Por Santiago Manssino
Alfredo está cumpliendo 85 años. Todos conocemos al gran cantautor, todos sabemos del hombre de traje negro, de su voz profunda, de su rostro serio plantado en el escenario. También sabemos de su militancia, de su postura política siempre plasmada en sus canciones, como buen comunista convencido, para quién arte, vida y lucha eran una misma cosa.
Se difunde poco, sin embargo, sus otras creaciones, las del poeta y narrador. Es verdad que su poesía está presente y mucho en las letras de sus canciones, pero, además, también se animó a crear sin acompañarse de la guitarra, esa eterna compañera.
Sí es universal su «Guitarra negra», que es en realidad un recitado con fondo de milonga. Allí está presente todo el amor, todo el dolor, toda la convicción revolucionaria y la relación con su oficio, en un texto impresionante dividido en seis partes.
Mucho antes un joven Zitarrosa había ganado el premio municipal de poesía de 1959 con «Explicaciones», libro que nunca fue publicado. Sin embargo «el flaco» seleccionó algunos poemas de ese original, agregó otros textos poéticos y en 1962 terminó un poemario al que tituló «Sonríe muerte». Nunca lo publicó en vida, pero la Fundación Zitarrosa trabajó en ello y el libro fue publicado en 2011 por la editorial Planeta, 22 años después de su muerte.
Se trata de una reflexión poética sobre vida, muerte, amor, pensamiento y existencia, de tono melancólico, a veces metafísico, a veces apesadumbrado. Hermético por momentos también y con exquisito manejo de la lengua, de los juegos fonético y del ritmo.
En la década de 1960 colabora haciendo crónicas para el semanario Marcha, que póstumamente serán recopiladas y publicadas en un volumen por Banda Orienta.
Incursiona a la vuelta del exilio en narrativa corta y publica el volumen de cuentos «Por si el recuerdo» en 1988. Algunos de esos relatos incursionan en lo fantástico, otros en lo cotidiano y sentimental, están sobre todo llenos de nostalgia.
Finalmente, por esa época, escribe en La Hora Cultural algunas reflexiones filosóficas llenas de humor y de una ironía muy fina, sección que llamó «Fábulas materialistas». Estos textos también serán recopilados y publicados de forma póstuma en un volumen.
Para finalizar les dejamos algunos poemas de «Sonríe Muerte».
Acápite
Alguien tendrá algún día
mi vida en torno a sí girando
el puño cerrado sobre mí
mi recuerdo en su grande nostalgia.
Algún día seré por fin ligero
y vendrán aires, sin embargo,
y nada en mí se moverá.
Del nacer
I
Del nacer al morir
hay sólo un paso
en el que es cruel, amor, dudarte.
Vaso vacilante que puede derramarse
ataúdes no abiertos
en los que hay muertos que jadean.
Soy tosco aún,
todavía el recuerdo me paraliza.
Diálogos con mi señor
X
Piedra eres.
Escúchame
ya.
Levanto mi pesada cabeza
y avanzo
creciendo desde mis huecos huesos
bajo la intensa cúpula.
Soy tu sombra
tu sonrisa
tus cinco heridas
tu culpa
tu inocencia
tu anhelo
tu perdón
tus endebles pies
y tu flaca carne
tu cráneo, liviano y frágil
cáscara fragante
que el sol seca
y más seca
queda.
Sonríe muerte
Sonríe muerte. Mírame.
Mírame sonreír.
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