“Con enormes dificultades financieras, con el método plebeyo, el método de la clase obrera, desde el pie, muchas veces sin recursos que permitan una campaña de gran sofisticación, desde las organizaciones populares que acompañamos esta iniciativa, tenemos, a pesar de todas estas dificultades y de una prédica contraria, la enorme alegría al día de hoy, de anunciar que en este instante están en poder de la Comisión Nacional Afirmá, tus Derechos la cifra de 65.933 papeletas ya firmadas”.
Con esa frase, el presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala hizo un anuncio y, al hacerlo, generó un hecho político en el cierre de esta agitada semana rica en acontecimientos: hay 66 mil firmas ya recolectadas para habilitar un plebiscito y rechazar la reforma jubilatoria regresiva y antipopular del gobierno de derecha.
El dirigente sindical describió la realidad, objetiva, la campaña de recolección de firmas contra la reforma jubilatoria del gobierno de derecha está teniendo que enfrentar grandes dificultades para llegar a nuestra población. Entre ellas ocupa un lugar destacado una campaña de mentiras y de miedo lanzada por la derecha, sus operadores políticos y mediáticos, que anuncia que caerán sobre nuestro país todas las plagas bíblicas juntas si el plebiscito se concreta.
Nótese que ni siquiera se habla de si se logra aprobar o no la reforma constitucional que se impulsa. No, el problema es previo, todo estaría en peligro, se podría abrir un abismo insondable, solamente si el plebiscito se concreta y el pueblo es consultado. Vade retro, dicen a coro y ponen cara de espanto.
Esto no es nuevo, es una costumbre del poder y de la derecha ante cada iniciativa popular, pasó con el referéndum contra la privatización de las empresas públicas, con el Voto Verde y el Voto rosado contra la impunidad, con anteriores plebiscitos vinculados a la seguridad social y ahora se repite.
En este caso, la campaña de mentiras está fogoneada por los bancos y operadores financieros que están detrás de las AFAPS y obtendrán pingues beneficios si la reforma jubilatoria del gobierno se mantiene. Todas y todos sabemos que la billetera es un poderoso estímulo ideológico para los sectores del poder, los moviliza mucho. Y en este caso que, tomando en cuenta globalmente la reforma jubilatoria, hay un par de miles de millones de dólares en juego, no es difícil entender el nivel de fervor y los recursos que están dispuestos a movilizar para defender su reforma jubilatoria, la que les viabiliza esas ganancias.
Primer aspecto entonces a destacar, el debate político e ideológico, para explicar la iniciativa de reforma constitucional, sus contenidos y objetivos, y conseguir las firmas que habiliten una decisión colectiva de la ciudadanía sobre un tema de la relevancia de la Seguridad Social, se está dando en condiciones de gran desigualdad.
Por eso hay que valorar, y mucho, las 66 mil firmas ya conseguidas.
Abdala además de anunciar las firmas alcanzadas invitó al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, a los integrantes del Poder Ejecutivo, a las y los legisladores de la coalición de derecha que votaron esta reforma jubilatoria regresiva que la campaña de firmas y el plebiscito buscan enfrentar, a debatir.
Lacalle Pou, que no explicó por qué le dieron un pasaporte a un peligroso narcotraficante, Sebastián Marset; ni por qué estaba al tanto de reuniones al lado de su despacho en Presidencia de la República, convocadas en su nombre, pero sólo pasó a “saludar” por ellas; que tuvo que aceptar las renuncias de dos ministros, un viceministro y una viceministra y su asesor estrella, pero fue porque hicieron todo bien; puso su mejor cara de póker e intentando volver a su perfil bonapartista de ejercicio del gobierno, reclamó al PIT-CNT que explique qué piensan hacer con la reforma jubilatoria que “aprobó el gobierno”.
¿No le quedó claro aún al presidente Lacalle Pou? Pues mire, señor presidente, a ver si ahora sí se lo explicamos con claridad: Enterrarla con todos los honores. Que no quede rastro jurídico de ese engendro antipopular.
Por más marketing y horas de televisión y radio que le pongan para defenderla, para una mayoría de nuestro pueblo está claro que la reforma jubilatoria del gobierno de derecha es regresiva, recorta derechos, va a significar que cientos de miles de trabajadores y trabajadoras trabajemos más años para cobrar menos jubilación, no aborda integralmente la seguridad social y la necesidad de ampliar la cobertura, no resuelve el problema del financiamiento, carga el costo solo sobre las espaldas de los trabajadores y beneficia, única y exclusivamente, a las AFAP, es decir a la especulación financiera, haciendo obligatoria la afiliación a las mismas y otorgándoles otra series de beneficios.
Por eso estamos respaldando la recolección de firmas e impulsando un plebiscito para reformar la Constitución y establecer garantías mínimas de que se respetarán nuestros derechos jubilatorios. Por eso estamos proponiendo que se reestablezca la posibilidad de jubilarnos a los 60 años, vincular la jubilación mínima al Salario Mínimo Nacional y la eliminación de las AFAPS y del lucro en la Seguridad Social.
Es cierto que es una medida fuerte introducir eso en la Constitución. Lo que ocurre es que es en respuesta al tamaño del tajo que le dieron a todo el pueblo uruguayo con la reforma jubilatoria que aprobó el gobierno de derecha, solamente para defender los intereses de un reducido grupo de empresas financieras.
La reforma jubilatoria es parte del modelo general de desigualdad, de gobernar por y para los poderosos, es parte, fundamental, del ajuste neoliberal aplicado por el gobierno de la coalición de derecha. No se la puede ver al margen de esto.
Hay una parte importante de nuestro pueblo que rechaza esta reforma jubilatoria, el asunto es llegarles a esos miles de uruguayas y uruguayos, lograr que transformen ese rechazo en rebeldía y compromiso, firmen y se comprometan con la campaña de firmas y el plebiscito.
El desafío, como siempre, es construir el tamaño de pueblo organizado necesario para resolver esta batalla política e ideológica, que tiene además impactos de carácter general sobre la situación política, a favor del campo popular.
El debate entre los senadores Oscar Andrade y Sergio Botana dejó muy claro que no hay argumentos para defender la reforma jubilatoria del gobierno de derecha.
Lacalle está invitado a debatir, él o integrantes del gobierno, también pueden ser los dueños de las AFAPS o sus cuadros técnicos propagandistas. Pero sería interesante, si es que tan seguros están, que defiendan esta reforma jubilatoria regresiva sus impulsores políticos. Veremos si se da.
Es Lacalle Pou o quién él designe, quien debe responder estas sencillas preguntas: ¿Es mucho establecer que tenemos derecho a jubilarnos a los 60 años?, ¿es mucho pretender que la jubilación mínima sea de 21 mil pesos?, ¿es mucho pretender que nuestros ahorros jubilatorios sean nuestros de verdad, vuelvan a ser nuestros y dejen de estar en manos de empresas que especulan financieramente con ellos, ganan millones y luego pagan jubilaciones de miseria?
Mientras esperamos las respuestas la gran tarea es organizar la campaña, lograr que miles hablen con miles y juntes miles de firmas. Eso es, en esta etapa, lo decisivo, lo que define.
Van 66 mil y contando.