Los niveles de prejuicios contra las mujeres no han experimentado mejoras en los últimos diez años.
La información emerge de un nuevo informe de la ONU, donde se denuncia un incremento de la actividad de los movimientos contra la igualdad de género que “están ganando terreno en algunos países”.
«La mitad de la población mundial sigue creyendo que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, y más del 40% cree que los hombres son mejores ejecutivos que las mujeres», se afirma en el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El informe analiza el comportamiento del Índice de Normas Sociales de Género y en el mismo se describe que cómo “las normas sociales que menoscaban los derechos de la mujer perjudican a la sociedad en general”, frenando así “la expansión del desarrollo humano», comentó el jefe de la Oficina encargada del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, Pedro Conceição.
De acuerdo al portal del organismo internacional, el estudio revela que un “25% de las personas cree que está justificado que un hombre golpee a su mujer”.
Estos prejuicios, se afirma en el informe, dan impulso a “los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres”, algo que se expresa en el “desmantelamiento de sus derechos en muchas partes del mundo”, lo que permite, además que proliferen “movimientos contra la igualdad de género que ganan terreno”, estimulando en algunos países, “un aumento de las violaciones de los derechos humanos”
Dichos prejuicios, se agrega, “se reflejan en la grave infrarrepresentación de las mujeres en puestos directivos”.
En ese sentido se destaca como ejemplo que “la proporción de mujeres como jefas de Estado o de Gobierno se ha mantenido en torno al 10% desde 1995”, algo que también se observa en el mercado laboral donde “las mujeres ocupan menos de un tercio de los puestos ejecutivos”.
A pesar de que las mujeres han progresado de forma ascendente en educación y capacitación económica y se encuentran más cualificadas y formadas que nunca, “la diferencia media de ingresos entre hombres y mujeres sigue siendo del 39%a favor de los hombres”.
La cuestión de la “falta de avances en las normas sociales de género”, señaló Conceição se produce “en el marco de una crisis de desarrollo», afirmó Conceição y recordó cómo el Índice de Desarrollo Humano mundial había descendido en 2020 por primera vez en la historia, siendo una situación que se repitió al año siguiente.
«Todo el mundo saldrá ganando si se garantiza la libertad y la autonomía de la mujer», añadió el funcionario de la ONU.
En el documento se enfatiza el papel que deben jugar los gobiernos para estimular los cambios de las normas sociales de género y recuerda la importancia que en ello tiene la adopción de “políticas de permiso parental”, que contribuyen al cambio de “las percepciones en torno a las responsabilidades del trabajo de cuidados”.
Los gobiernos, se agrega, deben continuar trabajando para que sigan transformándose las creencias existentes en torno “a las mujeres en la fuerza de trabajo”.
«Un punto de partida importante es reconocer el valor económico del trabajo de cuidados no remunerado», afirmó la directora del equipo de género de la agencia, Raquel Lagunas.
“Esta puede ser una forma muy eficaz de cuestionar las normas de género. En los países con los mayores niveles de prejuicios de género contra las mujeres, se estima que ellas dedican seis veces más tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado.»
Aunque el informe describe la persistencia de los prejuicios contra las mujeres, se concluye que “el cambio es posible”.
El estudio abarcó a 38 países y en 27 de los mismos se registró “un aumento de la proporción de personas sin prejuicios en ningún indicador”.
Para los autores del informe “para impulsar el cambio hacia una mayor igualdad de género, hay que centrarse en ampliar el desarrollo humano a través de la inversión, los seguros y la innovación”, lo que “incluye invertir en leyes y medidas políticas que promuevan la igualdad de las mujeres en la participación política, ampliar los mecanismos de seguridad, como el fortalecimiento de la protección social y los sistemas de atención, y fomentar intervenciones que sean particularmente eficaces para desafiar las normas sociales nocivas, las actitudes patriarcales y los estereotipos de género”.