20230414/ Mauricio Zina - adhocFOTOS/ URUGUAY/ MONTEVIDEO/ SOCIEDAD/ Homenaje por el "Dia de los Caídos en Defensa de las Instituciones Democráticas y de la Libertad” en la Plaza de la Bandera en Montevideo. En la foto: Julio Maria Sanguinetti y Guido Manini Rios durante el homenaje por el "Dia de los Caídos en Defensa de las Instituciones Democráticas y de la Libertad” en la Plaza de la Bandera en Montevideo. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS

El único demonio

Gonzalo Perera

 En muchas culturas, las creencias populares o cultos religiosos imaginaban la existencia de seres sobrenaturales de carácter esencialmente maligno, llamados demonios. Muchas veces eran expresiones del temor supersticioso ante fenómenos naturales que la razón no lograba explicar y había demonios para justificar las tormentas, las sequías o las enfermedades, por ejemplo.  La evolución de la civilización judeocristiano tendió a generar una única figura demoníaca (el diablo, Satanás, etc.) con alusiones a menudo al estatus de “ángel caído”, de personificación absoluta del mal y la capacidad de “poseer” espíritus humanos, explicación usada para reprimir salvajemente trastornos mentales o perseguir espíritus rebeldes, castigar practicantes de religiones no admitidas o de culturas alternativas o simplemente asesinar mujeres insumisas. De todos modos, si la figura del demonio es la del mal en estado puro, hay momentos de la vida en que uno parece sentir su presencia. En mi caso, fue cuando hice una visita turística a uno de los más conocidos campos de exterminio nazi ubicado en Polonia. En invierno, bajo frío, atravesar los portales oscuros, las rejas infranqueables y empezar a recorrer las barracas regadas con recuerdos de las atrocidades allí sufridas por cantidades astronómicas de personas, por momentos estremece y uno se siente en presencia del mal sin bemoles. Simplemente porque no parece posible para la naturaleza humana haber planificado, organizado y ejecutado de manera masiva tanta crueldad y salvajismo. Si hay que pensar un testimonio del pasaje de algo comparable con un verdadero demonio por la Tierra, se me ocurre que debe pensarse en la cruz esvástica como su símbolo.

Como el Uruguay no hay. Tanto es así, que ilustres pensadores uruguayos han concebidos una teoría sumamente original: en lugar de postular la existencia de muchos demonios como los antiguos pueblos, o de uno solo como la civilización judeocristiana, o de ninguno, como tantas personas que prefieren admitir que no entienden lo que no entienden, sin inventar por ello una representación fantasmal, en este rincón del Sur se ha defendido, y hoy se pretende elevar a categoría de verdad histórica irrefutable, la existencia de dos demonios. Por ende, esencialmente comparables entre sí, pues ambos son demonios. Con mayor culpabilidad del primero, asociado a los movimientos insurreccionales armados de la década del 60, y dando carácter de respuesta cuasi inevitable al segundo, nada más ni nada menos que el Terrorismo de Estado de la dictadura. Hasta un santo tiene esta demonología binaria a su permanente servicio: Sanguinetti.

Muchas veces hemos dicho que esta teoría es un monumental absurdo. Comparar a civiles que bajo su cuenta y riesgo se levantan en armas contra el poder estatal, acertados o equivocados, asumiendo todos los riesgos que ello supone, con el despliegue de todo el poder del Estado, con todos sus recursos materiales y humanos, para reprimir salvajemente sin contralor alguno, sin exponerse a riesgo alguno, e incluso cubriéndose de prebendas y privilegios, es comparar la picadura de un mosquito con la mordedura de un tiburón blanco.

Pero hay momentos que hay que dejar la lógica un poco de lado y comprender desde el identificarse y sentir, empatizar. Este número de EL POPULAR cubre muy particularmente el salvaje asesinato en 1972, bajo una feroz balacera de las fuerzas represivas, de los mártires de la Seccional 20 del PCU. Ocho obreros que custodiaban el local de un partido democrático y pacífico, que había sido objeto de varios intentos de agresión en esos días, baleados sin contemplación. La pregunta que se impone es qué tipo de demonio intentaban reprimir los asesinos. La organización obrera, la de un partido de clase, en pos de una sociedad democrática avanzada, en pos de un futuro de liberación de toda explotación, de genuina fraternidad, que alguien me explique qué tiene de demoníaco, maligno, o tan siquiera de éticamente cuestionable.

En días recientes los estudiantes organizados y docentes del IAVA han dado una muestra de dignidad y rebeldía defendiendo no sólo sus derechos sino los de toda la Educación Pública, oponiéndose a la represión de la actividad gremial que el demonólogo Sanguinetti hizo Ley General de Educación N°14.101  en 1972 , como reprimió la dictadura, como reprime la LUC, expulsando docentes de consejos descentralizados y prohibiéndoles expresiones gremiales, como  reprimen quienes invocan la insubordinación a la autoridad como delito, para “tirar de los pelos” a los chiquilines mucho más inteligentes que ellos y que los pasean por toda la cancha en la polémica. Además, como al lado de la demonología en un marco multicolor, bien se pueden practicar las artes del bufón o la bufona, en el Senado hay quienes han visto en el IAVA una avanzada de un intento insurreccional de los comunistas, tratando de tensionar la sociedad, generar la hecatombe con el Congreso del Pueblo, etc. Parece que hay quien tiene un demonio inflable y que lo empieza a desplegar cuando aparece en frente gente digna, inteligente, pacífica, organizada y que se niega a aceptar el autoritarismo. En la actitud que se reprime no hay nada de maligno perverso o demoníaco. Como no la había en las masas organizadas en el 72, en los gremios reprimidos por la Ley Sanguinetti, ni en los obreros que cuidaban la seccional 20. Si, hay perversión, que la Historia muestra que puede alcanzar niveles demoníacos, en el que cree que hay que imponer las leyes del mercado, el pensamiento hegemónico, los intereses de unos pocos, la supresión del derecho a la protesta y ni hablar de quien se brota de alergia ante consignas como “obreros y estudiantes unidos y adelante”.

Si liberándolo de todo contenido religioso, el demonio es la forma de expresión del mal en estado absoluto y sin límites, pues debe buscar conculcar derechos, condenar a la infelicidad al distinto, impedir a la mujeres liberarse de yugos centenarios, esquilmar jubilados y pensionistas para “subsidiar” al gran capital concentrado, haciendo crecer la estafa llamada AFAP, condenando la Educación Pública por asfixia presupuestal y mediante “reformas” improvisadas, inviables y reaccionarias, pues no se educa para liberar, sino para formar acríticos portadores de las competencias que el gran capital precisa para su ciclo reproductivo. Naturalmente, si semejantes objetivos se escapan al demonio en cuestión, será la hora de la represión, primero bajo forma de sanción, luego de persecución sistemática y cuando sea la hora, de sangre y fuego. Que no otra cosa ha pasado en los pueblos de nuestra región en sus movimientos estudiantiles, obreros, por la tierra, antigolpistas, etc., en los últimos tiempos.

En el laico santoral de las grandes causas populares están y estarán por siempre Liber Arce y todos los mártires estudiantiles, los obreros asesinados y desangrados en la seccional 20, todos los que dieron su vida combatiendo la dictadura, en las calles o en las cárceles o en el exilio, está Roslik y todo quien hace de la libertad genuina, la solidaria, el centro de su vida y de la dignidad, la práctica cotidiana.

Mientras tanto, hay un único, absolutamente único demonio en Uruguay: el del poder ciego, la violencia, voracidad, codicia sin límites, que dese hace varias décadas se puede caracterizar muy simplemente: el fascismo. El fascismo y quienes lo invocan o preparan camino:  los serviles oportunistas, que, de a poco, liberan la bestia.

Foto de portada:

Guido Manini Ríos, García Pintos (al medio) y Julio María Sanguinetti en el homenaje por el «Dia de los Caídos en Defensa de las Instituciones Democráticas y de la Libertad” el pasado 14 de abril. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS.

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