El libro recoge el resultado del trabajo de un grupo de investigación de la UDELAR y abarca el período entre 1947 y 1985.
Este viernes se presenta el libro “Historia visual del anticomunismo en Uruguay (1947-1985)”. La publicación recoge, en 310 páginas, los resultados de una investigación histórica de un equipo coordinado por la doctora Magdalena Broquetas e integrado por Fernando Adrover, Javier Correa, Marcos Rey, Matías Rodríguez y Álvaro Sosa.
La presentación fue el viernes, 1° de octubre, en el salón Ibáñez de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y participaron de la misma Virginia Martínez y Mauricio Bruno.
El libro tiene 11 artículos y una introducción de Broquetas. En los artículos se aborda el anticomunismo como herramienta de la derecha para atacar a todo el movimiento popular y justificar la represión. Hay abordajes sobre “el peligro comunista” en la educación, en la cultura, en los jóvenes, en la sexualidad, en los sindicatos, la campaña anticomunista contra el Frente Amplio en 1971, el fascismo, el anticomunismo y la represión, entre otros.
EL POPULAR dialogó con uno de los investigadores, Álvaro Sosa, para conocer más del trabajo que se presenta este viernes.
–¿Por qué un libro sobre el anticomunismo?
En primer lugar, comentar que la publicación es producto de una investigación iniciada en el año 2019 por el equipo dirigido por la Dra. Magdalena Broquetas y conformado por Fernando Adrover, Javier Correa, Marcos Rey, Matías Rodríguez y quién habla, Álvaro Sosa. El proyecto contó con la financiación de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República y estuvo radicado en el Departamento de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Este trabajo se imbrica con una investigación de más largo aliento, también dirigida por la Dra. Broquetas, que se propone estudiar a las derechas y el anticomunismo en el Uruguay a lo largo del siglo XX.
Yendo directamente a la pregunta, es de destacar que el objetivo central de todo análisis histórico es lograr comprender los procesos del pasado, en ese sentido el anticomunismo ha jugado y, aún juega, un papel central en el pensamiento y la acción de diversos sectores de la derecha política y social uruguaya. Por tanto, para lograr una cabal comprensión del siglo XX en Uruguay es necesario conocer el pensamiento anticomunista que ha impregnado a gran parte de los elencos dirigentes a nivel político, empresarial, religioso y cultural. El anticomunismo fue además un fenómeno global, y las derechas anticomunistas uruguayas, con sus particularidades específicas, estuvieron insertas en redes transnacionales de circulación de ideas y propaganda, y coordinaron acciones con organizaciones políticas y civiles de diversas partes del mundo.
Se debe tener en cuenta que bajo la etiqueta de “comunista” las derechas uruguayas englobaban a un gran número de organizaciones políticas (muchas de ellas no marxistas), sociales, culturales y religiosas, o sea que “ser comunista” no significaba exclusivamente adherir al comunismo como ideología, simpatizar con el modelo soviético o estar afiliado al Partido Comunista de Uruguay.
El anticomunismo fue entonces un rasgo identitario de las derechas uruguayas a lo largo del siglo XX y jugó un papel central en la construcción de enemigos y amenazas, habilitando múltiples formas de estigmatización, persecución y represión hacia diversos colectivos, y justificando golpes de Estado.
-¿Por qué “una historia visual” y por qué ese marco temporal, luego de la segunda guerra y hasta la recuperación de la democracia?
Para la elaboración de esta historia visual del anticomunismo se relevaron y analizaron centenares de imágenes, que van desde caricaturas y dibujos hasta fotografías. Estos materiales fueron publicados a lo largo de la Guerra Fría en importantes diarios de circulación nacional (El País, El Debate, La Mañana, El Diario, El Día y Últimas Noticias), en periódicos de menor tiraje vinculados directamente a organizaciones de extrema derecha (Nuevo Amanecer, Lepanto y Azul y Blanco), revistas y publicaciones mensuales (por ejemplo Selecciones del Reader’s Digest), publicaciones oficiales de la dictadura (por ejemplo Las Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental) y volantes y otros materiales de propaganda producidos por organizaciones anticomunistas.
El recorte temporal obedece al deseo de estudiar en profundidad al anticomunismo durante la Guerra Fría, aunque es claro que se trata de un fenómeno que en Uruguay se remonta a las primeras décadas del siglo XX.
¿Por qué una historia visual? Es claro que la propaganda anticomunista buscaba ganar el pensamiento y los sentimientos de la población, en ese sentido la imagen pasaba a jugar un papel central como medio para identificar, ridiculizar y estigmatizar al enemigo, así como también para generar alarma y producir temor. El contenido simbólico de las imágenes podía transmitir mensajes de forma clara y directa, o utilizar códigos más sutiles y complejos, alcanzando así a una amplia gama de sujetos y grupos sociales.
Por esto, las fuentes visuales analizadas son un importante insumo para poder conocer y entender una dimensión relevante del pensamiento y la acción anticomunista, así como para rastrear los factores que posibilitaron que, en determinadas coyunturas históricas, tuvieran protagonismo ciertos estigmas y prejuicios en relación a diversas organizaciones políticas, estudiantiles, sindicales, religiosas y culturales.
Ahora bien, esto genera un desafío metodológico, pues las imágenes no hablan por sí solas, y para comprender su significado e inferir sus diversas connotaciones, es necesario conocer su contexto de producción, o sea saber en qué contexto de época fueron elaboradas, quién las confeccionó y para qué público, en qué medio fueron publicadas y a qué hecho o sujeto refieren. Solamente así es realmente posible aprovechar su contenido.
-Tú aportas dos trabajos al libro, con dos temas muy fuertes, empecemos por el primero: ¿Cómo fue el impacto del anticomunismo en el sindicalismo, qué descubriste en tu investigación?
Desde que surgieron las primeras organizaciones sindicales clasistas se manifestó de parte de la derecha política y social uruguaya un claro interés por reglamentar, controlar y reprimir su accionar, en especial en lo referido al derecho de huelga. Los sindicatos eran vistos más como agentes de subversión y desorden que como colectivos de asalariados organizados con el fin de mejorar sus condiciones de vida y trabajo. Es posible pensar que en las primeras décadas del siglo XX las derechas vieran especialmente en las organizaciones sindicales al enemigo “comunista” o “maximalista”, aunque muchas estaban más influidas por el pensamiento libertario que marxista. Esta mirada sobre el sindicalismo se mantuvo, con algunos matices, a lo largo de todo el siglo XX.
Durante la Guerra Fría las derechas transmitieron la visión de que los sindicatos clasistas eran organizaciones controladas por el “comunismo internacional”, politizadas y extranjerizantes, carentes de funcionamiento democrático, con escasa representatividad entre los trabajadores e incapaces de defender sus reales intereses, sus dirigentes eran considerados una minoría prepotente de agitadores profesionales que amedrentaban a la mayoría de los trabajadores, obligándolos a acatar sus resoluciones.
Con el fin de imponer estas concepciones, las derechas desplegaron un importante repertorio de imágenes que son estudiadas en el libro. La dictadura iniciada en 1973 no innovó en este sentido, sino que intentó utilizar estas ideas-fuerza como justificativos para impulsar su proyecto de reorganización de las relaciones laborales y los sindicatos. Este fracasó, en buena medida, debido a la resistencia desplegada por el movimiento sindical clasista con el apoyo de diversos sectores políticos y sociales organizados dentro y fuera de fronteras.
-El segundo aporte que realizas en el libro es sobre la “Operación Morgan”, una operación de exterminio del fascismo contra el movimiento popular, pero concentrado en el PCU y la UJC, ¿qué papel jugó el anticomunismo en la dictadura?
La dictadura civil-militar que se instaló en el Uruguay luego del golpe de Estado del 27 de junio de 1973 tuvo a la vez un sentido disciplinador y fundacional. Por un lado buscó disciplinar a aquellos sectores de la sociedad que promovían alternativas al orden social, político, económico, moral y cultural imperante. Asimismo, el régimen se propuso una refundación institucional que asegurara la mantención del orden recuperado.
En este marco el comunismo jugaba el papel de enemigo poderoso y omnipresente, el gran obstáculo para la construcción del “nuevo Uruguay” que el régimen impulsaba. Por tanto, la iconografía anticomunista volvió a jugar un papel central como mecanismo de estigmatización y deshumanización, con el fin de justificar la utilización de métodos extremos para erradicar el peligro.
La “Operación Morgan”, implementada por la dictadura entre los años 1975 y 1976, combinó mecanismos de represión y extermino con un refinado montaje mediático. A partir de diversos recursos visuales, el régimen intentó mostrar la existencia de un enemigo temible, que actuaba desde la oscuridad abarcando varios frentes de trabajo y era apoyado por poderosos gobierno extranjeros; asimismo, lo exitoso del operativo represivo dejaba de manifiesto que las fuerzas del orden actuaban de manera efectiva para conjurar esos peligros y salvaguardar a la población. No faltaban además las referencias a la necesidad de que los buenos ciudadanos estuvieran alerta frente al “peligro rojo”, tanto para evitar ser cooptados como para denunciar cualquier situación sospechosa.
Gabriel Mazzarovich
Les dejamos el enlace para descargar el libro: https://www.fhuce.edu.uy/index.php/ciencias-historicas/departamento-de-historia-del-uruguay/publicaciones/10506-broquetas-magdalena-coord-adrover-fernando-correa-javier-rey-marcos-rodriguez-matias-sosa-alvaro-2021-historia-visual-del-anticomunismo-en-uruguay-1947-1985