Recientemente la revista británica The Lancet, ha publicado un estudio donde se afirma que una “reapertura de las clases presenciales, sin la compañía de una robusta campaña de mitigación del coronavirus exitosa, puede llevar a una aceleración de la pandemia del coronavirus”, lo que produciría más contagios y muertes.
“Aunque es poco probable que el COVID-19 cause una enfermedad grave en los niños, las estimaciones de la prevalencia de los síntomas prolongados del COVID basadas en la Encuesta de Infección de la OMS sugieren que el 13% de los niños de 2 a 10 años y el 15% de los de 12 a 16 años tienen al menos al menos un síntoma persistente 5 semanas después de dar positivo”, señala el estudio realizado por un equipo de investigadores a la cabeza del cual se encuentra la epidemióloga Deepti Gurdasani de la Queen Mary University of London.
En el estudio, el equipo de investigación arribó a la conclusión de que “los cierres de escuelas primarias y secundarias en el Reino Unido se asociaron con reducciones sustanciales a lo largo del tiempo en el número de reproducción efectiva del Covid-19”.
En correspondencia con esta afirmación, los expertos resaltaron que “no sería prudente dejar que el virus circule en los niños, con el consiguiente riesgo para sus familias”.
“Con la reapertura plena en un entorno de alta transmisión comunitaria, sin las salvaguardas adecuadas, se corre el riesgo de privar a muchos niños de la educación y la interacción social nuevamente, agravando las desigualdades existentes, pero, al contribuir a una alta transmisión comunitaria, también se proporciona un terreno fértil para la evolución del virus y nuevas variantes”, enfatiza el estudio publicado por The Lancet.
Basado en el caso británico y de acuerdo al resumen de la investigación publicado por The Lancet, cuando se anunció el retorno a las clases para el 8 de marzo en el Reino Unido, el regreso a la escuela, reconocido como un imperativo “para la educación, el desarrollo social y el bienestar mental y físico de los niños”, ello no resulta suficiente, porque habría que asegurar “que las escuelas sean más seguras para los estudiantes y el personal”.
Los investigadores señalaron que, “sin mitigaciones adicionales, es probable que aumente la transmisión, esta vez con variantes más infecciosas y posiblemente más virulentas, lo que resultará en más bloqueos, cierres de escuelas y ausentismo”.
El estudio recuerda que, “incluso cuando se suponía que las escuelas debían estar completamente abiertas, en los puntos de alta transmisión comunitaria, el 22% de los niños de la escuela secundaria no asistían debido al autoaislamiento. En algunas áreas, la asistencia fue tan baja como 61%”.
El estudio rechaza la baja prioridad que “las mitigaciones han recibido por parte de las autoridades” y señalan que “los argumentos de que las escuelas no contribuyen a la transmisión comunitaria y que el riesgo general para los niños de COVID-19 es muy pequeño”, resultan ser argumentaciones con “serias limitaciones”, cuando se las contrasta con las evidencias existentes.
“Los cierres de escuelas primarias y secundarias se han asociado con reducciones sustanciales a lo largo del tiempo en el número de reproducción efectiva (Rt) en muchos países (incluida Inglaterra) y períodos de tiempo”, afirma el estudio, que recuerda que, “aunque es poco probable que la COVID-19 cause una enfermedad grave en los niños, las estimaciones de la prevalencia de los síntomas prolongados del COVID basadas en la Encuesta de Infección de la ONS sugieren que el 13% de los niños de 2 a 10 años y el 15% de los de 12 a 16 años tienen al menos al menos un síntoma persistente 5 semanas después de dar positivo”.
La incertidumbre “sobre los efectos a largo plazo en la salud de la infección por SARS-CoV-2”, indican que “no sería prudente dejar que el virus circule en los niños, con el consiguiente riesgo para sus familias”.
En este sentido el resumen de la investigación señala que “reabrir plenamente en un entorno de alta transmisión comunitaria sin las salvaguardas adecuadas corre el riesgo de privar a muchos niños de la educación y la interacción social nuevamente, agravando las desigualdades existentes”, pero “al contribuir a una alta transmisión comunitaria, también proporciona un terreno fértil para la evolución del virus y nuevas variantes”.
Los investigadores enfatizan, que solamente con una estrategia de “mitigaciones de varios niveles” se podrá “reducir sustancialmente el riesgo de transmisión dentro de las escuelas y los hogares (…) hacer que las escuelas sean más seguras va de la mano con la reducción de la transmisión en la comunidad y es esencial para permitir que las escuelas vuelvan a abrir de manera segura y permanezcan abiertas», concluyen recomendando los expertos.