El pasado domingo 17 de noviembre se dio un gran triunfo de las fuerzas panafricanistas de izquierda en las elecciones legislativas de Senegal. El partido Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (Pastef) obtuvo casi el 80 por ciento de los votos, lo que equivale a 131 de las 165 bancas del parlamento.
Con Ousmane Sonko a la cabeza, el Pastef arrasó en todas las provincias del país, unos meses después del triunfo en marzo de su amigo y copartidario Diomaye Faye, que ganó los comicios presidenciales por mayoría absoluta. La popularidad de ambos dirigentes, perseguidos por el gobierno anterior, creció rápidamente luego de meses de protestas de la juventud senegalesa ante la corrupción, la pobreza y otras consecuencias de la influencia de Francia, aún muy fuerte en la región. De hecho, las principales promesas del Pastef giran en torno al combate a la miseria, la lucha contra la corrupción y la inflación, y la independencia frente a París, que entre otras cosas controla la moneda de Senegal y otras 13 naciones africanas (el Franco CFA).
El Pastef senegalés, tal como había anunciado en su campaña, ha estrechado lazos con otros gobiernos del llamado Sahel africano: Malí, Níger y Burkina Faso, encabezados por los militares nacionalistas Assimi Goita, Abdourahamane Tchiani e Ibrahim Traoré, respectivamente. En ese sentido, Sonko ya anunció la apertura del puerto de Dakar para facilitar las exportaciones de sus aliados, cuyos territorios no tienen salida al mar.
Estos tres gobiernos populares del Sahel emergieron de una serie de golpes y contragolpes de Estado entre 2020 y 2023, en un contexto de corrupción generalizada, carestía y pérdida de control de amplios territorios a manos de grupos terroristas, y se caracterizan por un fuerte panafricanismo, la búsqueda de una mayor justicia social y un marcado sentimiento antiimperialista.
Los tres países se han unido cada vez más para combatir a grupos terroristas (financiados y armados por Francia, Ucrania y Estados Unidos, entre otros), y para trabajar juntos en pos de la liberación política y económica de sus naciones. Dicha afinidad se cristalizó en la Alianza de Estados del Sahel (AES) en setiembre de 2023, formada en primer lugar con el fin de recuperar con una fuerza militar conjunta el territorio perdido ante los yihadistas. De hecho, el gobierno de Burkina Faso pasó de controlar el 35% del territorio al 80% actual; Níger pasó del 85% al 95% y Mali aumentó del 50% al 90% el control soberano del país. Según la Unión Africana, desde la llegada de Traoré al poder, las fuerzas de la AES abatieron a 17.000 yihadistas en Burkina Faso, la mayor cifra de la década en todo el mundo en cuanto a terroristas derrotados.
La AES fue abarcando más áreas con el correr de los meses, y hoy en día tiene varios proyectos de envergadura en marcha, como la primer central nuclear del continente, la libre circulación de personas y mercaderías, y una moneda común pensada para reemplazar a la emitida por Francia. La región ha diversificado mucho sus alianzas y el comercio con otros países, acercándose más a China, Rusia y otros países del Sur Global. Como dato llamativo, en 2024 solamente tres países africanos no aumentaron su deuda externa, y son justamente los tres de la AES. Además, sus gobiernos expulsaron a las tropas francesas y estadounidenses de sus territorios, al igual que lo hicieron Chad y la República Centroafricana.
A su vez, cada país por separado ha dado importantes pasos en pos de su soberanía. Níger, por ejemplo, nacionalizó el agua y el uranio (que estaban en manos de empresas francesas) y hoy es la nación con mayor crecimiento económico de toda África. De hecho, se pronostica un aumento del PBI de más del 11% para 2024 y también para el 2025. El llamado “rey del uranio” es uno de los países más pobres del mundo, en buena medida por el neocolonialismo de París que monopolizaba las compras del mineral a precios muy bajos.
Malí nacionalizó la mayor mina de oro del país y recuperó los datos biométricos de su población, que estaban en manos de una empresa francesa. En base a dichos datos y a la tecnología relacionada impulsada por Goita, el país planea encabezar el proyecto del pasaporte común para las tres naciones de la Alianza.
Por su parte, Burkina Faso, el más izquierdista de la AES, nacionalizó grandes minas de oro, comenzó una ambiciosa reforma agraria y realizó importantes mejoras en educación y salud. Ibrahim Traoré, el más joven gobernante del continente, es considerado el sucesor ideológico de Thomas Sankara, el histórico líder panafricanista apodado “el Che Guevara africano”. Sankara fue asesinado en 1987 por el imperialismo para terminar con el peligroso ejemplo de izquierda panafricanista en la región, y Traoré por su parte ha resistido varios intentos de golpes y atentados.
Otros países de la región también han mostrado recientemente signos de panafricanismo y antiimperialismo: Gabón, Chad, Botsuana, Guinea, Uganda, la República Democrática del Congo y la República Centroafricana. Estamos entonces ante una nueva oleada nacionalista que posiblemente desemboque en la “segunda independencia” de los países africanos, saqueados y violentados durante décadas. En el Sahel se está dando una verdadera revolución que se expande lentamente a los países de la región, y África parece encaminarse a cumplir el rol que le corresponde: ser un continente clave del mundo multipolar, soberano, justo y por fin libre del yugo occidental.
Pablo Romano.
Fuentes: Telesur, DW, France24, PrensaLatina, Wikipedia, BBC, Canal26