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Variaciones y permanencias en la estructura del poder económico nacional

Por Juan Geymonat (*)

Las necesidades de actualizar el debate

La lectura existente en los años 60 y 70 (desarrollada sobre todo por Trías y Arismendi) respecto a la estructura del poder económico, mostraba la existencia de un conjunto de grandes familias propietarias estructuradas en torno a la tierra, la banca y la industria. Buena parte de su actividad se centró en actividades financieras especulativas, o en la propiedad de grandes latifundios de baja productividad, en el marco de una economía estancada. Las políticas proteccionistas de la época fueron a menudo tomadas por estos grandes propietarios para resguardar sus negocios de posibles competidores externos sin la necesidad de preocuparse por el aumento de la productividad.

Los intereses de este conjunto de grandes familias propietarias entrelazadas entre sí, eran evidentemente contrarios y opuestos al conjunto de intereses populares. Su desempeño productivo tampoco representaba una potencia del punto de vista del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, y su posición frente al capital e intereses extranjeros era estrictamente subordinado.

La economía uruguaya ha cambiado bastante desde entonces, y con ella alguno de los principales soportes de poder económico que estos grandes propietarios mantenían. En primer lugar, la liberalización y apertura económica del país iniciada en dictadura y culminada con las reformas de los 90, cambiaron profundamente algunas reglas de juego, tales como la posibilidad de los industriales de ampararse en medidas proteccionistas. Al mismo tiempo, como consecuencia de estas nuevas reglas, la banca privada se terminó extranjerizando en su totalidad. En el agro, sobre todo a partir de 2005, comienzan a surgir nuevos y poderosos jugadores de la mano del capital extranjero.

¿Qué queda entonces de aquello? No es una pregunta menor, ni exenta de consecuencias prácticas.

Los principales cambios y permanencias en la estructura del poder económico

La estructura del capital en Uruguay es una estructura fuertemente concentrada en pocas empresas. Para tener una idea, las 200 empresas más grandes controlan el 27% de la economía nacional, ubicándose además en puntos clave de las cadenas productivas. El principal cambio en esta cúpula empresarial tiene que ver con la extranjerización de la misma, tal como se muestra en el siguiente cuadro:

 

% de empresas sobre las principales 200 % de ventas de las 200 mayores empresas
1987 2015 1987 2015
Nacionales privadas 61% 42% 45,8% 26,0%
Extranjeras 13,5% 42,5% 12,6% 34,8%
Asociadas (Ext. y Nac) 10% 4,5% 8,0% 8,0%
Estatales 4% 5% 28,0% 29,1%
Sin dato 11,5% 6% 5,5% 2,1%

En este marco los sectores extranjerizados han sido, la totalidad de la banca privada, una parte importante del sector exportador (más del 70% de las exportaciones son realizadas por empresas extranjeras) y otros sectores como la industria, y el comercio minorista en grandes superficies. En líneas generales, el capital extranjero, al tratarse de un capital más concentrado y con mayor dotación tecnológica, tiende a desplazar al capital nacional de algunos sectores. En este esquema el capital nacional tiende a quedar relegado a sectores menos atractivos del punto de vista de la rentabilidad, con un techo claro de crecimiento, o subsidiarios de las necesidades del capital foráneo.

A su vez, dentro de los capitales extranjeros, ganan participación los capitales regionales (Brasil, Argentina, Chile). Aspecto también relevante para entender la subordinación de parte del aparato productivo nacional a una lógica regional, donde las cadenas de valor nacionales pasan a incorporarse como eslabones regionales.

Dentro de la porción de la cúpula empresarial que aún detenta el capital nacional, priman las sociedades anónimas cerradas, cuyas acciones no cotizan en bolsa. Estas empresas suelen estar concentradas en pocos accionistas nacionales generalmente de un mismo linaje familiar. Por otro lado, sabemos que el 90% de estas grandes empresas de capital nacional forman parte de grupos económicos más amplios. Un grupo económico se constituye por dos o más empresas que, aunque son legalmente independientes, son controladas por un mismo propietario o familia. Este fenómeno en la estructura empresarial uruguaya es de larga data y tiene que ver con la necesidad del capital de diversificar riesgos y/o integrar actividades en una misma cadena productiva. Sobre esta estructura se han sucedido varias generaciones de algunos linajes empresariales de larga data como Mailhos, Ferrés, Fraschini, Strauch, Otegui, Zerbino, etc.

En paralelo con esta estructura de capitales diversificados en distintos sectores, se ubica una parte bastante importante del capital nacional ligada a la propiedad de la tierra. Aquí, por supuesto, existen zonas grises, ya que los capitales diversificados, los grupos económicos nacionales, también invierten en tierra. Pero en líneas generales los grandes propietarios rurales tienden a estar poco diversificados a otras actividades. Si bien su poderío empresarial en forma individual no guarda tanta relevancia, sí constituyen un bloque fuerte de poder mediante gremiales como la Asociación Rural del Uruguay, y constituyen una pieza clave del entramado familiar de los grandes propietarios.

De esta manera, puede decirse que, más allá del ingreso de nuevos jugadores a la cúpula empresarial, el capital nacional no ha presentado grandes variaciones en su estructura (grupos económicos familiares y grandes terratenientes). No obstante, sí ha variado su peso en el dominio del aparato productivo, y por tanto una parte de su poderío económico.

La importancia del capital nacional en el contexto actual.

A pesar de su rezago, el gran capital nacional y las familias empresariales asociadas a él, siguen constituyendo una pieza clave del poder. Siguen dominando las principales gremiales empresariales, y constituyen una cantera para el suministro de cuadros técnicos y de alta gerencia para las compañías extranjeras.

Las grandes familias empresariales y ruralistas del Uruguay tienden a formar círculos cerrados y comunes de socialización. Aspecto que puede verse, por ejemplo, en la cantidad de matrimonios entre familias empresariales. Este es de alguna manera, el corolario de compartir un conjunto de espacios de socialización común: lugares de residencia, centros educativos, deportes, etc. Estos círculos cerrados de la clase propietaria se comparten con otros individuos de altos ingresos: ceos de empresas, profesionales de determinadas áreas, personal gerencial en general, miembros de staff de abogados, políticos, etc. Se genera de esta manera, una forma de pensar y ver la realidad de determinada manera, con sus respectivos relatos ideológicos, que, entre otras cosas, tienen la necesidad de justificar su situación diferencial en términos económicos.

Pese a ser pequeño este grupo guarda un gran poder de incidencia sobre amplios sectores de la sociedad a partir de diversos mecanismos. Pensemos en que este círculo domina las principales gremiales empresariales con su respectiva incidencia sobre la política. Pensemos también en que este grupo tiene canales de acceso a la política mucho más fluidos y directos que otros grupos sociales. Pensemos, por último, que este círculo de grandes propietarios está vinculado a la propiedad de los grandes medios de comunicación escritos, radiales y televisivos.

En este sentido en torno al gran capital nacional, tiende a formarse un sentido de clase que permea ideológicamente a un conjunto importante de la sociedad y que se representa en su diversidad por los partidos de la derecha uruguaya.

Más allá del poder directo que el capital extranjero puede tener para negociar condiciones de negocios sin mediaciones, la clase capitalista nacional constituye una pieza clave en la formación de legitimidad y hegemonía en torno a las reglas económicas y sociales que sostienen el capitalismo uruguayo.

Pasando raya

Actualizar una mirada sobre la clase dominante se hace urgente para comprender la lógica de dominación del modelo actual. La tesis esbozada brevemente en este artículo es que la oligarquía nacional se amalgama en un lugar de subordinación aún mayor que los 60 frente al capital extranjero, pero que, pese a eso, sigue guardando un rol central en el despliegue de la política y en la formación de una visión de clase que sustente ese despliegue político.

 

(*) Coordinador del libro: «Los de arriba. Estudio sobre la riqueza en Uruguay».

 

Link con la nota publicada en la edición 542 de EL POPULAR sobre la presentación del libro.

 

https://elpopular.uy/se-presento-estudio-sobre-la-riqueza-en-uruguay/

 

 

  

 

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