Estás en buenas manos

Por Micaela Melgar

Una niña uruguaya de seis años llegó el 24 de junio de este año al Centro Internacional de Restauración Neurológica de Cuba en su silla de ruedas, con su tremenda sonrisa y acompañada por su mamá. Tres días después fue bienvenida por Díaz Canel con un afectuoso saludo por las redes sociales que representaba lo que Aurora y su familia esperaban de Cuba: solidaridad y amor. “Bienvenida a #Cuba, hermosa Aurora. Estás en buenas manos, nuestros médicos sabrán cuidarte mucho. Sigue contándonos cómo te va, ya queremos verte en la rehabilitación. ¡Un abrazo!” dijo el Presidente.

EL CIREN es una apuesta a la vida que se inauguró en 1989. Está orientado al estudio y tratamiento de las secuelas neurológicas y entre sus especializaciones se destaca la neuropediatría. El centro ha creado una tecnología para el Tratamiento Neuro-Restaurativo, Multifactorial, Intensivo y Personalizado, basada en el principio de la neuroplasticidad para lograr la recuperación estructural y funcional del sistema nervioso lesionado, que se aplica por equipos multidisciplinarios de alta calificación.

Antes del triunfo de la Revolución existían pocos más de seis mil doctores en Cuba, uno por cada 960 habitantes. En los primeros meses de 1959 una gran cantidad de graduados emigraron hacia Estados Unidos. La revolución cubana no esperó a su desarrollo económico para comenzar su tarea en el campo de la salud, aun con el éxodo masivo de médicos. En 1960 se envía una brigada médica y varias toneladas de equipos e insumos a Chile, afectado por un intenso terremoto. “La generosidad anónima del que entrega lo que hace falta y que vale mucho más que lo que entregan los países ricos” decía Allende en ese momento. Hace 62 años que Cuba sigue en ese camino. No voy a redundar con ejemplos porque todos y todas los conocen.

La recolección de fondos para Aurora funcionó, el TeamAurora respondió y Cuba estaba ahí, esperándola. Sin embargo, Cecilia, su mamá nos cuenta que fue difícil conseguir pasajes. La ansiedad se acumulaba y el año de la pandemia fue particularmente malo para Aurora que quedó sin sesiones de rehabilitación. Pero finalmente llegaron, pasaron la cuarentena y arrancó el diagnóstico. Cecilia nos relata con detalle todos los estudios que le hicieron a la niña: electrofisiológicos, evaluaciones físicas, logopedia, defectología. Todo esto era necesario para determinar un posible diagnóstico.

Finalmente la enfermedad de Aurora tiene un posible diagnóstico de distrofia muscular de origen genético con daño medular por una compresión en la médula. De bebé, la niña de las mil sonrisas tuvo un quiste que le comprimió la médula, lo que le generó muchas secuelas físicas y motoras, entre otras, tener que trasladarse con el apoyo de una silla de ruedas.

Con un calor que superaba los treinta grados, Aurora arrancó las seis horas y media de rehabilitación diarias. Entra a las ocho y media de la mañana, hace un corte para almorzar y siguen hasta las cuatro y media de la tarde. En Uruguay sus sesiones eran de 45 minutos. En Cuba recibió terapia física, ozonoterapia, medicina holística, logopedia, defectología. Su mamá comparte sus avances y logros en las redes sociales, desde donde recibe el cariño de muchos y muchas.

La ciencia funciona y el acceso a los buenos tratamientos tienen resultados evidentes, hoy Aurora mueve el brazo derecho, que tenía paralizado. Ganó fuerza y masa muscular. Se mantiene de pie. Mejoró sus posturas y la escoliosis.

El sistema cubano de salud pública y su fundamento ético, profundamente humanista tiene estos resultados en la vida de una niña uruguaya. No hay un incentivo de relaciones comerciales. Hay un sostenido compromiso con la vida.
Aurora puede volver a caminar por sus propios medios, esa es la apuesta del equipo médico cubano. Para eso necesita volver y quedarse todo lo que pueda. Y para volver necesita de la colaboración de todos y todas en el Colectivo en Abitab 114422 (Todos por Aurora) o en Red Pagos Mi Dinero 2736978.

Tener confianza en el éxito es (otra) virtud de los revolucionarios, y saber decir que nada es imposible es otra virtud de los revolucionarios; porque para el revolucionario el «no puedo» no existe, para el revolucionario no hay obstáculo imposible de vencer. Esa frase la dijo Fidel en 1964 pero la podría haber dicho nuestra Aurora en estos días.

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