El presidente de la República, Yamandú Orsi. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS.

Las grandes líneas expresadas por Orsi

Abel Oroño (*)

En su discurso ante la Asamblea General el 1° de marzo el Presidente Yamandú Orsi expresó las grandes líneas de lo que será su gobierno las que, en mi percepción, vale la pena recorrer porque son fundamentales, en tanto guía para la acción, sin perjuicio de que, por razones de extensión puedan quedar algunos temas sin mencionar expresamente.

En el contexto de la celebración de los 40 años de vigencia democrática luego de la dictadura “[…] el periodo más doloroso de nuestra historia contemporánea, marcado por la persecución política y la crueldad humana como método de gobierno y por el saqueo económico como parte central de ese proyecto político.” “Hay secuelas de ese periodo que continúan hasta hoy, por eso, es tan justo como imprescindible mantener intacto el compromiso con la libertad, la verdad y la justicia.”

Complementariamente, me ha parecido muy significativo el énfasis en la caracterización de nuestro sistema como una democracia de partidos, resaltando su importancia en la gestión de las diferencias “Seamos siempre adversarios, pero nunca enemigos. Y alejémonos todo lo posible del cinismo y la frivolidad, para no tener que lamentar el descreimiento en la política y sus consecuencias.”

“Así como no hay República, ni libertad, ni convivencia pacífica sin democracia, tampoco hay democracia sin partidos políticos; bien sabemos que tenemos que atesorar esta construcción en tiempos donde proliferan las expresiones de antipolítica y las lógicas excluyentes.”

“Corresponde entonces agradecer a los partidos políticos de mi país, vasos comunicantes de la democracia con el pueblo, estructuradores de los debates civilizados, garantizadores del pluralismo democrático, vacuna contra los excesos surgidos del mesianismo.”

Por otro lado complementó que “[…] la democracia no es un punto de llegada, sino un camino que se construye día a día, un proceso colectivo que se mide en años, sí, pero también se mide en su capacidad de garantizar mejores derechos, de generar mayor igualdad, de propiciar una mejor convivencia. El régimen democrático adquiere sentido y perdura en el tiempo si es capaz de asegurar a su gente condiciones esenciales de trabajo, de alimentación, de salud, de seguridad, de recreación, de cultura. En otras palabras, la buena salud de la democracia está íntimamente asociada al logro de ciertos estándares de bienestar. [para todos, se comprende]”.

Por último, en este aspecto, una afirmación contundente y relevante en mi percepción: “La democracia gozará de una mejor salud el día que todas las familias uruguayas sepan dónde están sus familiares desaparecidos”

En el contexto del agradecimiento a los que hicieron posible estos 40 años de vigencia democrática –propios y ajenos- concluye que “este gobierno llega precedido entonces de esa acumulación positiva”.

Otro aspecto de esa acumulación positiva, en mi percepción fundamental y, tal vez, la diferencia más importante con el gobierno saliente, es la afirmación explícita de que “[…] será necesario mucho diálogo, mano tendida y capacidad de comprender las distintas sensibilidades” ya que “no llegamos al gobierno con la lógica de imponer […] me rebelo contra ese supuesto país de las dos mitades, donde la mitad que gana recurre al orden y mando, y la otra mitad debe estar poco menos que condenada a obedecer […]. A partir de la premisa de que hay “que entender al que piensa distinto”.

“Dijimos y repetimos en la campaña electoral que no llegaríamos al gobierno con un espíritu refundacional, pero sí con la certeza de que las causas de nuestro pueblo no admiten la menor demora. […] El país necesita recuperar una senda de crecimiento que genere, a partir del desarrollo más intensivo del conocimiento y de la inversión, no sólo mayor cantidad, sino también, calidad de trabajo; que permita un piso de dignidad salarial y, con ello, una mejor distribución del ingreso.”

En ese sentido afirmó Orsi que “[…] haremos todos los esfuerzos para ampliar y mejorar la producción de carne, de arroz, de soja, de madera y celulosa. Trabajaremos para consolidar el agronegocio [que, por tanto, no es una mala palabra per se] a la vez que se fortalece la producción familiar y se protege adecuadamente a la granja y la lechería.”

En otro tema relevante para toda la ciudadanía, según lo muestran todos los estudios de opinión realizados, afirmó que “sigue intacto nuestro compromiso con la lucha frontal contra el crimen organizado, el narcotráfico y el lavado de activos”.

Aludiendo a otro asunto relevante para todos afirma que “[…] se vuelve imperioso colocar todo el peso del Estado en combatir afrentas dolorosas que nos niegan como sociedad, la primera de ellas: la pobreza infantil. Un país que no cuida a sus niñas y niños no se cuida a sí mismo. Es inadmisible que […] tenga uno de cada cinco de sus niños y adolescentes viviendo bajo la línea de pobreza. Tenemos que garantizar un mínimo de dignidad y lograr que cada niño pueda alimentarse en su casa. Tenemos que incentivar la feliz aventura del aprendizaje, asegurando que cuenta con las herramientas indispensables para empezar las clases.”

“Pero bien sabemos que no hay infancias pobres sin adultos pobres, y por eso también debemos garantizar el sustento de las familias que tienen esos menores a cargo, en especial el de las mujeres jefas de hogar.”

En una afirmación que fue, tal vez, la más contundente de carácter ideológico, expresada por el Presidente Orsi manifestó que “sobrevuela un concepto de libertad ultra individualista que predica el predominio del más fuerte. Nunca será esta nuestra noción de libertad. La libertad individual en la que creemos es en clave de convivencia e igualdad de oportunidades en los aspectos esenciales de la vida. ¿Cuánta libertad puede ejercer o gozar un compatriota que tiene que peregrinar semanas por un centro de salud para conseguir sus medicamentos? ¿Cuán libre es quien padece serios problemas de vivienda o de trabajo? ¿Cuánto, las mujeres que se sienten violentadas en la calle o puertas adentro de su hogar? ¿Qué libertad individual plena puede ejercerse en medio de la desigualdad colectiva? Ya la historia comprobó el error (u horror) de sacrificar la libertad en aras de una supuesta igualdad. No incurramos en la falacia contraria”.

Si bien quedaron para otra oportunidad temas también significativos me ha parecido que los mencionados dejan bien delineadas las intenciones y el tono de la gestión del presidente Orsi.

(*) Politólogo.

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