La fuerza de la verdad

Este martes, pasado el mediodía, la noticia conmovió, una vez más, a todas y todos los que tienen sensibilidad humana: Un nuevo cuerpo fue hallado en los predios del Batallón 14 de Infantería de Toledo.
Según informó el Grupo de Investigación de Antropología Forense, el cuerpo apareció en una fosa excavada a unos 90 centímetros de profundidad. Se excavó con el objetivo específico de ocultar para siempre un cuerpo. El cuerpo estaba boca abajo, cubierto con abundante cal, como en todos los casos anteriores, también con una pesada losa de cemento, al igual que en el caso de Amelia Sanjurjo. Junto al cuerpo aparecieron restos de tejido, que pueden ser de una prenda y una tapita de bebida, aún no se sabe de qué bebida.
Es el cuarto cuerpo que se encuentra en el Batallón 14 de Infantería. Esta fosa clandestina corresponde a la trinchera 892, ese número grafica el enorme esfuerzo de las y los antropólogos, buscando en un predio enorme, sin descanso y con una perseverancia y método que merecen reconocimiento.
Pero hay que decir más. La fosa donde apareció este nuevo cuerpo está a menos de 200 metros de donde encontramos a Amelia Sanjurjo, a muy poco más de 200 metros de donde encontramos a Julio Castro y Ricardo Blanco. Y aún hay más, esta a pocos metros de donde se excavó en el 2005 y apenas a un metro de donde se excavó en el 2009.
Vamos a volver sobre estos datos que muestran, brutalmente, el poder infame de la impunidad y del silencio cobarde de los asesinos y sus cómplices.
Antes es importante recordar y recordarnos que hasta ahora hemos recuperado los cuerpos de Roberto Gomensoro, en 1973, en el Lago de la represa de Rincón del Bonete; Ubagésner Chaves Sosa, en 2005, en una chacra de Pando, perteneciente a la Fuerza Aérea; Fernando Miranda, en 2006, en el Batallón 13 de Infantería; Julio Castro, 2011, Batallón 14 de Infantería de Toledo; Ricardo Blanco, en 2012, Batallón 14 de Infantería; Eduardo Bleier, en 2019, en el Batallón 13 de Infantería; Amelia Sanjurjo, en 2023, en el Batallón 14 de Infantería de Toledo.
El haberlos recuperado es mérito de sus compañeros que denunciaron una y otra vez su secuestro y desaparición, que no se rindieron. De Madres y Familiares que continuó la búsqueda. De las y los periodistas que, durante muchos años, cuando reinaba la impunidad, investigaron casi en soledad, cuando todo el Estado, con los gobiernos de derecha, no solo no investigaba, sino que impedía hacerlo. De la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad que puso todo el esfuerzo para que siguieran las excavaciones y luego para lograr la identificación. Del equipo de antropólogos que trabaja con un compromiso enorme, De la Institución Nacional de Derechos Humanos y en especial de su equipo de investigación.
Esto vale para todos los casos, también para este último. Este hallazgo, al igual que el de Amelia, fueron fruto de informaciones y señalamientos realizados hace mucho tiempo, de la investigación que se hizo sobre ellos y del trabajo diario, esforzado, del equipo de antropólogos, peinando el suelo de ese enorme predio. Esta es la verdad.
Hay tanto para decir, lo hemos dicho tantas veces. Pero no importa, habrá que decirlo, gritarlo, proclamarlo a los cuatro vientos, mil veces si es necesario.
El cuerpo que se encontró y que ahora hay que preservar, limpiar y hacer todo el trabajoso proceso de identificación, es de una persona que luchó por la libertad y la democracia, la torturaron salvajemente, la asesinaron y después la llevaron a un predio militar inaccesible, para enterrarla clandestinamente, taparon su cuerpo con cal y encima con una losa de cemento. Y, además, como si toda esta barbarie fuera poca, ocultaron la información durante al menos 50 años.
Hace más de 40 años que hay denuncias sobre enterramientos en el Batallón 14 de Infantería, también en el Batallón 13 de Infantería. Hay señalamientos e investigaciones sobre fosas clandestinas en ambos lugares, reiteramos, hace más de 40 años. Los asesinos en su cobardía primero callaron y luego mintieron. Dijeron que todo eran fantasía que no había nada y luego cuando vieron que las denuncias cobraban fuerza, inventaron el cuento de la Operación Zanahoria y luego lo de la cremación y que habían arrojado los cuerpos al mar.
Hace 40 años que se denuncia que en el Batallón 14 hay un cementerio clandestino. Esto es tan así que los represores fascistas en su jerga le decían a ese predio “Arlington”, en referencia al conocido cementerio de EEUU.
Por eso, como ya lo dijimos, en medio de la emoción hay que denunciar a los asesinos y a la impunidad.
No hay que tenerles miedo a las palabras, hay que ponerles a las cosas su verdadero nombre. Amelia, con su dignidad, es un grito contra la impunidad y contra la mentira. No hay dos versiones, ni hay dos demonios, ni hubo ninguna guerra.
Hubo barbarie fascista. Hubo fascistas, con uniforme y sin él, que reprimieron a su pueblo con saña. Hubo Terrorismo de Estado, porque los asesinos eran funcionarios públicos, militares y policías y usaban el presupuesto y la infraestructura del Estado para reprimir a su pueblo.
Los que hicieron esto no son valientes, ni defendieron la patria, ni pelearon ninguna batalla. Son torturadores, asesinos, secuestradores de niños, desaparecedores.
Son cobardes, profundamente cobardes. Son mentirosos, mintieron siempre. Merecen la condena sin cortapisas de la sociedad. La impunidad es cruel, muy cruel, con los desaparecidos y sus familias, con las presas y los presos políticos y sus familias, con todas y todos los que sufrieron la represión y la persecución, pero, además, es un veneno contra la democracia y contra toda la sociedad. La impunidad nos hace menos libres e iguales. La impunidad sigue preservando a la mentira y a los criminales. Hay que terminar con la impunidad. Tenemos que construir, con movilización, con denuncia, con investigación, el Nunca Más, pero este presupone Verdad y Justicia. No se pueden separar.
Este jueves los rostros de las y los familiares que entraron al Batallón 14 reflejaban lo duro del momento que estaban viviendo. No hay manera de describir eso con palabras. Estuvieron bien los abrazos, las manos tendidas, para hacerles sentir, aunque sea mínimamente, que no están solos ni solas. Que los sostiene el amor y el respeto de todo un pueblo.
Pero no alcanza. Este martes, una vez más, la verdad le ganó al odio y a la mentira. La humanidad le ganó a la barbarie.
Hoy otra compañera o compañero ha sido recuperado por su pueblo. Hay que seguir, buscando en todas partes, todo lo que sea necesario, hasta que se sepa toda la verdad, hasta que se haga justicia, hasta encontrarlas y encontrarlos a todos. Que lo sepan los cobardes, los impunes y sus cómplices, no nos vamos a rendir.

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