Paola Beltrán
En una charla organizada por la Fundación Rosa Luxemburgo, en la Huella de Seregni, la Diputada Micaela Melgar, los economistas Bruno Giometti y Mauricio Da Rosa y el politólogo argentino Hernán Ouviña, disertaron sobre “Pobreza, desigualdad e integración regional. Desafíos para la izquierda” tomando como base el programa del Frente Amplio (FA):
Micaela Melgar
La primera en disertar fue la Diputada Micaela Melgar quién centró su intervención en la necesidad de clarificar conceptos para poder dar la batalla política. En ese sentido, comenzó haciendo referencia a “los nadies” como llamaba el escritor Eduardo Galeano a “los hijos de nadie, los dueños de nada, los nadies son aquellos cuyo único común denominador es haber sido activamente forzados a través de múltiples despojos al fondo de la pirámide social y cultural, aquellos para quienes la vida, con dignidad y derechos, que la sociedad moderna concibe, no alcanza”.
A partir de esta idea, comenzó a profundizar en clarificar el concepto de “exclusión social”. Al respecto señaló que “esta idea de “los nadies”, cuando pienso en pobreza y desigualdad, el concepto que lo contiene es el de «exclusión social», no es el de pobreza ni desigualdad sino «exclusión social» que viene de la mano de la ruptura de los lazos sociales. La exclusión sería la sumatoria de pobreza y aislamiento social”, explicó.
Melgar indicó que “en el programa del Frente se expresa que «vamos a jerarquizar el rol que tienen los programas sociales de empleo para concebirlos de manera más permanente e inclusiva. Se debe aceptar que hay colectivos que necesitan este tipo de programas por los que los revisaremos en las condiciones que se desarrollan de manera de lograr el objetivo de superación de la exclusión social». Me parece que está bien planteado en estos términos”.
Retomando el concepto de “los nadie” de Galeano preguntó ¿quiénes son los nadies en Uruguay? y respondió que para ella “el concepto “los nadies” en Uruguay es igual al concepto «el pichaje». ¿Por qué? Porque refiere a la condición de «nada». De deseo de excluir y de exclusión al mismo tiempo. Pueden ser personas en situación de calle, porque a eso se refiere también, pueden ser personas privadas de libertad, porque también tuvo esa concepción y porque implica la negación de esa persona a sus derechos y de la voluntad explícita de excluirlos. Excluirlos de nuestra sociedad y de que sean personas o sujetos que puedan ser afectados por determinados tipos de violencia, a lo largo de la historia lo han sido: violencia institucional, sin duda, pero también violencia física organizada, violencia homicida”.
En el plano ideológico profundizó señalando que esta necesidad de exclusión “parte de la base de la cultura del descarte del neoliberalismo que tiene en su superestructura la cultura de la crueldad, de la “pedagogía de la crueldad” que nos enseñó Rita Segato (escritora, pensadora, antropóloga y activista feminista argentina), de todo aquello que nos enseña a ver la vida como cosa, que reduce al máximo la relación empática con el otro y nos promueve a no sentir en términos generales, y en particular con los otros, reduce la relación que tenemos en general con el sufrimiento, propio y ajeno, y se establece como un proyecto cultural de nuestra era, de nuestro momento. Para ello se exhibe mucho la crueldad, en todas partes, generando cada vez menos capacidad de asombro frente al dolor, frente a lo explícito y se va ampliando el desprecio de la vida y lo que empieza a pasar es que “las cosas” dominan la vida y por eso se enseña a, como decía, a ver la vida como una cosa y las personas empiezan a ser seres, también, desechables, despreciables, entre ellos, los «pichis» por ejemplo” . Y agregó: “Es también un mecanismo psicológico, una retirada emocional de algo que nos perturba y hacemos como que no los vemos, a todos nos pasa, si no queremos ver algo no lo vemos y eso es una forma de ver esto que nos está pasando como sociedad”.
“Corridos a la derecha”
“Me parece imposible hablar de pobreza, exclusión y desigualdad sin hablar de los post fascismos o de la extrema derecha hoy, menos si lo pensamos desde una perspectiva regional”, aclaró. “Especialmente ahora donde algunas retóricas que hace años se consideraban extremas ya no lo parecen tanto porque estamos tremendamente corridos hacia la derecha”, alertó. Apuntó que estas nuevas extremas derechas surgen presentándose como una alternativa al sistema que ya no da respuestas como daba antes, porque “el capitalismo en su momento dio respuestas para grandes mayorías, en Uruguay esas «grandes mayorías» podemos pensarlas en el marco de la “Suiza de América” o “el sueño americano” en EEUU.
“Necesitan sostener este sistema”, afirmó. En Uruguay se han aliado a la derecha clásica y tradicional. Siempre que hubo avances de derechos el fascismo apareció para aliarse con la derecha para resolver la situación y mantener el poder de la clase. Sin embargo, aclaró que hay una parte de la discusión política que sí se puede dar en el entendido de que es necesario un componente esencialmente internacional en la solución de los problemas de la humanidad como el ambiente, la desigualdades sociales, las transferencias demográficas, que requieren de soluciones globales y los pos fascismos, en contrapartida, necesitan encerrarse en sus fronteras y mantener su supuesta pureza étnica y racial. “Ahí por hay una disputa política que podemos dar”.
¿Qué hacer?
Invitó a militar lo que se expresa en la página 68 del Programa del FA: garantizar un ingreso básico de subsistencia a las mujeres y disidencias en condición de pobreza y sin ingresos propios hasta que esta condición cambie, que contribuya a la búsqueda de estrategias para generación de ingresos permanentes. Consideró que “esta es la frase más importante de todo el programa” que existen las condiciones “por lo menos políticas y programáticas para mejorar las condiciones en las que está el Uruguay” a pesar de que “la situación cultural, hegemónica y política es grave”.
Y concluyó destacando que “en Uruguay tenemos al FA y a nuestro programa que ha sido construido democráticamente con el aporte de miles y miles de personas; que pensaron en un país posible, de forma creativa, que hicieron un aporte a la democracia y que se va a constituir en una realidad política. Tenemos que tener la certeza de que la izquierda tiene que dar respuestas a la realidad de «los nadies» y a la realidad de las grandes mayorías. Podemos hacerlo, tenemos que militar”.
Bruno Giometti
Giometti inició su intervención manifestando que además de la batalla electoral que implica ganar en octubre con mayorías parlamentarias “tenemos una batalla política que es ganar convenciendo a la gran mayoría del pueblo uruguayo de las líneas programáticas del FA, de que es necesario cambiar el actual estado de cosas. Si logramos ganar esa batalla, además de la electoral, eso nos va a permitir hacer un gobierno que pueda desarrollar los cambios que hay que llevar adelante que son en varias dimensiones”.
Desigualdad
“Una de las características del gobierno actual es que ha incrementado la desigualdad” afirmó. Si bien aclaró que no es lo único en que ha empeorado “sin dudas hoy tenemos una sociedad más desigual” producto de la política implementada por el gobierno.
En contraste, señaló que “el FA tiene una visión diametralmente opuesta en cómo coloca la desigualdad en su concepción política, es una de las señas de identidad del FA a lo largo de la historia el combate contra la desigualdad en todos lo planos y es algo que queda marcado nítidamente también en el las bases programáticas atravesando todos sus ejes temáticos”.
“Para la derecha la desigualdad es algo natural, es en todo caso un mal menor que se explica por las diferencias de talentos, de esfuerzos que hay entre las distintas personas de la sociedad y no lo ven como un problema como sí lo vemos nosotros”, afirmó.
Giometti enfatizó en que es necesario poner en el centro de la discusión programática el tema de la desigualdad; que no debemos tener temor a que este tema esté en la discusión porque tenemos que lograr convencer a nuestro pueblo de ir a una sociedad más igualitaria en todos sus planos porque “es parte de la batalla política que tenemos por delante y que tenemos que dar”.
Elementos para la discusión
“Una primera cosa que tenemos que lograr hablar con la gente es que Uruguay es desigual”, sugirió. Según Giometti, el hecho de que en los gobiernos del FA se bajó la desigualdad, que otros países estén en una situación peor promueve a que se tienda a pensar que estamos relativamente bien, sin embargo alertó que cuando se miran los datos en detalle es escandaloso. “Que el 1% de la población tenga el 40% de la riqueza o que haya 550 mil uruguayos que ganan menos de 25 mil pesos líquidos, cuando hay un puñado que gana cifras de varias decenas de veces más, nos debería escandalizar. Tenemos que ser capaces de explicarle a la sociedad que eso sucede aunque a veces sobre los ricos se habla bastante poco, cuando la desigualdad es lo que pasa con los pobres y también lo que pasa con los ricos”.
Otro elemento para poner sobre la mesa es la discusión de si la desigualdad es justa. Al respecto explicó que “hay estudios científicos muy importantes que marcan que una buena parte de la riqueza es heredada. Está el tema de la meritocracia como algo indiscutible pero en la mayoría de las sociedades, la riqueza, sobre todo en términos de capital empresarial, es heredada. No hay ningún mérito allí por lo cual es pertinente plantearse la necesidad de mejorar esa distribución en materia de riqueza”.
Un tercer elemento en la discusión es si asumiendo que la desigualdad es injusta se puede hacer algo contra ella. “Esa es la gran discusión política que tenemos, incluso a veces en el campo de la izquierda – aclaró – hasta qué punto se puede avanzar en materia de reducir la desigualdad. En 2005 nos hacíamos estas preguntas pero después resultó que logramos bajar la desigualdad, más en materia de ingresos que en materia de riqueza, parte de las limitaciones están allí”.
Señaló que hay ejemplos de otros países donde se implementaron medidas contundentes para rebajar la desigualdad que fueron muy resistidas por las clases dominantes. Sin embargo se demostró que “es posible plantearse ir hacia una sociedad más justa e igualitaria sin que eso implique necesariamente un descalabro económico más allá que la clase dominante se va a oponer con todas sus fuerzas”.
Finalmente explicó que las desigualdades son barreras para el desarrollo, no solo una mala consecuencia de la economía, sino una limitación para el desarrollo como el que queremos: más democrático e igualitario. “Una sociedad más igualitaria también da posibilidades”. No solamente podría “ser algo bueno pero que en realidad genera dificultades de crecimiento económico sino que por el contrario podría generar, en determinado contexto, oportunidades para un mejor desarrollo”.
El tema tributario
Finalizando su exposición Giometti se refirió a la cuestión tributaria “que siempre es un tema tabú, especialmente en la campaña electoral”. Pero recordó que “ la única vez que ganamos con mayoría parlamentaria fue con Tabaré diciendo «que pague el más el que tiene más». No se puede trasladar mecánicamente pero creo que es parte de la batalla política que tenemos que dar”.
Señaló que la derecha plantea este tema en términos de “los que quieren subir impuestos contra los que no» y que nosotros deberíamos abrir esa discusión en términos de “qué impuestos, o quién queremos que pague más y quién queremos que gane menos”.
“En el Programa del FA está clarísimo – aseguró – nosotros planteamos bajar el IVA a los productos de la canasta básica y planteamos revisar y estudiar las formas en que se puedan incrementar los aportes fiscales que hacen los sectores que pueden hacer depósitos en el exterior, grandes patrimonios, grandes transmisiones patrimoniales, grandes ganancias. Es la misma línea de algunos proyectos de Ley que presentaron nuestros legisladores en este período. “Sería incluso consistente con esta orientación pensar en cosas por el estilo para plantear en la campaña y también para plantear en la propia gestión de gobierno que esperamos podamos hacer si ganamos las elecciones”, concluyó.
Mauricio Da Rosa
Da Rosa, quién integra el equipo de la precandidata del Frente Amplio Carolina Cosse y forma parte del equipo que construyó las cincuenta medidas del “Plan País” que impulsa Cosse, comenzó explicando algunos elementos de este Plan.
Explicó que todas las medidas pueden comenzar a implantarse el 2 de marzo en un eventual gobierno del FA encabezado por Cosse porque están financiadas a partir del presupuesto que viene votado por el gobierno saliente. Explicó que el eje de seguridad está pensado desde tres vertientes: convivencia, violencia y desigualdad.
La vertiente “desigualdad” está muy presente y pensada de forma multidimensional abordando la salud mental, privación de libertad, situación de calle, la alimentación, entre otras.
Para la exposición, Da Rosa señaló que se centraría en las medidas referidas a las transferencias monetarias aclarando que “el fenómeno de la desigualdad no se puede asumir en el fenómeno de la pobreza; la desigualdad es más que la pobreza, la pobreza no es solo pobreza monetaria y la pobreza monetaria no se resuelve con transferencias monetarias. Hay una cadena ahí que no uno no puede saltarse pasos. La desigualdad es una cosa mucho más compleja”.
Lo que hicimos
Haciendo un repaso de lo que fue la reducción de la desigualdad en los gobiernos del FA, especialmente en el período entre 2008 y 2014, Da Rosa explicó que “las transferencias monetarias juegan y han jugado un rol clave en esta reducción de la desigualdad”.
Esta reducción de la desigualdad que se logró equivale a “recorrer un tercio de la distancia que nos separaba de los países más igualitarios del mundo en cuatro o cinco años”. Destacó que “ver una caída tan dramática en tan poco tiempo es una singularidad uruguaya” y que “Uruguay fue particularmente exitoso en un contexto de la reducción de la desigualdad continental que se dio en los primeros 15 años del siglo XXI, Uruguay fue un caso particularmente exitoso en una reducción muy sustantiva de la desigualdad”.
Esto fue posible porque “desarrollamos un conjunto de políticas públicas que actuaron en simultáneo en toda la línea de frentes”. A los efectos de la charla, el Economista se centró en las políticas que apuntaban a los ingresos.
En esa línea, explicó que se hicieron tres cosas: una política salarial que tuvo a los Consejos de Salarios en un lugar destacado permitiendo que los salarios más deprimidos fueran los que crecieran más; la implementación y reestructuración del IRPF y el IASS generando “una reforma muy grande a gran escala de las transferencias monetarias” y en tercer lugar, la implementación del “Plan de emergencia” primero y del “Plan de equidad” después.
Como consecuencia, explicó, “en ese período todos los ingresos crecieron pero crecieron mucho más rápido los ingresos de los hogares más pobres. La desigualdad se redujo rápidamente al tiempo que se reducía la pobreza” y agregó “incluso si a uno le preocupa la pobreza, la forma más rápida de bajar la pobreza es bajar la desigualdad al mismo tiempo, es mucho más eficiente”.
Si bien “fue el paquete completo lo que permitió esta caída espectacular de la desigualdad” destacó que “en ese paquete las transferencias monetarias jugaron un rol decisivo”.
Medidas concretas
“Recordemos que las Asignaciones familiares (AFAM) y la Tarjeta “Uruguay Social” (TUS) en conjunto, cubren al 50% de los menores del Uruguay con transferencias monetarias directas, hay otro 30% que tienen transferencias monetarias indirectas, que son las devoluciones por hijo en el IRPF”, señaló.
Explicó que las transferencias monetarias son importantes para bajar la pobreza monetaria que, a su vez, es importante para bajar la desigualdad. “Es un componente clave, no es el único y quiero ser muy claro con esto”.
“La pobreza infantil, que es una de las expresiones – explicó – tal vez la más dramática de este fenómeno, está en el 20%. La infantilización de la pobreza es un fenómeno estructural del Uruguay. Los niños que viven en hogares pobres son muchos más en proporción que los adultos, en esencia, para fijar ideas, la pobreza en general está en un 10%, la de los niños está en un 20%”.
Siguiendo esta línea, destacó que “desde el punto de vista programático, si uno piensa en la desigualdad, claramente, la pobreza infantil tiene que ser clave y estar en el centro por dos motivos, primero porque es justo, porque está bien. Y en segundo lugar porque “es ridículamente conveniente. La evidencia sobre esto es abrumadora”.
“Hay evidencia de altísima calidad” y puso como ejemplo a la investigación de “un uruguayo, que hizo su Doctorado en una Universidad de California hiper prestigiosa, en sus tesis tiene un artículo que estudió AFAM y Plan de Emergencia y encontró que los niños y niñas que fueron parte del programa cuando eran chiquitos, tuvieron,efectos en el corto plazo inmensos, pero cuando esos gurises tenían 16, 18 años los efectos volvían aparecer con mucha fuerza: tenían más probabilidades de trabajar, trabajaban más tiempo, con mejores ingresos. Otro dato interesante que documentó es que el grueso del efecto se daba en las mujeres, las que eran niñas cuando estaban en el programa porque retrasan la edad en la que tienen su primer hijo y entonces lo que hace eso es que empiezan a trabajar antes y estudian por más tiempo. Esto es evidencia que es muy pesada, que muestra cómo estas políticas son muy efectivas en el corto plazo pero sobre todo en el largo plazo”, aseguró.
Es por esto que el Plan País se propone aumentar en un 50% las AFAM y la TUS. “Porque tienen mucho poder de fuego, porque pueden llegar a muchos hogares muy rápidamente”.
Con esta medida se llegaría rápidamente a los niveles de pobreza monetaria infantil del 2019, pero no porque sea el objetivo sino con la intención de romper la tendencia mientras se fortalece, unifica y simplifica el sistema para que llegue a más hogares y después con más ingresos también. Esta medida va de la mano con otra denominada “empleo garantizado por el Estado” inspirada en una “política de corte universal que es el equivalente a la renta universal pero con empleo”. El objetivo son 10 mil empleos en el primer año, 30 mil al final del período. “Es un shock con efecto en el corto plazo muy claro mientras se desarrollan otras de largo plazo que tengan efectos duraderos”, destacó.
“Tenemos que ser capaces de plantearnos objetivos más ambiciosos, Uruguay tiene mucho para avanzar, en 2014 la desigualdad cayó y después quedó planchada hasta 2019, eso es inaceptable para una fuerza de izquierda, Uruguay tiene que volver a poner el rumbo hacia un país mucho más igualitario y además de ser justo, ser razonable, es totalmente posible”, concluyó.