A pocos días de las elecciones presidenciales Estados Unidos vive una huelga de decenas de miles de trabajadores portuarios.
La medida, llevada adelante por primera vez en cincuenta años, podría ocasionar, según informó el diario Financial Times una pérdida de 5.000 millones de dólares.
El conflicto, de acuerdo a analistas estadounidenses se produce ya que las negociaciones de salarios y automatización llegaron a “un punto muerto”.
Los estibadores, describió el medio de prensa, dieron comienzo a la huelga tras el vencimiento del contrato laboral el pasado 30 de setiembre, sin que las negociaciones para un nuevo convenio salgan del «punto muerto» en que se encuentran desde hace varios meses.
De acuerdo al presidente de la Asociación Internacional de Estibadores (ILA), Harold Daggett, los trabajadores «están dispuestos a luchar todo el tiempo que haga falta y a continuar la huelga durante el tiempo que sea».
“El sindicato” consignó el diario, “hace huelga porque sus miembros están apretados por la inflación», por lo que demandan “un aumento salarial del 77%, desconocido por la Alianza Marítima de Estados Unidos (USMX) que les ha ofrecido un «paquete salarial inaceptable».
En un comunicado del gremios e afirma que «los transportistas marítimos representados por la USMX quieren disfrutar de los ricos beneficios multimillonarios que están obteniendo en 2024, mientras que ofrecen a los estibadores del ILA un paquete salarial inaceptable».
Para los trabajadores esta situación indica que “los transportistas están estafando a sus clientes, lo que se traduce en un aumento de los costos para los consumidores estadounidenses».
La USMX,añaden, “quiere obtener sus beneficios multimillonarios en los puertos de Estados Unidos a costa de los estibadores estadounidenses, y sacar esas ganancias de este país para llevárselas a los bolsillos de los conglomerados extranjeros».
A ellos, resalta Daggett, «no les importamos (…) Si fuera por ellos, no tendríamos trabajo. Hay un trabajo que hacer ahora mismo, y es la huelga»..
De acuerdo a los especialistas de JPMorgan, la paralización de las actividades “podría costar a la economía estadounidense hasta 5.000 millones de dólares al día”.
Según un analista de Moody’s Analytics, «cualquier periodo prolongado (más de una semana) provocará desabastecimiento y subida de precios”, algo que será “particularmente problemático para los alimentos y los automóviles, que depende especialmente de los puertos que estarían cerrados».
Las repercusiones económicas del paro traerían, según The Guardian, efectos decisivos “en la mente de los votantes, para quienes la economía es el principal problema a la hora de acudir a las urnas”.
