Gonzalo Perera
Para percibir claramente la incidencia de la ideología o de los modelos de sociedad que cada quien promueve en un tema, a veces conviene tratar de pensar dicho tema desde sus bases, e irlo desarrollando paso a paso, para notar claramente los pasos en que la ideología es más decisiva y qué opciones se plantean.
Un sistema de fondos previsionales se basa en los aportes durante períodos prolongados de empleados y empleadores a los efectos de, en un futuro, solventar las jubilaciones o pensiones a las que las personas tengan derecho. Obviamente el transcurrir de cada quien por la vida es imprevisible y es imposible saber a priori hasta qué edad vivirá una persona o si sufrirá o no un accidente que lo inhabilite a trabajar, etc.
Pero, hay una rama de la Ciencia que permite calcular y predecir con qué frecuencia ocurren las distintas eventualidades posibles sobre un número muy grande de individuos: la Estadística. En particular, una de las ramas más antiguas de la Estadística, la Estadística Actuarial, permite calcular qué porcentajes de la población alcanzarán distintas franjas de edades en su vida. Obviamente no permite saber quiénes serán, pero sí saber qué porcentaje de la población vivirá hasta los 85 años, por ejemplo.
Si bien los cálculos actuariales deben revisarse regularmente, puesto que diversos factores ( los avances en las Ciencias de la Salud, por ejemplo) hacen que el porcentaje de personas que alcanzan edades muy mayores es hoy (afortunadamente) mucho mayor que en otros tiempos. Es bastante evidente que el gran motor para el desarrollo de la Estadística Actuarial han sido los cálculos previsionales y de seguros de vida.
Concentrémonos en las jubilaciones, para concretar: determinar cuánto es el aporte de cada trabajador y empleador a los efectos de generar el derecho a jubilaciones decentes tiene como insumo básico cuántas personas estarán generando aportes por cuánto tiempo (para el que administra los fondos previsionales, éstos son sus ingresos) y cuántas estarán percibiendo una jubilación y durante qué plazo (para el administrador, ésto son sus egresos).
Evidentemente, quien administra fondos previsionales debe tener una naturaleza bancaria o similar, puesto que debe cuidar, por ejemplo, que los fondos aportados mantengan su valor real durante plazos que en general son largos. Pero esa operativa no es tan compleja: sobresimplificando, se podría pensar en pasar los ingresos a monedas u otros valores que se mantengan fuertes en el tiempo.
En este punto las opciones ideológicas entran ya a dominar la escena. Hay quien puede pensar que el sistema previsional tiene que ser completamente autofinanciado y no recibir ninguna forma de subsidio de otras fuentes. Esta opción, obliga al administrador de los fondos a “moverlos” más en distintas colocaciones, pues debe obtener una ganancia que cubra todos su gastos operativos: solventar el funcionamiento de sus oficinas, los salarios de sus empleados, etc. Pero aún más ambiciosamente, puede pretenderse que los fondos previsionales sean redituables, y por eso, a la ganancia requerida para autosustentarse, se agrega otro margen de ganancia: el lucro que aporta la actividad. Para que pueda existir ese margen de lucro, los movimientos de los fondos por parte del administrador deben ser aún mucho mayores y, como en todo actor económico que persigue el lucro, a menudo le conduce a tener que aumentar sus ingresos y reducir sus egresos.
Traduzcamos esto en el contexto en que estamos: para que los fondos previsionales generen lucro, suele ser necesario aumentar los aportes y/o períodos de aporte y reducir el monto de las jubilaciones y pensiones. Obviamente, quien pretende que el sistema previsional sea lucrativo, en general lo pone bajo la administración de empresas privadas, pero entiéndase que el factor que casi forzosamente desencadena las ampliaciones de aportes y reducciones de pasividades es instalar la noción de lucro en este contexto. Obviamente, esto es de un profundo tinte ideológico (cuesta mucho considerar esta visión compatible con una filiación de izquierda), pero vayamos un poquito más lejos.
Hasta ahora, no nos metimos con las clases ni con ninguna otra diferenciación en la sociedad y nada de lo que ocurre en el mundo ignora semejante dato.
Para generar lucro es inevitable aumentar aportes (en monto y duración) y rebajar pasividades (en monto y duración). De allí vienen ideas como las de exigir más tiempo de trabajo y/o edad para poder jubilarse para, una vez jubilado, cobrar cada vez menos y por menos tiempo (porque te jubilaste más tarde y te robaron parte de lo que te queda de vida).
Pero digamos que no a todos se le aumentan los aportes o el tiempo de aporte. Por ejemplo, digamos que el aumento de aportes es brutal para los empleados pero no para los empleadores y sobre todo para algunos empleadores. O que en ciertos terrenos de la sociedad se goza de condiciones de privilegio, ya sea para aportar muy poco, o para jubilarse temprano y percibiendo mucho. Es decir: el efecto global buscado, que es el aumento de la masa de fondos aportados al sistema y reducción de la suma total de las pasividades que el sistema paga, no se refleja fielmente en los diversos sectores de la población.
Para unos, donde dice “aumento” debe decir “brutal aumento”, y donde dice reducción debe decir “brutal reducción”, pero hay un conjuntos de variantes, que incluyen casos “con coronita”: donde a nivel global dice “aumento de aportes” para ellos es “reducción de aportes” y/o donde dice globalmente “reducción de pasividades”, para ellos es “aumento de pasividades”.
Cuando se instalan estas desigualdades, la dinámica global de los fondos previsionales es la de una astronómica transferencia de fondos dentro de la sociedad. Los muchos más jodidos son pelados como un pollo (de a pluma, Sanguinetti dixit) para generar grandes masas de dinero que van a parar en definitiva a los muy pocos malla oro, al gran empresariado, o sea transferencia de las clases trabajadoras al gran capital y a la clase que lo detenta.
Esta es la forma en que ven el sistema previsional los neoliberales: una herramienta ideal para aumentar la concentración de capital en la clase explotadora a expensas de exprimir al máximo las clases explotadas. Habiendo hecho el esfuerzo de buscar, no encontré ni un solo ejemplo de gobierno neoliberal en el mundo, ni presente ni pasado, que de algún modo no haya metido la mano en los fondos previsionales, y siempre con esta misma orientación. De hecho, podría considerarse como uno de los elementos que caracterizan al neoliberalismo la perversión del sistema previsional en un sistema generador de lucro, cuyo efecto neto es la brutal transferencia de fondos del trabajo al capital.
Obviamente, en la gran tarea en la que estamos, de conseguir firmas para detener la reforma de jubilaciones y pensiones de Lacalle Pou, que es un ejemplo paradigmático de la descripción anterior, suele ser suficiente comentar al vecino o vecina que la reforma le impone trabajar más, para jubilarse con mucho menos. Es tan grosera la sangría, que en general no hace falta entrar en mayor sutileza.
Pero en el fondo se trata de un cambio radical de concepción del sistema. Sin lucro, con transferencias netas de recursos en el sentido de distribución de la riqueza, de que “paguen más los que tienen más”. Algo que a varios enoja mucho, por lo cual es imprescindible que cuente con un fuerte respaldo popular.
Foto de portada
De una jubilación digna depende el disfrute de la vejez. Actividades deportivas en playas de Montevideo. Foto: Pablo La Rosa/ adhocFOTOS.