UJC
El pasado martes supimos que los restos encontrados hace casi un año en el Batallón 14 pertenecen a Amelia Sanjurjo: mujer, trabajadora, comunista, que se encontraba embarazada al momento de su detención, tortura y asesinato por parte de las Fuerzas Armadas en 1977, durante la última dictadura civil-militar de nuestro país.
Cómo dijo Alba González, de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, su identificación es el punto final a un secuestro que empezó desde el momento de su detención y que se extendió hasta que conocimos la identidad de sus restos. Porque su secuestro continuó con el silencio cobarde de quienes desplegando toda la fuerza de las armas la detuvieron, torturaron, asesinaron y enterraron, con el silencio de quienes conscientemente decidieron callar acerca del paradero de Amelia y todos nuestros desaparecidos, sin otorgarle a sus familiares, amigos, compañeros, la dignidad de conocer, al menos, cual había sido su destino.
En 1984 algunos militares dijeron que el cuerpo de Amelia había sido incinerado y tirado al Río de la Plata. ¨Ellos saben donde están¨ decía la consigna de la última marcha del silencio, hace sólo unos días, enfatizando cuanto más fácil sería para las familias que los militares tuvieran la valentía de hablar, cuanto más tranquilos podrían hacer el duelo de un ser querido que ya no está.
Hoy recuperamos a Amelia que por fin, como dijo Alba, vuelve a su casa, a su familia y a su pueblo. Nuestro país gana un poco más de verdad y de justicia a la vez que pierden un poco de terreno la mentira y la complicidad, de uniforme y de civil. Pierden, también, los que se alejan de toda humanidad y afirman que hay que dejar de mirar al pasado, los que impusieron en los programas de Historia de secundaria el concepto “suspensión y avasallamiento de las garantías constitucionales”, eliminando el de “Terrorismo de Estado” para hablar de los crímenes de quienes desde el Estado reprimieron, torturaron, asesinaron y forzaron al exilio a miles de compatriotas.
Sin embargo la lucha por la verdad, memoria y justicia debe y va a continuar. Porque los mensajes negacionistas del Terrorismo de Estado están a la vuelta de la esquina, esperando el momento oportuno para volver a querer cerrar el pasado por la fuerza. Continúa hasta saber donde están todos y todas las desaparecidas. Continúa la lucha, paciente y tenaz, de quienes buscan conocer la verdad sobre sus familiares, con el abrazo de una sociedad que las rodea y se embandera con la causa.
Recuperar a Amelia es también una esperanza para los jóvenes y para el futuro de nuestro país, no porque a algunos nos guste ¨vivir en el pasado¨, sino porque no hay futuro mejor siendo indiferentes ante la verdad y la justicia. Porque es una necesidad rebelarse contra la impunidad que se refugia en el poder, como bien lo saben los miles de jóvenes que se suman a la Marcha del Silencio los 20 de mayo, que tienen presente a cada desaparecido cuando se pegan margaritas o sus rostros en el liceo, en la facultad, en el barrio. .
Es preciso rescatar la humanidad de Amelia, a la que describen como ¨una mujer dulce, coqueta, cálida, distraída, de gran temple¨, una vendedora de libros apasionada y una militante de todas las horas, que luchó por una sociedad mejor y enfrentó en la clandestinidad a la dictadura fascista.
Debemos rescatarla cuando quieran decirnos que en nuestro país se enfrentaron dos demonios, que se enfrentaron uruguayos contra uruguayos, cuando sabemos que a Amelia la persiguieron por sus ideas y su militancia. Porque sabemos que Amelia, como tantos otros, fue asesinada en el marco de un plan que tenía como fin exterminar a las comunistas de Uruguay, no porque hayan disparado contra nadie, sino por su compromiso incansable con una sociedad más justa e igualitaria, contraria a los intereses que vino a defender la dictadura.
Nada nos asegura que la impunidad y la represión, en cualquiera de sus formas, no ataquen nuevamente a nuestro pueblo, excepto la memoria de lo que sucedió, la denuncia de los crímenes cometidos, la búsqueda incansable de la verdad y la reivindicación permanente de que se haga justicia y de que quienes cometieron crímenes de lesa humanidad los paguen en la cárcel. Sólo un pueblo movilizado es capaz de frenar el atropello de los poderosos
Los vamos a encontrar.
Foto de portada
Acto contra la Impunidad. Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS.