Arturo Fleitas (*)
Enfilando directo al balotaje es bueno seguir el consejo del maestro Bertolt Brecht que recomendaba no olvidar jamás “nuestros caros intereses”. Para ayudarnos en esa batalla inventó el teatro épico que nos permite disfrutar de una obra teatral y mantener alertas la razón y la reflexión.
Y nuestros caros intereses nos obligan a mirar con atención qué tenemos en la perspectiva de las políticas culturales de los posibles gobiernos que se avecinan.
En primer lugar, salta a la vista que el Frente Amplio es la única fuerza que tiene articulada en su programa una política cultural coherente, realizable y teniendo en cuenta a creadores y receptores de los productos culturales. Enfrente no hay ni siquiera programa. Debemos atenernos a lo realizado en estos cinco años por el gobierno que se va.
No hace falta analizar mucho para darse cuenta de las carencias y retrocesos llevados adelante o, mejor dicho, llevados para atrás, con un ministro de Educación y Cultura aficionado a las tijeras de recortes, más dedicado a dar rienda suelta a su odio hacia el arte y los artistas que no están alineados con su concepción y que en Uruguay son inmensa mayoría.
Basta recordar que una de sus primeras medidas fue eliminar el homenaje a Mario Benedetti el Día del Patrimonio. Para el gobierno y Da Silveira era demasiado homenajear a un poeta de izquierda, olvidando el enorme prestigio y cariño que sienten por él no sólo el pueblo uruguayo, sino todos los pueblos de habla hispana.
Particularmente notoria y destructiva fue su hostilidad hacia el teatro independiente, al que combatió sin tregua, sin dejar de lado la difamación y la mentira más soez. Una y otra vez la Federación Uruguaya de Teatros Independientes y la Sociedad Uruguaya de Actores desenmascararon esas campañas y exigieron retractación o corrección, sin lograr jamás que el inefable Da Silveira diera el menor paso en ese sentido.
Lo acompañó con entusiasmo una Directora de Cultura que era parte del movimiento teatral pero que al llegar a ese cargo se alineó con el ministro en sus ataques a sus excompañeros.
El destrato se convirtió en una bofetada de cinco años al movimiento teatral, fue el mandar a dormir en un cajón la Ley de teatro independiente, aprobada por unanimidad en la legislatura pasada y jamás puesta en vigencia.
En este período también se barrió a los Centros MEC, un esfuerzo de gobiernos anteriores para descentralizar la cultura y dar relieve a los artistas que surgen permanentemente en los territorios.
Si a estos solitarios ejemplos sumamos las actitudes retrógradas hacia la Universidad de la República y la educación en general, dejando de lado sistemáticamente la opinión de docentes y alumnos y recortando fondos, ya tenemos el panorama de la cultura en caso de continuidad de esta administración.
No nos distraigamos. Tengamos memoria. Recordemos estos hechos para dar nuestro voto a quienes defendieron y defienden nuestros caros intereses.
(*) Actor, director y docente teatral / Columnista cultural del programa “Cultura en Casa” los miércoles por Radio Fénix.