disparo, nunca se sabe cuándo será el último. Porque no hubo un último disparo el último día de la Revolución; hubo que seguir disparando”.
Junto a Allende y a las citadas figuras de la cultura y la política latinoamericanas, estuvo, en el Paraninfo, Victorio Casartelli, entonces destacada figura universitaria, luego presidente del PCU.
Al término del acto, el Che sale junto a Allende por la puerta lateral y una bala de los fascistas, destinada al Che, mata al profesor Arbelio Ramírez.
Se dice que esa noche el Che, alojado en el Parque Hotel, estaba con una gran tristeza producto de lo sucedido. A la mañana siguiente el Che viaja a Buenos Aires a reunirse con Frondizi.
La próxima estadía del Che en Uruguay, será bajo el nombre de Adolfo Mena González, clandestino, ya rumbo a Bolivia, donde ingresó con ese nombre con pasaporte uruguayo, contando una vez más con la solidaridad del PCU, pero esa es otra historia…Hasta la Victoria Siempre.
Foto de portada:
Tapa de la edición de El Popular del 18 de agosto de 1961, con la cobertura del acto del Che en el Paraninfo.