Duro de disimular

“USA es de los países con mayor facilidad de acceso a armas y mayor frecuencia de tiroteos masivos en lugares públicos”

El pasado lunes 4 de julio, los Estados Unidos de Norteamérica (USA, por sus siglas en inglés, que omiten el “Norte”, casualmente) celebraron el aniversario 246 de su declaratoria de independencia.

Desde aquel entonces, de forma gradual pero permanente, comenzó a erigirse un Estado-Nación federal que se auto refiere como “América”, que se considera desde su himno “land of the free” (tierra de los libres), que se asume llamado a ser una suerte de líder y Mesías del “mundo libre” (definido no muy claramente), que se confiere el rol de vigía de la seguridad y la paz mundial, con derecho a eliminar extraterritorialmente toda “amenaza” (concepto nunca definido).

Que se muestra ante el mundo como tierra de oportunidades, como modelo de Estado de Derecho, que promueve su modelo de integración cultural como un “melting pot”(crisol de razas, estilos de vida, etc.). Podríamos continuar con lo que desde el relato oficial se identifica con USA, pero en todo caso, conviene remarcar que éste no es el discurso de algún gobierno en particular o de alguna etapa de su historia, es el discurso permanente, más allá de matices, gobierne quien gobierne.

Es obvio que los internacionalistas no somos enemigos de ningún pueblo. Es de seres racionales, además, estar abierto a apreciar lo que se piensa o hace bien, venga de donde venga. Es de Perogrullo hacer la salvedad que cuando describimos las grandes tendencias culturales hegemónicas, profundamente instaladas en la base de la sociedad estadounidense, no desconocemos las excepciones, las voces discordes y alternativas, que por supuesto las hay. Pero el discurso oficial construido en USA taladra los cerebros de buena parte del mundo, por lo cual caracterizarlo de manera sencilla y clara es relevante.

Hollywood genera constantemente, desde hace muchas décadas, historias donde una sola persona salta desde un helicóptero a un rascacielos armada con un sacacorchos y logra dominar a un centenar de personas armadas a guerra, tras mostrar sus conocimientos tecnológicos superlativos desactivando todos los sistemas de seguridad electrónicos que podrían delatarlo, hacer todo tipo de acrobacias, pasar corriendo a pocos metros de una hilera de diez ametralladoras disparando frenéticamente sin sufrir una sola herida. Incluso, tras andar por conductos sucios, pelear cuerpo a cuerpo, rodar por todo tipo de suelo, su cabello luce como recién salido de la peluquería y está de ánimo para hacer chistes. Estas películas recaudaban y recaudan, antes en cine, hoy en las plataformas de Internet, etc., sumas astronómicas de dinero porque hay multitudes de personas a las que les gustan y las consumen. Consumidores que en su mayoría son seres biológicamente adultos, en particular en USA. ¿Cómo es posible que tantas personas grandecitas puedan disfrutar de estas producciones caracterizadas por ser inverosímiles y absolutamente infantiles?

Una aproximación a responder esta pregunta es que, en realidad, todas estas muy malas películas juntas son bastante más verosímiles y maduras que el discurso oficial de autopercepción de USA, por lo cual las grandes masas que se hacen eco y se sienten orgullosas de esa gigantesca mentira, obviamente pueden llegar a creer casi cualquier cosa.

Porque en la supuesta tierra de los libres, según cifras oficiales, la proporción de población privada de libertad institucionalmente es la más alta del mundo, con la friolera de 2,2 millones de personas recluidas y 4,5 millones en régimen de libertad condicional, en general gente pobre y de origen afroamericano o latino, en algunos casos alejados de la vida normal desde edades muy tempranas. Punto nada menor, en USA hay pena de muerte y de las personas que se encuentran en los “corredores de la muerte” (condenados que esperan por su ejecución), el 41,5% son afroamericanos y el 13,5% son latinos, lo que suma un 55% de grupos que en la población total de USA aportan sumados un 29,4%. Grosso modo, su representación en las esperas por ejecución duplica su cuota poblacional.

Mientras tanto, entre las personas que pueden andar por las calles, una gran proporción debe buscar cómo sobrevivir, con, otra vez, claros sesgos: aproximadamente un 11 % de la población de USA se encuentra en situación de pobreza, dentro de los integrantes de los pueblos nativos (los mal llamados “indios’) esa proporción es del 28%, entre los afroamericanos es un 26,2% y entre los latinos un 23,5%. Pero, además, la gran masa que puede vivir con cierta comodidad sufre la obsesión por ahorrar, acumular, endeudarse, ya sea para poder consumir más artículos suntuarios como para poder garantizar una buena educación para sus hijos o tener una buena atención de salud, etc.  Cabe preguntarse, sinceramente, qué tan libres son las personas que habitan la supuesta “tierra de los libres”.

Porque los permanentes sesgos que se observan en todas las estadísticas sociales, como los ya vistos, hacen trizas el mito del crisol de razas y creencias y muestran una población fuertemente segmentada y con muy serios problemas de violencia racial. Por si fuera poco, cabe recordar el nombre de George Floyd, afroamericano salvajemente asfixiado en plena calle por policías blancos, desencadenante del movimiento “Black lives matter” (las vidas negras importan) a nivel mundial, y testimonio del permanente trato violento y discriminatorio que sufren los afroamericanos.

Porque donde se supone que se custodia la paz mundial, a nivel masivo, no de militares profesionales, sino de gente común, particularmente de los discriminados de siempre, generación tras generación se ha reclutado para cruzar océanos e ir a combatir guerras muy cruentas, todas al servicio del gran capital y del enorme complejo industrial del armamento, que vive de la muerte. Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial,  Corea, Vietnam. Generaciones enteras han ido a regar su sangre sin saber ni siquiera por qué, mientras que los “nenes bien” como George W. Bush, los hijos de los grandes petroleros o de los industriales que se forraban de dinero con la guerra, se libraban de ir a combatir, gracias a las influencias familiares. Para dar números: solamente en Vietnam combatieron más de 2,5 millones de estadounidenses (sin contar países aliados) y unos 60 mil murieron, dejando tras su derrota más de 1,1 millones de vietnamitas muertos.

Porque USA es de los países con mayor facilidad de acceso a armas y mayor frecuencia de tiroteos masivos en lugares públicos.

Porque el nivel cultural promedio de su población es de los más bajos. Si se considera toda forma de acceso y todo tipo de lecturas, mientras en promedio, la población china lee 8 horas por semana, la de USA, lo hace 5 horas por semana. Pero si se discrimina por contenidos, la brecha se hace abrumadora, ya que un 45% de las lecturas en USA se concentran en la Biblia y textos derivados, por ejemplo. 

El liderazgo internacional no da para números. No hay país que tanto haya invadido, destruido, depuesto gobiernos, organizado y alentado el surgimiento de grupos genocidas (como los del Plan Cóndor aquí).

USA fue y es el brutal guardia pretoriano del gran capital y el buque insignia del capitalismo globalizado, ambos en una profunda crisis estructural, por lo cual nuevamente arrastrarán a vendavales varios al mundo entero.

Más aún, ante el discurso complaciente e idiotizante que induce al consumo de “Duro de matar”, cabe resumir lo que USA realmente es: una sociedad de un horror muy duro de disimular. La nueva tragedia de este 4 de julio, con muertos, heridos y pánico, en una sociedad violenta, llena de armas de fuego, con el culto a la violencia y las amas de fuego, es solo una muestra de lo que no se puede disimular.

Gonzalo Perera.

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