Para el historiador Valério Arcary, el resultado electoral de la primera vuelta debe ser analizado desde una perspectiva histórica, teniendo en cuenta las disputas políticas en curso en el país desde 2016. «Es en este contexto que debemos valorar las victorias en el Nordeste y el apoyo mayoritario a la candidatura de Lula entre las mujeres, los pobres, los negros y los jóvenes», dijo. Por otro lado, subraya en la siguiente entrevista, la elección de gobernantes de ultraderecha en la primera vuelta indica que la «ultraderecha, en general, y el bolsonarismo, en particular, han revelado que tienen implantación social, capilaridad nacional y que se apoyan en una base social compuesta fundamentalmente por camadas de las clases medias que se han radicalizado a la derecha por diversas razones».
– ¿Qué luces se desprenden de los resultados de las encuestas?
La principal luz que emerge del proceso electoral es que debemos mirar los resultados de la primera vuelta con una perspectiva histórica. Veamos la situación reaccionaria que se abrió en 2016, con el impeachment de Dilma, en condiciones dramáticas de un golpe parlamentario legal, apoyado por movilizaciones que llevaron a las calles a millones y millones de personas y que dieron fuerza a la articulación de Eduardo Cunha con Michel Temer en el Congreso Nacional. Creo que hay que recordar 2018, con Lula preso y la presentación de la candidatura Haddad poco antes de la primera vuelta y equiparar la evolución de las coyunturas desde entonces, con el impacto de la pandemia, que revirtió la trayectoria del gobierno de Bolsonaro y abrió la posibilidad de que hayamos ganado la libertad de Lula y la victoria electoral del domingo, que fue importante. Seis millones de votos son seis millones de votos.
Es en este contexto que debemos valorar las victorias en el Nordeste y el apoyo mayoritario a la candidatura de Lula entre las mujeres, los pobres, los negros y los jóvenes. Las victorias estaduales de gobiernos como los de Rio Grande do Norte, Ceará, Piauí, la importancia de la disputa que se producirá en Bahía, con Jerônimo [Rodrigues] en condiciones de ganar las elecciones, la sorpresa de tener a Décio Lima en la segunda vuelta en Santa Catarina, el aumento de las bancada parlamentaria de la izquierda liderada por el PT, eligiendo 80 diputados federales, y la federación liderada por el PSOL, eligiendo 14 diputados federales, son elementos que indican que hay una batalla en curso y que continuará en la segunda vuelta, que, en gran medida, será una nueva elección en la que tenemos las condiciones para buscar la victoria.
– ¿Cuáles son las sombras que aparecen de estas elecciones?
Las sombras resultan del hecho de que el bolsonarismo tuvo una derrota electoral, pero tuvo una victoria política, es decir, consiguió ganar la segunda vuelta que estaba amenazada y la extrema derecha consiguió elegir a [Cláudio] Castro, [Romeu] Zema y Ratinho en la primera vuelta y llevó a Tarcísio [de Freitas] a la segunda vuelta como favorito en São Paulo.
Por tanto, estamos ante una situación en la que la extrema derecha, en general, y el bolsonarismo, en particular, han revelado que tienen implantación social, capilaridad nacional y que se apoyan en una base social compuesta fundamentalmente por camadas de las clases medias que se han radicalizado a la derecha por diversas razones. Uno de ellos es el económico, por la carga de impuestos, la inflación de los servicios privados como la sanidad y la educación, y lo que interpretan como una pérdida de prestigio social. Pero no es sólo la economía.
Estas capas medias se han atrincherado en torno a la defensa de un modo de vida y albergan fuertes rencores contra las transformaciones positivas que se han producido en los últimos 35 años, desde el final de la dictadura. Hay una guerra que es también una disputa de valores, con una visión cultural del mundo. En este marco, la extrema derecha se atrinchera en el mundo de la agroindustria, donde se ha producido una relativa prosperidad. La fracción burguesa vinculada al agronegocio tiene un mayor peso social y arrastra a los nuevos sectores medios surgidos como consecuencia de la valorización de las materias primas en el mercado mundial. Es en este contexto donde tenemos que considerar la cuestión de las perspectivas.
– ¿Cuáles son las perspectivas de futuro que se desprenden de los resultados de las elecciones?
En cuanto a las perspectivas, estamos en una situación de máxima gravedad. El peligro que representa Bolsonaro es la dramática amenaza de una derrota histórica para las fuerzas populares, para la clase trabajadora, para los oprimidos, para las mujeres, los negros, los LGBTQIA+, para los ecologistas. Un segundo mandato de Bolsonaro tendría un efecto catastrófico y sería una amenaza para las libertades democráticas, por lo que debe ser detenido.
El reto que abre la segunda vuelta, ante unas elecciones que comienzan fundamentalmente indefinidas, es levantar la cabeza. Hay un desánimo transitorio y comprensible; será una contienda terrible. La campaña será la más difícil desde el final de la dictadura, pero es posible vencer. Tenemos que creer que vamos a vencer y esto se apoya en un análisis frío de las relaciones de fuerzas. Sabemos que debemos ser conscientes de que subestimar al bolsonarismo ha sido el error más grave de la izquierda brasileña hasta ahora. Pero también es cierto que una experiencia práctica, después de casi cuatro años de gobierno [de Bolsonaro], ha llevado a cientos de millones a sacar conclusiones. Hay que partir de esas conclusiones y, por supuesto, los peligros son los mismos desde el inicio de la campaña electoral, que resumo en tres.
El primero es el «ya ganó». Es una disputa incierta. Es imprescindible luchar con furia, con voluntad, con decisión, ir a los barrios populares, hablar en los centros de trabajo, dialogar con las familias. El segundo peligro es reducir la disputa electoral a una romantización del pasado. Es necesario presentar propuestas concretas que cambien la vida de las personas: qué se hará para garantizar la erradicación del hambre, el derecho al trabajo, la recuperación de los puestos de trabajo, la defensa de la educación pública, el fortalecimiento del SUS (Sistema Único de Salud), la protección de la Amazonia, la ampliación de los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTQIA+. Por último, la tentación de «girar hacia el centro». El «giro al centro» es cuando la izquierda pierde su autenticidad. La izquierda gana cuando defiende valientemente su programa. Si bien es legítimo buscar el apoyo a la candidatura de Lula en esta segunda vuelta, debe haber integridad y dignidad en la defensa de los cambios que corresponden a los intereses de la mayoría explotada y oprimida.
* Valério Arcary, militante de Resistência, corriente del PSOL, y columnista de Esqueda Online. Es Licenciado en Historia por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo – PUC-SP y doctor en Historia Social por la Universidad de São Paulo – USP. Es profesor jubilado del Instituto Federal de Educación, Ciencia y Tecnología de São Paulo – IFSP. Es autor de Nadie dijo que sería fácil (São Paulo: Boitempo, 2022).
Fuente: Revista IHU Online