La mañana siguiente

“El 27 de marzo somos legisladores por un día y tenemos la posibilidad de definir si queremos tener esta ley que afecta nuestras principales libertades y garantías o no”

Desde que empezó la pandemia en tiempos de ajuste neoliberal hemos venido sufriendo los coletazos de una crisis económica y sanitaria que se llevó a miles de nuestros compatriotas. Hemos visto como miles perdían el empleo y veían rebajado su salario. Hemos visto como las ollas populares se multiplicaron por la solidaridad de todo un pueblo y la inacción de parte de un gobierno que recién asumía, pero que ya mostraba que lo importante era dejarles espacio a los empresarios, ahorrar en gasto público para los más débiles de nuestra sociedad.

En ese contexto de tanta angustia e incertidumbre es que se genera la discusión acerca de la Ley de Urgente Consideración (LUC). Es cierto que este gobierno venía con el objetivo de recortar derechos e inversiones en los más vulnerables, pero también es cierto que la pandemia nos mostró lo importante que es tener un Estado presente y fuerte en la sociedad. Lo importante de un Sistema Nacional Integrado de Salud, de un Plan Ceibal, de tener empresas públicas fuertes que aseguren el derecho de las personas o de tener universidades públicas como la UdelaR sin la que no se podría comprender el éxito en el combate a la pandemia debido a los esfuerzos que hizo y la calidad de científicos que genera todos los años.

Lo cierto es que, ni siquiera en ese contexto, las prioridades de esta coalición de derecha se vieron mínimamente modificadas. Es así que, en virtud de que el gobierno siguió adelante con un proyecto de ley que no abordaba ninguno de los problemas que trajo la pandemia, nos organizamos nuevamente en la Intersocial para poder agrupar las distintas fuerzas sociales que se encuentran en nuestro país. Generamos propuestas, movilizaciones, les quisimos señalar cuáles eran las verdaderas urgencias del Uruguay, pero el proyecto neoliberal era más importante que el hambre de los y las uruguayas.

No hubo un ingreso mínimo para las familias que más lo necesitaban, no hubo una canasta básica de energía. No hubo un diálogo nacional que permitiera implementar algunas de las medidas que se proponían, el gobierno prefirió ahorrar. Buen eufemismo para decir que en una crisis se recorta el gasto del Estado. Es así que, con la LUC impuesta, las organizaciones sociales y políticas nos vemos en un proceso de discusión de las acciones a tomar contra esta ley, que no tuvo discusión, que nos tuvo 15 minutos en una comisión parlamentaria y que es de muy baja calidad democrática.

En diciembre, no sin importantes discusiones que caracterizan la pluralidad y heterogeneidad del campo popular uruguayo, arribamos a la decisión de ir por los 135 peores artículos de la LUC. Entendimos que esta decisión condensaba los anhelos de un arco amplio de organizaciones que se posicionaban frente al modelo de sociedad que nos proponía y nos propone éste gobierno. Cómo hemos visto en las diferentes publicaciones e intervenciones de compañeros y compañeras, esta ley ataca la educación pública, el trabajo, la posibilidad de pensar al Estado como escudo de los débiles, oculta información relevante para la ciudadanía, es en parte responsable del aumento desmedido del costo de vida en Uruguay por culpa del aumento en los combustibles.

Salimos a juntar firmas, teníamos que juntar 700.000, fuimos por el camino largo. Porque además de derrotar al gobierno el objetivo de este proceso ha sido siempre el protagonismo popular. Afianzar la participación popular, generar más tejido social, seguir revalorizando esa magnífica herramienta que son los comités de base y su relación con el conjunto de las organizaciones sociales.

El gobierno no quiso discutir con nosotros y nosotras las implicancias negativas que estaba teniendo la Ley de Urgente Consideración. Quisieron ocultar que existía un movimiento ciudadano que juntaba más y más firmas. La tuvimos difícil, porque la pandemia se llevó compañeros y compañeras, porque era complicado salir a juntar firmas y en algunas zonas, por un tiempo, la recolección estuvo parada. Pero faltando dos semanas hubo un aluvión de firmas que desbordó los límites de lo posible. Casi 800.000 firmas, miles de vecinos y vecinas se pusieron al hombro la campaña. La alegría, fue el sentimiento dominante al otro día, al ver cómo marcamos los temas a discutir frente a un gobierno que parecía sordo. Hoy la gente está distinta, yo no sé por qué será, cantábamos.

Y así llegó el proceso de campaña para votar Si. Por supuesto que no estuvo exento de discusiones. Pero lo central de la campaña no fue la consigna ni la discusión del publicista. Lo central fue que, una vez más, la gente común salimos a dar todo por la causa, el pueblo volvió a ser protagonista. Hoy vemos a Uruguay, en todas sus localidades, inundado de banderas rosadas del Si.

Ni las chicanas institucionales que han promovido, ni su discurso de odio y miedo, ni sus intentos de no debatir esta ley han parado esta marea. Podemos decir que ese objetivo de colocar a miles de personas en el combate por una sociedad más justa lo hemos podido lograr, y ese es el legado más importante que nos va a dejar este referéndum. Miles de gurises, gurisas, viejas y jóvenes, que se incorporan a esta lucha.

El 27 de marzo va a ser un día muy importante para nuestro país, somos legisladores por un día y tenemos la posibilidad de definir si queremos tener esta ley que afecta nuestras principales libertades y garantías o no. Será el día que podemos asestarle un golpe al buque insignia de un gobierno que se empecina en no atender las principales necesidades de la población. Y ellos están con miedo.

Pero a la mañana siguiente, sea cual sea el resultado, algo no habrá de cambiar y es que nosotros y nosotras seguiremos estando ahí. Seguiremos estando en las organizaciones sindicales, feministas, de cooperativas, en las organizaciones estudiantiles. Porque este resultado puede ser positivo o negativo, pero no cambia nuestro rumbo estratégico de generar más y más acumulación política y social de cara a las transformaciones que necesita nuestro país. Como decía el General Seregni, hay que pensar siempre en la mañana siguiente, y ésta, sea cual sea el resultado, tiene que seguir inundada de jóvenes con convicciones organizándose para defender sus sueños y abrir un nuevo momento de transformaciones.

Cómo decía un militante vasco, este domingo no es el comienzo ni el fin de nada, es la continuación de todo, porque la lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier parte y nunca, pero nunca, termina. Porque nuestros sueños más urgentes siguen sin caber en sus leyes.

Liberarce

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