Trágica convivencia

Mientras los uruguayos esperamos por los resultados de un plan que nadie conoce, los homicidios no paran de ocurrir y, lo que es aún peor, con un nivel de violencia exponencialmente superior.

Si bien es cierto que es casi imposible prevenirlos también lo es que quienes hoy gestionan la seguridad responsabilizaban al fallecido Bonomi de su ocurrencia sin considerar ninguno de los argumentos que hoy hacen parte de su discurso para justificarlos. Semejante acto de hipocresía no sería tal si, al menos, tuvieran la humildad de reconocerlo, pero es tanta la soberbia que ostentan que los inhibe de cualquier intento por explicar racionalmente un fenómeno que los superó con total éxito.

La convivencia está en riesgo de desaparecer en los espacios públicos donde rápidamente es sustituida por una violencia que se manifiesta de la peor manera y lo hace cosechando los peores resultados. Centros educativos en riesgo latente de inseguridad abonan a un clima de desconfianza y recelo ante la respuesta inefectiva de las autoridades. La seguridad y la convivencia pasó a ser un mero eslogan del que no hacen honor ni gala quienes en lugar de ubicarse en su rol se disfrazan de policías para «sanatear» sobre seguridad.

La convivencia vive las horas más dramáticas de los últimos tiempos y la tragedia empieza a ser parte de su existencia…

La violencia va por barrios

La Socióloga Nilia Viscardi declaró a MVD Noticias sobre una carencia de la actual administración en lo que respecta al rol de la Dirección de Seguridad y Convivencia del Ministerio del Interior, principalmente al mal funcionamiento de las Mesas de Seguridad con los vecinos. Una instancia que -a su juicio- se ha depreciado -fundamentalmente- en el relacionamiento con los habitantes de los territorios que más sufren la inseguridad.

Claro está que a juicio de quien funge el rol que dejó Gustavo Leal – Santiago González- todo marcha de maravillas y la seguridad está mejor que antes. A pesar que quien lo dice desconoce realmente la situación de muchos de esos territorios donde hoy huele a pólvora y muerte. Sitios que, en cambio, conocía muy bien Leal, pero que generara tal recelo al punto que, una reunión para compartir información con el Jefe de Policía de Montevideo, Erode Ruiz, provocó su destitución.

Con ese nivel de desempeño se maneja una gestión harto sensible como la seguridad y, al golpe mediático de operativos contra el micro tráfico muy bien vendidos, se les escapan tortugas gigantescas con pasaporte incluido.

En las últimas 24 horas, seis muertes violentas se registraron en Montevideo, para acumular 37 en lo que va del mes de agosto, sin que se visualicen acciones concretas que aventuren alguna respuesta que permita disminuir los niveles de violencia que se registran. Peñarol volvió a ser nuevamente el centro de la trágica realidad montevideana con la macabra noticia de un triple crimen que es premonitorio de más muertes seguramente en lo que ya es una descontrolada lucha de bandas criminales.

A ese panorama se le suma la epidemia familiar de una violencia que no respeta ningún límite y para la que tampoco se ha ensayado, hasta el momento, ninguna respuesta efectiva. No hay programas y al parecer el plan tan promocionado, no estaría dando los resultados esperados sino todo lo contrario.

¿Y si repasan un poco?

Es cierto que nada es por generación espontánea, sino que todo hace parte de un ciclo o proceso de acumulación que en algunos casos es positiva y en otros negativa. Todo indica que la segunda viene ganando por goleada, pero tiene un poco que ver la ruptura abrupta de los procesos de acumulación, algo que parece un juego de palabras que intentaré explicar.

Me refiero a procesos de aprendizaje que fueron discontinuados o dejados literalmente de lado, en una especie de refundación que lejos de mejorar han empeorado la gestión. No alcanza con el mero discurso si a las palabras no se les pone acción y contenido que le den sentido a lo que se planifica… si es que se planifica algo, claro.

Durante la anterior administración se dieron cita varios ilustres visitantes que asistieron invitados por las autoridades para compartir sus experiencias -en materia de seguridad y convivencia- con miras de ser aplicadas en un contexto social que venía dando señales preocupantes que había que atender.

Así llegaron especialistas como Jorge Melguizo, Antanas Mockus, Arturo Valenzuela y Lawrence Sherman, por citar los más relevantes. Todos con la premisa de exponer a los mandos medios policiales sus experiencias sobre seguridad para que fueran derramadas luego en sendas políticas de seguridad y convivencia a ser aplicadas por la administración Bonomi.

Así fue que Melguizo nos introdujo en su experiencia de Medellín, y conceptos tales como que lo contrario a seguridad es convivencia; Valenzuela, nos impresionó con sus relatos de la sociedad mexicana y el rol que le cupo a médicos como él para ser impulsores de políticas de seguridad que permitieran bajar los niveles de violencia y mejorar la confianza con la sociedad. Antanas Mockus nos advertía de las consecuencias del narcotráfico y, Lawrence Sherman, nos enseñó a medir la inseguridad como forma de planificar una mejor respuesta operativa (mapas de calor). De todas esas experiencias surgieron iniciativas interesantes en materia de Policiamiento Comunitario y la creación del PADO, a partir de los «mapas de calor» que brindan información del comportamiento criminal en los territorios.

Todo ese bagaje de conocimiento parece haber sido desechado al punto que lo que antes se planificaba y gestionaba en base a datos científicos, hoy se reduce a la intuición del Jefe de turno. Algo que parece inducirse de la entrevista que concediera el criminólogo Nicolás Trajtenber, al diario El Observador, y donde afirmó que pareciera que no hay un verdadero plan de seguridad (ver nota del 14 de mayo de 2022).

A la deriva

Las excusas ya no alcanzan para explicar una realidad que les explotó en el rostro. Con los mismos argumentos que antes criticaban a Bonomi intentan responder a una escalada de violencia que de continuar el ritmo impreso, superará ampliamente las cifras de 2019 y aproximarse (o superarlas incluso) a las de 2018.

Mientras tanto, los homicidios no dejan de crecer, el Presidente sigue creyendo en la efectividad de un plan que solo él y su ministro (Heber) conocen, pero que -a estar por los resultados- viene saliendo demasiado caro en vidas de uruguayos.

La Policía ha cedido espacios que le eran propios, y fue sustituida por actores políticos que sin saber nada de seguridad vomitan frases sin contenido ante una ciudadanía que empieza a quitarles el crédito.

La convivencia reclama una respuesta, por ahora las muertes violentas vienen ganando por goleada…

el hombre intentaba hablar,

el perro… ladrar bajito

Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»

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