A pesar de que Pablo González debía quedar en libertad sin cargos el 29 de mayo, la fiscalía polaca pidió la prolongación de su prisión provisional, pedido que fuera aprobado por un tribunal este 25 de mayo.
González se encuentra detenido e incomunicado en Polonia desde la madrugada del 28 de febrero. Esa madrugada, agentes de los servicios de seguridad polacos detuvieron al periodista en el hotel donde se alojaba, en la ciudad polaca de Rzeszow fronteriza con Ucrania.
La detención se produce aduciendo que el periodista de origen español realizaba tareas de espionaje para la inteligencia militar rusa, una acusación sobre la cual no se han presentado evidencias que la documenten.
La resolución judicial que prolonga la prisión preventiva de González será apelada por su abogado Bartosz Rogala, quien informó que no ha tenido acceso a la nueva documentación del caso “porque así se lo ha impedido la fiscalía”.
La acusación de espionaje podría derivarse en una condena de hasta a 10 años de prisión y para fundamentar su acusación el Estado polaco toma como elementos acusatorios circunstancias personales de la vida del periodista.
González, quien nació en Moscú, se trasladó con su madre a Barcelona.
La información disponible que forma parte de los fundamentos acusatorios, señala que González es “descendiente de uno de los niños de la guerra evacuados a la URSS durante la guerra civil española”, por lo que su padre tiene nacionalidad rusa.
La trayectoria periodística de González, comentó su abogado Gonzalo Boye, motivó que el mismo fuera incluido en 2016 “en una lista negra de políticos, periodistas y activistas españoles considerados favorables al discurso del Kremlin”.
La detención del periodista español, ha concitado la solidaridad de varios movimientos de defensa de la libertad de expresión, quienes demandan su inmediata liberación.