La opinión de quienes militaron y conocieron a Amelia Sanjurjo.
Victoria Alfaro
Amelia Sanjurgo es recordada como una mujer, cálida, dulce y adorable, una “militante de fierro” que siempre estaba a la hora de realizar las tareas más difíciles en momentos oscuros, cuando el costo era altísimo y ella lo pagó con creces. Fue secuestrada en 1977, cuatro años y medio después del golpe de Estado en Uruguay. Fue torturada hasta desfallecer, luego asesinada y finalmente desaparecida por un Estado organizado para ello.
47 años después su nombre surgió de entre la tierra después de decenas de pruebas genéticas aquí y en Europa entre todos sus familiares lejanos y cercanos para así ponerle un nombre a esos huesitos encontrados el 6 de junio del año pasado enterrados, boca abajo con una losa de cal encima, en el Batallón 14 de Toledo, Canelones.
La enterraron desnuda, con claros signos de violencia en su cuerpo al decir de los peritos forenses al inicio de las pesquisas, sus huesos hablaban por sí mismos. Mujer madura de temple de acero, así la definieron sus compañeros y compañeras.
EL POPULAR habló con dos militantes que la conocían, amigos y compañeros de militancia en plena dictadura militar: con Lille Caruso, esposa de Alvaro Balbi, quién dos años antes en 1975 también fue asesinado por el Terrorismo de Estado, Lille fue amiga y vecina de Amelia y con Jorge Mazzarovich, ex secretario general de la UJC, integrante del Ejecutivo del PCU y compañero militante de Amelia en la UJC y en el Partido Comunista de Uruguay (PCU).
La vida por el Partido
“Era una mujer muy cálida, pero muy cálida, muy sola porque el padre había muerto y ella vivía en una casita alquilada en Garzón y Checoslovaquia donde incluso alquilo una de las piezas a un muchacho trabajador de acá del barrio para poder rebajar su alquiler”, contó Caruso.
“Nunca me olvido de una vez que estábamos en Cuchilla Alta y ella estaba conmigo y con los nenes, allí me dijo que para ella no habría mayor placer que entregar su vida al Partido”, recordó Lille. “No les conté eso a otros medios de comunicación porque me parecía algo muy íntimo”, agregó.
“Mi seccional lleva su nombre y justo el otro día inauguramos el local con su nombre. Está precioso el seccional, es un lugar hermoso y con esto que pasó ayer (por el martes) me contaban que la gente que pasaba por el local preguntaba por ella. El seccional está a una cuadra de donde ella vivía. Todo el mundo la conocía en la zona”, afirmó Caruso. “En el momento que la mataron era secretaria de organización del seccional 9no del PCU en plena dictadura. Ella dio la vida por el Partido”, agregó.
“Vendía libros en una editorial que había en 25 de Mayo y Juncal en Mundo Libros, el dinero no le alcanzaba para vivir, en los últimos tiempos vi que adelgazaba mucho y por eso alquiló una pieza de su casa para poder sobrevivir”, contó quien fuera su amiga.
“En la casa hicieron una ratonera, en el momento que ella fue detenida cayo el seccional entero. Fue horrible lo que pasó, fueron tiempos muy duros. Fue en el año 1977, a Álvaro lo habían matado en el año 1975. Ella venía siempre a mi casa, mis hijas la adoraban sobre todo las chiquitas. Era muy cálida muy dulce, una militante de fierro, para ella el partido era lo primero, la vida de ella la entregaba al Partido sin pensarlo dos veces”, afirmó.
“En la conmoción de estos días surgen atropelladamente los recuerdos de los que estuvimos”, afirmó Mazzarovich. “Esto ha tenido mucha repercusión en nuestro país y afuera. La identificación de los restos hallados en el Batallón 14 como los de “La Pocha” Sanjurjo, que era como le decíamos todos los que tuvimos el privilegio de estar con ella, de militar con ella, de luchar junto a ella, sobre todo en el periodo que militábamos en la UJC”, agregó.
“Teníamos en ese entonces, en la UJC y en el PCU, un solo seccional que llamábamos el Seccional Norte que luego se separó en dos la 21° y la 9°, pero cuando estábamos en la UJC teníamos un solo Seccional Norte, que iba virtualmente desde Larrañaga y Millán hasta La Paz. Quiero decirlo para ubicar las características de las tareas y los esfuerzos que Amelia tenía que realizar, lo hacían todos los compañeros, si, pero ella lo realizaba con mucha dedicación”, contó Mazzarovich.
Pasión y dedicación
“Son zonas muy grandes, donde Amelia luchó y participó en todo el proceso de organización y de lucha de la UJC, de la juventud y de nuestro pueblo en varios barrios como Colón, Conciliación , Boca, Lezica, Pueblo Ferrocarril hasta Abayubá ,que es el límite mismo del departamento con Canelones”, recordó.
“Estoy hablando de una gran zona sin locomoción para las tareas que teníamos que realizar, para meternos en el corazón de los barrios, que era lo que hacíamos y para participar en la construcción de la UJC y en el desarrollo de las tareas partidarias, la difusión del diario y la participación de las luchas juveniles”, añadió Mazzarovich.
“Amelia era una mujer extremadamente dedicada y apasionada con las tareas que asumía y con las cosas de la vida en general. Tenía un trato extremadamente bueno con los compañeros de confianza de afectividad, se sentía uno cómodo militando con Amelia, independientemente de las asperezas de las tareas y de las horas difíciles que se vivían mucho antes del golpe de Estado”, recordó. “Creo que es importante situar a una mujer joven dedicada a su trabajo y dedicada a la lucha con absoluto convencimiento y disposición para las tareas que debían realizarse”, añadió .
“En segundo lugar es imprescindible señalar que ella es secuestrada a fines de 1977, es decir el golpe de Estado se da en 1973, pero la lucha comenzó mucho antes para la UJC y todas las organizaciones políticas y el movimiento sindical, pero el golpe se da en 1973 y ahí están los allanamientos, los cierres de locales y la apropiación por parte de la dictadura”, recordó.
“Allí se da el paso a la vida clandestina, empujado por la barbarie del golpe de Estado en junio de 1973. Estamos hablando de cuatro años y medio de lucha en esas condiciones por parte de Amelia. Ella militaba desde mucho antes del golpe y luego siguió en la vida clandestina, que todos sabemos que es muy difícil, duro y exigente, mientras trabajaba para vivir”, afirmó.
“Esa es una cuestión de enorme importancia para ubicarla. Ella era del mismo lugar donde militaba, junto a Lilián Lissidini, Yayo Castillo, tenía un relacionamiento muy cercano con toda la familia Casco, en ese lugar años antes del secuestro de Amelia se habían llevado a Álvaro Balbi y lo asesinan. Allí seguían viviendo sus hijos y su viuda Lille Caruso, que fue muy amiga de Amelia”, contó.
Canallas y cobardes
“En el recuerdo de Amelia tenemos que ubicar que en el momento que se da la confirmación de que los restos encontrados son los suyos, pasaron 47 años de su detención, esto multiplica el carácter canallesco y cobarde de quienes sabían absolutamente todo y lo siguen conociendo de lo que sucedió con los desaparecidos y las desaparecidas y siguen sin decir una sola palabra, más de una vez podrían haberlo hecho, incluso sin correr ellos ningún tipo de riesgo, anónimamente”, afirmó Mazzarovich.
“Hace un año que estaba el esfuerzo inmenso de Madres y Familiares a quienes damos un enorme abrazo, de la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad, de la Institución Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) y otras organizaciones. Compañeros y compañeras que estuvieron todo este año buscando esclarecer efectivamente la identidad de los restos encontrados para luego confirmar como lo hicieron el otro día”, afirmó.
“No estamos hablando que pasaron unos días, estamos hablando de 47 años, en algunos casos mas que ese tiempo. Hay que poner especial hincapié en que aun cuando ya se habían encontrado los restos, fueron incapaces de aunque sea una sola vez, de hablar. Esto demuestra bien lo que son y a quienes los defienden permanentemente que buscan por todos lados, a los pocos que están presos, que hay que abreviar las cosas”, criticó.
“La Democracia para consolidarla exige la lucha de todos los que queremos un Uruguay distinto y de la inmensa mayoría de los uruguayos. La Democracia no puede andar con puñales en la espalda, y la acción sobre los desaparecidos debe multiplicarse de inmediato y que digan de una vez por todos, como exigió Familiares, dónde están”, exigió.
“En ese cuadro, el encuentro de los restos de Amelia Sanjurjo es un verdadero llamado a pocos días de la realización de la gigantesca marcha del silencio que conmovió a todo el país exigiendo que se esclarezcan los hechos”, opinó.
“Por último, con relación a Amelia, los que la conocimos tenemos un recuerdo imborrable, siempre que nos vemos surge su recuerdo, las anécdotas, su vitalidad, el estado de alegría con el que ella se movía en circunstancias muy difíciles y transmitía. Eso es parte natural de las características en la vida de Amelia, estos son los recuerdos que yo tengo y creo que allá cerca de Garzón y Checoslovaquia tenemos que mantener vivo su recuerdo y ahora esperaremos todo lo que haya que esperar, para que sean familiares los que decidan que se va a realizar”, agregó.
“Esto pasa a ser, no solo para quienes tuvimos el privilegio de estar junto a ella, una especia de cita de honor en el homenaje que ya está por todos lados y que proyectará su nombre en el recuerdo en el tiempo sin lugar a dudas”, finalizó Mazzarovich.