Gonzalo Perera.
Si se me permite el relato de aldea, este Viernes 22 de octubre se abrirán por sexta vez las Jornadas de Estadística Aplicada de La Paloma. Un evento académico internacional sostenido en el tiempo, referenciado en la agenda, fuertemente interdisciplinario, generador de proyectos de interacción entre grupos académicos de muy diversa procedencia, y, a nivel inmediato en la comunidad, dinamizador de la actividad hotelera, gastronómica, comercial etc., cada dos años.
Con los protocolos y aforos debidos en la ocasión, tendremos una vez más el placer de apreciar presencias, ponencias y opiniones de muy diverso origen, con la transversalidad necesaria para abarcar temas tan complejos como el cambio climático global y su impacto en la costa atlántica, en los hielos de la Antártida, en la calidad del agua de nuestras lagunas y costas y otros aspectos que definen nuestra inserción en el ambiente, tema que reiteradamente hemos indicado como crítico, así como temas económicos, tecnológicos y sociales varios.
Un par de días antes tuvieron lugar en los tres centros regionales de la Universidad de la República (Este, Litoral Norte y Noreste) las elecciones universitarias que un mes atrás afectaran al área metropolitana, en las elecciones de “las Facultades”.
Sin entrar en el detalle normativo de los procesos electorales, lo esencial es evidente: el cogobierno y la autonomía que definen el accionar de la Universidad de la República (UDELAR) en todo el país.
Fue por ellos, que definen las prioridades de la UDELAR, por la disposición de sus autoridades a actuar en consecuencia, por el accionar formidable de la sociedad civil en el interior, por consistentes mayorías parlamentarias y por intendentes como Artigas “Chueco” Barrios, Oscar De Los Santos, Gerardo Amaral y otros, que lo que parecía ciencia ficción, fue posible en el Este. Hoy la UDELAR tiene tres regionales en el interior: Litoral Norte (Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro), Este (Maldonado, Lavalleja, Rocha y Treinta y Tres) y Noreste (Rivera, Tacuarembó y Cerro Largo), todas regidas por el tríptico fundamental: cogobierno, democracia y autonomía.
No puedo decir el nombre, pues no pude pedirle permiso. De hogar humilde, con mucho sacrificio y ya en la tercera década de su vida, una formación de Auxiliar en Enfermería, que siguió en el Este por la de Tecnólogo en Administración y Contabilidad, luego, también en el Este por la de Contador Público, luego por la de Master en Administración de Salud. Y seguirá formándose, no tengo duda.
La historia de vida en cuestión no es una anécdota respecto a la previa descripción de políticas públicas que confluyeron desde el Poder Ejecutivo, Legislativo, gobiernos departamentales y conducción de la UDELAR, fundamentalmente en el período 2007-2015, sino que es, en buena medida, su razón de ser: profundizar y democratizar el acceso a la formación universitaria de calidad en el territorio nacional.
Cabe pensar cuántas historias de vidas como ésta guardan relación con la estructura democrática, cogobernada y autónoma de la UDELAR. Tiendo a pensar que todas. Porque para democratizar hay que ser profundamente democrático. La UDELAR no es un castillo de cristal, no está exenta de todas las miserias de cualquier grupo humano. Pero su cogobierno, democracia y autonomía, la habilitan a corregirse y a revisarse. Males puede haber, pero la propia institución tiene los anticuerpos necesarios, y los procedimientos para responder efectivamente, en cada caso y con todas las debidas garantías. Vaya si no será poca cosa.
Pero, desde los 135 artículos medulares de la Ley de Urgente Consideración se dibuja un país muy distinto, donde la historia de gradual y esforzado progreso personal será imposible.
Porque la UDELAR pesará tanto como las universidades privadas, de donde egresaron o donde trabajaron la inmensa mayoría de nuestros gobernantes actuales, siendo absolutamente marginal el rol de éstas frente al 80% de investigación generado en la UDELAR.
Porque lo presupuestal acompasa lo normativo y la UDELAR está condenada a la peripecia, a la inestabilidad, o al liso y llano achique.
Pero, además, la UDELAR no es un islote separado del resto de la Educación Pública. Agredido, vapuleado y condenado por el Manifiesto Neoliberal Salvaje de los 135 artículos de la LUC.
Porque en todos los otros ámbitos de la Educación Pública se corrió a la representación docente. Se instaló una conducción gerencial, se elevó a la categoría de referente educativo a Robert Silva, desde el mismo Partido Colorado donde supo revistar Antonio María Grompone u Oscar Maggiolo. Las comparaciones, a cargo del lector.
Se hizo trizas la autonomía. EL Ministerio de Educación y Cultura (MEC) tiene el total y absoluto control de contenidos y las formas de los procesos educativos, salvo los de la UDELAR. Pero si un chiquilín ingresa a la UDELAR formado en la cultura de la prepotencia, del no poder cuestionar, del no incidir, es harto difícil que su experiencia universitaria cambie su curso vital. Y si alguien piensa que exagero, que tome en cuenta los sumarios contra docentes de la Administración Nacional de la Enseñanza Pública (ANEP) por expresar opiniones ciudadanas fuera de sus ámbitos laborales, instalando un ámbito represor y opresor, donde debería reinar lo liberador, como es propio a la Educación bien entendida.
Como ministro de Juan María Bordaberry, el joven Julio María Samguineti promovió la más represiva Ley de Educación que el Uruguay había conocido, donde se prohibía la actividad gremial. Casi cinco décadas después, bajo su sombra, se gesta el mayor ataque a la Educación Pública en la historia del Uruguay democrático, levantando aquella apuesta autoritaria a niveles impensables.
La Educación es un proceso personal que debe nutrirse y apoyarse sistémicamente, desde docentes que apoyen, desde becas de alimentación y transporte, desde programas concretos que apunten a temas específicos. Debe fomentar la socialización entre pares y a través de ello la conciencia ciudadana, de deberes, derechos y garantías. El cogobierno es una excelente instancia educativa per se, por ejemplo, y contra lo que los prejuicios puedan suponer, doy cabal fe de que nunca, en un organismo de cogobierno, en toda mi carrera, vi a la delegación estudiantil intentar defender conductas indebidas de sus pares, como la copia en un examen. Bien por el contrario, ante la debida prueba, los vi actuar con la máxima severidad, dando cabal cuenta que cogobernar no trata de ejercer protecciones corporativas sino, de evitar manchar un colectivo por una falta ética individual. Si esa elaboración fina y reiterada no se entiende que constituye por sí misma una experiencia educativa, no se entiende qué es la Educación.
Hoy, la Educación es lo que opinan “expertos” (?) y no los que lo estudiantes construyen en sí mismos en el proceso de interacción con sus pares, con los docentes, y con la comunidad.
Hoy la Educación es lo que quiera el responsable del MEC, quien borró de un plumazo los centros MEC y diversos programas de formación para toda la vida. Si es por los 135 artículos de la LUC y en el futuro toca un MEC antipodal, se podría invertir, porque una cosa son las medidas de un gobierno y otra las reglas de juego a las que todos deben apegarse. Pero en Educación, tema de largo plazo, lo que más cuentan son las reglas, no las improvisaciones,
Ante la ofensiva reaccionaria, hoy debemos decir SÍ a la Educación Pública porque es la mejor tradición del Uruguay republicano, nada menos.