Ana Olivera con la agrupación de las y los trabajadores de la enseñanza privada.

“Un PCU fiel a su historia”

Olivera: “Ganar el referéndum, anular 135 artículos de la LUC y fortalecer las herramientas populares”.

Por Gabriel Mazzarovich

La diputada Ana Olivera, analizó con EL POPULAR los principales hitos de los 101 años del Partido Comunista y los centros políticos de la militancia actual.

Aquí un resumen de la extensa charla con la legisladora e integrante del Comité Ejecutivo Nacional del PCU.

-¿Qué implican los 101 años del PCU mirados desde una perspectiva histórica?

Lo primero es saludar a las y los militantes de cada rincón del país que están construyendo Partido en este momento y lo están haciendo con la concepción sustantiva de este Partido, en medio de la lucha y fortaleciendo las herramientas del movimiento popular. Es desde este lugar que tenemos que mirar toda nuestra perspectiva histórica. El proceso fundacional está enmarcado con la Revolución de Octubre, de la que uno tiene que seguir aprendiendo. Esto tiene que ver con algo que el PCU ha sabido hacer, en base a una concepción analizar su propia realidad, definir sus objetivos estratégicos y que camino va a recorrer para lograrlos. Podríamos marcar momentos de crecimiento, a partir de la fundación, como en 1946, donde entre otras cosas tuvimos a la primera senadora de América Latina, nuestra Julia Arévalo. Hay que hablar de los errores, de las dificultades. Tenemos un mojón sustantivo, el XVI Congreso de 1955, que yo lo veo como un proceso, era necesario dar un vuelco, de la construcción del Partido, en relación a la propia democracia interna del Partido, a las tendencias sectarias, a la necesaria elaboración de esas herramientas que después construimos. Ese proceso, del XVI y el XVII Congreso, es sustantivo, en la definición del Partido como problema cardinal de la Revolución uruguaya, pero el Partido no como un fin en sí mismo, sino con un profundo contenido programático y la necesidad de jugar un rol en cuanto a la construcción de herramientas. Allí surge con fuerza el tema de construir la unidad de las y los trabajadores, lo que en aquel momento llamamos el Frente Democrático de Liberación Nacional, que tiene que ver con la unidad política. Y, aunque muchas veces pasa inadvertido, con todo el movimiento social, con una gran amplitud.
Es muy importante el análisis que se hace de los diferentes sectores, como abordar a los intelectuales, a la cultura, al movimiento juvenil, como abordar el movimiento femenino, que a veces parece que hoy es una novedad su abordaje desde el punto de vista partidario.
Hay que volver al XVII Congreso, hay que rescatar como todo eso se concreta luego en el Congreso del Pueblo, en la CNT, lo que fue nuestro aporte en la construcción del Frente Amplio.
Una construcción rescatando todas las luchas, incluyendo el artiguismo, en relación a una transformación sustantiva del país.
Junto con eso nuestro Partido, junto a todo nuestro pueblo, vive lo que fue la dictadura. El Partido y nuestro movimiento popular, más allá de toda la construcción de la que hablamos, no pudieron parar lo que se venía, que tenía características continentales y era para parar el avance de las fuerzas populares.
Tenemos que destacar la entrega del Partido, en la cárcel, la clandestinidad y el exilio, y como en cada lugar siguió trabajando en fortalecer las herramientas populares, en este caso, en la lucha contra el fascismo. Esta definición de nuestro Partido, de la dictadura uruguaya como fascista, que pasa el tiempo y se va perdiendo, y es esa definición de la dictadura terrorista del Estado, pero del capital financiero. Esa caracterización era sustantiva para definir nuestra política de alianzas para la reconquista de la democracia. No había otra cosa más importante que reconquistar la democracia.
Siempre recuerdo la Conferencia Nacional del Partido de 1985, donde Arismendi decía en su informe que habíamos logrado una cosa muy importante: el salto en conciencia democrática de nuestro pueblo. Pero, analizando como nos había ido en las elecciones de 1984 y las expectativas que muchos teníamos en el FA a pesar de los proscriptos y los presos, decía que aún teníamos mucho para avanzar en la generación de conciencia de cambio.
Hay que destacar la importancia de todo lo que tiene ver con la lucha por verdad y justicia y contra la impunidad. Esto también tiene que ver con la actualidad, la definición que se tomó en relación con la Ley de Impunidad, esa campaña de firmas y del referéndum que nos permitió hablar con un millón de personas.
Luego está la victoria del FA en Montevideo en 1989 y por primera vez confrontan dos proyectos de país desde espacios de gobierno.
Quiero rescatar especialmente el aporte, que seguramente será central en los debates hacia nuestro Congreso, que es la concepción de avanzar en democracia hacia una democracia avanzada, que tiene nuestro Partido, porque los objetivos hay que ponerlos permanentemente delante de nosotros.
Ya en ese primer gobierno frenteamplista vimos una oportunidad y apostamos a la descentralización, en esta concepción. Creemos en el protagonismo popular en la construcción de la política pública y por eso fuimos impulsores de los procesos de descentralización que se dieron a partir de 1990 en Montevideo.
Más allá de lo que dice mi amiga Marina de que la realidad siempre tiene sed de elaboración teórica, el Partido tiene un acervo de elaboración muy importante.
Otro momento complejo, de crisis, como la que dio origen al XVI Congreso, fue la de 1992, donde en un caso casi único en el mundo la mayor parte de la dirección de un partido decide dejar ese partido para construir otra cosa y una amplísima mayoría de los militantes decidimos que el Partido tiene que seguir viviendo. Que más allá de lo que había pasado en la explosión del socialismo real en el este europeo, nosotros teníamos toda esta historia de la que hablamos. Fueron momentos muy difíciles en los que muchos nos miraban con ojos raros y algunos pensaban que queríamos formar un bloque adentro del FA. De las primeras decisiones importantes que tomamos en ese período fue en la que que dijimos que para nosotros la unidad del FA, como la de la clase obrera y la de las herramientas populares, es un elemento de principios y no íbamos a apostar nunca a una política de bloques. Y con una política de brazos abiertos, no queríamos que nadie se fuera.

-Luego de este repaso histórico: ¿Cuáles son los ejes políticos de la lucha del PCU hoy?

Nos encontramos en una situación que no abordé en concreto en el repaso histórico. Los triunfos a nivel nacional y los gobiernos del FA. Hay elementos de análisis en todos nuestros últimos congresos: hasta donde llegamos a darle profundidad a nuestro gobierno, los objetivos que alcanzamos y los que no. Todo ello en el marco de la unidad en la diversidad que es el FA. El 100 aniversario nos encontró ya en esta situación y hoy también el 101, aunque con algunas características diferentes, marcada por la derrota que sufrimos en el 2019.
Estamos en el proceso de debate para encontrar cuales fueron las causas que determinaron que una parte de nuestro pueblo no confiara más en nosotros.
Hay dos maneras de mirar esto, mirarlo en perspectiva y asumir autocrítica en el medio de la lucha, o algunos otros que piensan que se tiene que parar el mundo, analizar y después seguimos.
La situación de nuestro pueblo nos obligó a hacernos la autocrítica en la práctica. Asumió este gobierno, integrado por fuerzas cuyo único objetivo era desplazar al FA, con un claro componente de clase y hasta ortodoxamente neoliberal. De entrada, imponen la Ley de Urgente Consideración (LUC) que es un programa de gobierno, no fueron las urgencias del pueblo uruguayo, ni las vinculadas con la pandemia. Sabíamos que ahí se estaba afectando la vida de nuestra gente y marcando lo que después vimos en el Presupuesto y en la Rendición de Cuentas.
Hubo que definir que íbamos a hacer con la LUC. Ahí los comunistas jugamos un rol importante, estuvimos convencidos desde el primer momento que había que interponer un recurso, que no podíamos dejar que esto pase.
Hicimos autocrítica práctica con dos componentes: ir a golpear puerta por puerta, hablar con un millón de personas y darnos cuenta que habíamos ido perdiendo vínculos; y, a la interna, amasar y acordar desde lo político, desde lo sindical y desde lo social no sindical. Asumir que eso que llamamos la construcción del bloque social y político de los cambios es una tarea de todos los días.
Hoy tenemos dos tareas simultáneas. La primera, lograr el triunfo en el referéndum y anular los 135 artículos de la LUC. Nosotros obtuvimos las 800 mil firmas y eso nos dio una confianza que implicó saltar sobre nuestra derrota, tenemos mejor organización y otro estado de ánimo.
En el marco de esa batalla tenemos debates en todas las herramientas populares, congresos del FA, del PIT-CNT y del Partido y hay que preparar cada uno de ellos con muchísima dedicación, porque el cuidado de las herramientas está profundamente enraizado con toda nuestra historia.

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